El protagonista del año no siempre es el bueno de la película. Se lleva ese reconocimiento el que más impacto haya tenido en la vida del país en los últimos doce meses. Ese impacto puede ser positivo o negativo y, bajo ese precepto, no cabe duda de que el protagonista de 2018 fue Odebrecht. La palabra Odebrecht ha tenido en Colombia una doble connotación. Por un lado, es el nombre de una multinacional brasileña que logró manejar, ejecutar y gestionar los proyectos de construcción e infraestructura más ambiciosos de América Latina. El caso colombiano inicialmente fue visto como el menos importante de América Latina, comparado con Brasil o Perú, donde Odebrecht tumbó presidentes. Sin embargo, con las revelaciones que fueron saliendo a flote durante este año, el escándalo creció y esa palabra acabó por convertirse en el símbolo de lo que según varias encuestas es el principal problema del país: la corrupción.

El protagonista del año no siempre es el bueno de la película. Es el que más afectó la vida de los colombianos Aun cuando todavía se necesitan muchos desarrollos judiciales para llegar al fondo de este enredo, nadie discute que todas las grandes noticias del año que termina están, de una u otra manera, relacionadas con Odebrecht. Es que este escándalo, que empezó como cualquier otro de los rollos de corrupción a los que ya Colombia se había acostumbrado, hoy tiene contra la cuerdas no solo al establecimiento, sino también a la institucionalidad del país. Le sugerimos: Juez de segunda instancia confirma que las pruebas recaudadas en casa de Jorge Enrique Pizano no podrán ser usadas Hasta hace muy poco, no mucha gente tenía presente el nombre y el objeto social de Odebrecht. Sin embargo, la captura en junio de 2015 de quien fue el gerente de la firma en los últimos diez años, el brasileño Marcelo Odebrecht, marcó el inicio de una novela que poco a poco fue adquiriendo todos los elementos de una serie policiaca de Netflix. El capítulo colombiano incluye drama, encubrimientos, traición, amistades rotas, sobornos, multas, presos, poder, intereses políticos y económicos, seguimientos, interceptaciones, teorías de conspiración y hasta muertos en circunstancias no establecidas. Pero no solo sorprenden las características que le dan a esta historia el tinte novelesco, sino sus protagonistas. Aquí están involucrados, en distintas medidas y circunstancias, el hombre más rico del país y su grupo económico, el fiscal general de la Nación, las campañas presidenciales de Juan Manuel Santos y de Óscar Iván Zuluaga, varios senadores, el director de la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI), los proyectos de infraestructura más grandes de la historia de Colombia, la Bolsa de Nueva York, la justicia de Estados Unidos y funcionarios públicos de todos los rangos que van desde un viceministro hasta presidentes. La cosa empezó cuando los gringos lograron que los directivos de Odebrecht, ya con su jefe capturado, confesaran que la firma brasileña, con el fin de asegurarse de que les adjudicaran los contratos más jugosos, había entregado 718 millones de dólares en sobornos a lo largo y ancho de América Latina. Aunque la Fiscalía hoy habla de 33 millones de dólares, y Otto Bula dice que son 50, en ese entonces se dijo que habrían aterrizado en Colombia solamente 11,1 millones de dólares. La confesión del exviceministro de Transporte del gobierno de Uribe, Gabriel García Morales, permitió establecer que este último recibió 4,6 millones de dólares para favorecer a la constructora en su propósito de quedarse con la concesión de la Ruta del Sol II, y que los otros 6,5 millones llegaron a manos del senador Otto Bula con el fin de que repartiera sobornos con el mismo objetivo. Desde ese entonces, el país ha ido conociendo a cuenta gotas los alcances de un escándalo que ha escalado hasta las más altas esferas del poder. Comparado con países como Perú y Brasil, el caso colombiano era el menos importante de la región Aun cuando la palabra Odebrecht ya esté incrustada en el imaginario de los colombianos como un sinónimo de corrupción, pocos entienden hasta dónde llegaban y cómo operaban los tentáculos de la multinacional brasileña en el país. A diferencia del proceso 8.000, en el que la historia era tan simple como que unos narcos le dieron plata a un candidato presidencial, este episodio no ha sido fácil de explicar. Si se hiciera un gráfico conceptual de las conexiones entre los protagonistas, no habría flechas, sino una telaraña. Le recomendamos: Esa muestra no debía llegar al instituto, pero como llegó, investigamos: Medicina Legal sobre restos de Pizano A grandes rasgos, en Colombia el enredo se ha concentrado en cuatro temas centrales: 1) el proyecto Ruta del Sol II; 2) la adición del tramo Ocaña-Gamarra sin licitación; 3) el contrato para recuperar la navegabilidad del río Magdalena; 4) la entrada de dineros de Odebrecht a las campañas presidenciales. Todas esas vertientes, profundamente entrelazadas, han hecho que, por sus efectos, el accionar de la multinacional brasileña en Colombia sea registrado como el protagonista de 2018.

