Por Simón Borrero, cofundador de Rappi
Es hora de invertir masivamente en Colombia. Durante una crisis es buen momento para invertir y entre más invirtamos como país más rápido nos recuperamos todos. En Rappi decidimos acelerar la inversión estos últimos meses, teniendo meses con pérdidas importantes, pensando en apoyar a nuestros aliados, ayudándolos a crecer y creando más oportunidades y por consecuencia construir un mejor largo plazo para todos. Esto no es posible para todas las empresas, solo pudimos hacerlo por tener la suerte de contar con inversión extranjera. Este es el momento ideal para traer dinero de afuera, para traer inversión extranjera que habilite oportunidades locales. Las tasas de interés en los países desarrollados están en los niveles más bajos de la historia y esto hace que los inversionistas estén más abiertos a invertir en proyectos y compañías de nuestra región. Esto hay que aprovecharlo.
La teoría del Big Push (empujón grande) es una propuesta de la economía del bienestar que afirma que todo lo que un país requiere para entrar en un periodo sostenido de crecimiento económico autogenerado es un programa de inversión masiva diseñado para promover industrialización y construcción de infraestructura.
4 formas de traer inversión: La primera es que el gobierno se endeude. Es un muy buen momento para hacerlo. Ojalá que sea para invertir el dinero en cosas que aumenten la productividad del país como co-invertir en la red 5G, aeropuertos, formar a 100.000 jóvenes en programación y volver todos los trámites del país digitales, con buena experiencia de usuario, para ahorrarnos millones de horas improductivas al año.
La segunda es traer inversión de empresas extranjeras que abran sus operaciones en Colombia. Esto se logra únicamente si generamos certidumbre. Certidumbre para que las empresas que vengan tengan reglas claras y no sientan miedo de invertir en Colombia y que en unos años les suban los impuestos arbitrariamente o peor aún nos volvamos un país que no respeta lo básico de una economía de mercado. Es el momento de atraer a muchas multinacionales, que inviertan en Colombia a cambio de grandes beneficios fiscales, porque las externalidades positivas de esto superan con creces los beneficios que se les deben dar.
La tercera es traer inversión para grandes obras. Como ceder temporalmente a los chinos la concesión de grandes carreteras con peajes o parte de nuestras tierras para cultivos productivos.
La cuarta es conseguir inversión privada por medio de empresas colombianas. Las grandes empresas también pueden emitir bonos o pueden traer nuevos socios extranjeros para acelerar su inversión en el país. Si el gobierno está invirtiendo, generando así más demanda y se está creando la certidumbre para que vengan empresas de afuera, es más probable que las empresas colombianas quieran también invertir en agrandar su capacidad de producción. Pero esto debe pasar todo al tiempo, en un mismo empujón grande.
Paul Krugman lo expresó de forma clara: “La voluntad de invertir de las empresas depende de sus percepciones que otras empresas harán inversiones, así que el papel de una política de desarrollo es crear la convergencia de expectativas acerca de que habrá un alto nivel de inversiones”
Aumentar la inversión en este momento requiere una profunda convicción de que la economía se va a recuperar y va a volver a crecer. Necesitamos todos convencernos de esto y actuar coherentemente para que de verdad suceda.
Suena ridículo, pero como país no nos hemos puesto de acuerdo en que debemos crecer la economía de verdad. Por no habernos puesto de acuerdo y por seguir politizando el crecimiento económico, nos es difícil copiar modelos que han sacado de la pobreza a millones de personas como los de Corea del sur y alejarnos de modelos que han arruinado a millones como los que tenemos tan cerca.
Los momentos duros, como los que hemos vivido en esta pandemia, nos hacen poner todo en perspectiva. Nos han educado para ver con malos ojos las privatizaciones y las multinacionales viniendo al país. Pero debemos poner primero el pragmatismo de que nuestros niños tengan oportunidades, sobre la filosofía romántica pero poco práctica que crea hambre para mañana. Si le preguntamos a un ciudadano de Singapur como va su vida después de 50 años de políticas para atraer inversión extranjera, creo que nos da una respuesta mucho más positiva y optimista que si le preguntamos a un ciudadano de Venezuela después de 20 años de hacer exactamente lo contrario.