Iván Duque, Néstor Humberto Martínez y Jorge Enrique Pizano El testimonio que dejó Jorge Enrique Pizano, quien se había desempeñado como controller del consorcio Ruta del Sol II, para que Noticias Uno lo hiciera público después de su muerte, hizo que los primeros dos temas saltaran al centro del debate nacional. El impacto que en el país tuvo ese relato fue determinante. Además del factor trágico que rondaba la muerte de Pizano y de su hijo Alejandro, el fondo de lo que se conoció en esa entrevista y en posteriores grabaciones estremeció a todo el mundo. Está más que claro que Odebrecht entregó sobornos para quedarse con el millonario contrato en el que el socio minoritario era Corficolombiana, empresa del Grupo Aval. Pero aún queda por establecerse si esta tenía conocimiento de los sobornos. A raíz de ese y otros hechos, el valor de las acciones del Grupo Aval han caído en un 20 por ciento, las del Banco de Bogotá en un 17 por ciento y las de Corficolombiana en un 35 por ciento. Como si eso fuera poco, la fortuna personal de Sarmiento ha decrecido en alrededor de 3.000 millones de dólares. Aun así, Sarmiento está muy lejos de estar quebrado y el tema económico no es el mayor de sus problemas. Como las acciones de Aval se transan en la bolsa de valores de Nueva York, la justicia de Estados Unidos tiene la potestad y los dientes para llegar al fondo de este caso. Luis Carlos Sarmiento Junior ya declaró ante las autoridades norteamericanas que su organización nunca supo de los sobornos y que ellos, por el contrario, son víctimas. Ese testimonio contrasta con las declaraciones de los brasileños, quienes aseguran que José Elías Melo, entonces presidente de Corficolombiana, estaba enterado de todo. Falta oír el resto de la versión de los brasileños, pues ya confesaron que no habían dicho toda la verdad. Si se logra establecer que Aval sabía de los sobornos, la organización se expone a una multimillonaria multa. Odebrecht puso contra las cuerdas no solo a grandes personajes de la vida nacional, sino a la propia institucionalidad del país El fiscal, por su parte, ha sido blanco de profundos cuestionamientos por el manejo que le venía dando al caso de Odebrecht. Martínez estaba llevando a cabo una gestión destacada contra la corrupción hasta que Odebrecht lo descarriló. Sus críticos ya no solo lo señalan por sus múltiples conflictos de interés, sino de haber sabido de esos sobornos, lo cual no está probado. Aunque a raíz de la revelación de los audios de Pizano el fiscal se vio contra la cuerdas, se defendió como un león en el debate en el Senado, que se convirtió en el espctáculo político del año. Eso desembocó en el nombramiento de un fiscal ad hoc para los temas de Odebrecht. Sin embargo, de las 17 líneas de investigación que adelanta el ente acusador en esa materia, Leonardo Espinosa solo recibirá dos: aquellas en las que Martínez se declaró impedido. Le recomendamos: El poder “amplio y suficiente” que el ahora fiscal ‘ad hoc’ otorgó a Martínez Neira Entre esas está el caso de las exministras Cecilia Álvarez y Gina Parody. Con ese proceso, al igual que con el de la plata que entró en las campañas presidenciales, seguramente no pasará nada pues ya están archivados. Las contribuciones de Odebrecht tanto a las dos campañas de Santos como a la de Zuluaga están condenadas a quedar en el olvido. No obstante, del caso de la adición Ocaña-Gamarra, que enredó a las exministras por un presunto favorecimiento de sus intereses económicos, se deriva una rama que todavía sigue viva: el proceso contra el exdirector de la ANI, Luis Fernando Andrade. Luego de enfrentar su defensa en prisión domiciliaria, Andrade acaba de obtener la libertad y hoy se encuentra de vacaciones en Estados Unidos, país del que es ciudadano y que lo ha apoyado en este caso. Este señor, visto por todo el mundo como un hombre decente y de principios, ha tenido que cargar con el lastre de tener más cargos que cualquiera de los corruptos legendarios. Este es un capítulo de la novela que apenas comienza. A Andrade lo acusan, entre muchas otras cosas, de haber autorizado la adición del tramo Ocaña-Gamarra sin abrir licitación. Él se defiende al decir que eso no solamente fue aprobado por el Conpes, en el que estaban presentes tanto el presidente como el entonces superministro Néstor Humberto Martínez, sino que la decisión también estuvo soportada por un concepto de Martínez cuando era el abogado de Sarmiento. El hoy fiscal general y el exdirector de la ANI tienen interpretaciones opuestas sobre ese concepto. Se sabrá quién de los dos tiene la razón en la citación en la que un juez, en un hecho sin precedentes, citó al fiscal como testigo.

La consulta anticorrupción no alcanzó el umbral, pero llegó a una votación cercana que se convirtió en todo un hecho político. En cuanto al contrato de navegabilidad del río Magdalena, donde también era socio Odebrecht, el problema gira en torno a un préstamo de 120.000 millones de pesos que recibieron del Banco Agrario, con una tasa de interés muy favorable, a pesar de que la Superintendencia de Industria y Comercio conocía ya la situación financiera de Odebrecht. La junta del Banco Agrario a la que pertenecían, entre otros, los entonces ministros de Hacienda y Agricultura, aprobó ese préstamo. A pesar del rating, la telenovela no ha terminado. faltan todavía varios capítulos Lo cierto es que el escándalo de Odebrecht en Colombia ha tocado todas las ramas del poder público y ecónomico. Esto tiene al país sumido en un desencanto general y en una profunda falta de optimismo hacia el futuro. La gente ya no cree en nada. La abrumadora votación de más de 11 millones de votos, obtenida en la consulta anticorrupción, en un domingo no electoral, confirma este fenómeno. Aún quedan muchos nudos por desenredar y el país, hasta ahora, solo conoce una parte de la historia. Falta ver y medir las implicaciones que esto va a tener en el sector financiero y en el de infraestructura. Hay grandes obras que el país necesita paralizadas por cuenta de este escándalo. No se sabe todavía qué van a decir los brasileños, qué va a pasar con las multas y condenas que les han puesto a las empresas involucradas, cuál será el impacto que esto tenga en el Grupo Aval, qué consecuencias tendrá para la calificación de riesgo del país o quiénes terminarán tras la rejas.