El Pacto Histórico tiene la bancada más grande del Congreso, las presidencias del Senado y la Cámara, el control de las comisiones económicas y la representación más amplia en el Gobierno. Sin embargo, su figuración ha sido más por escándalos y peleas internas que por su agenda legislativa.

El más reciente golpe vino esta semana, paradójicamente, por cuenta del presidente Gustavo Petro, quien firmó la extradición a Estados Unidos de Álvaro Córdoba, hermano de la senadora Piedad Córdoba.

Si bien no hay delitos de sangre, esta noticia no hizo más que revivir los cuestionamientos en torno a la congresista, incluida en las listas del Pacto Histórico a pesar de sus investigaciones por Farcpolítica, sus presuntos nexos con Álex Saab, señalado testaferro de Nicolás Maduro, y sus visitas a extraditables en las cárceles en la pasada campaña.

La noticia de la extradición se conoció apenas una semana después del escándalo protagonizado por el senador Álex Flórez, que estando borracho insultó a unos policías, mientras intentaba ingresar con quien sería una trabajadora sexual a un hotel en Cartagena.

La justificación de Flórez resultó peor: “A mí me eligieron para hacer las leyes, no para que me comportara como el ejemplo nacional”, dijo en Blu Radio.

Aunque la reacción del Pacto Histórico fue tímida, Gustavo Bolívar, David Racero y Roy Barreras salieron a rechazar lo sucedido.

La colectividad reveló que por ahora no le puede aplicar una sanción a Flórez, pues aún no tienen un código de ética. Lo máximo que se pudo hacer fue convocar a un retiro espiritual, el 15 de septiembre, con el fin de analizar el tema.

Al Pacto Histórico también le han cuestionado que algunos de sus miembros no han llegado con la mejor preparación para asumir la labor legislativa. Uno de los episodios que más críticas provocó fue lo sucedido con la representante Susana Gómez, conocida como Susana Boreal, quien reveló en un debate que no sabía adherir a una proposición.

Más escandaloso resultó el episodio protagonizado por las senadoras Clara López e Isabel Zuleta, quienes no tuvieron problema en oponerse a la reducción de salarios de los congresistas. Esto no cayó bien al venir de senadoras del Pacto Histórico, una fuerza política que llegó al Congreso con la promesa del cambio.

Sin banderas

Algo que ha empezado a suscitar preocupación en la bancada es que por estar pendientes de los escándalos están perdiendo sus banderas.

Así ocurrió, por ejemplo, con el proyecto para reducir el salario de los congresistas. Aunque la iniciativa fue presentada pocos días después de instalarse el Congreso, causó indignación el anuncio de que entraría en operación a partir de 2026, es decir, no aplicaría para los actuales parlamentarios. Lo anterior, para evitar que, como ha ocurrido antes, los congresistas se declaren impedidos a la hora de debatir este proyecto.

Algo que ha empezado a suscitar preocupación en la bancada es que por estar pendientes de los escándalos están perdiendo sus banderas.

El tema generó una discusión jurídica que bloqueó el trámite de esta iniciativa. Mientras que el petrismo se rasgaba las vestiduras, el senador Jota Pe Hernández, de la Alianza Verde, presentó un proyecto para eliminar la prima de servicios de los congresistas, cercana a los 14 millones de pesos, y anunció que aplicaría de forma inmediata. Con esto se llevó los reflectores y una bandera del Pacto Histórico.

Para completar el golpe, la Comisión Primera del Senado aprobó esta semana, en primer debate, el proyecto que reduce las vacaciones de los congresistas, una reforma de autoría de la bancada de Cambio Radical. Otro round perdido por el petrismo.

En la Cámara de Representantes se le adelantaron con el paquete ambiental, animalista y de legalización de las drogas, temas que habían sido claves para los petristas en la campaña.

La semana pasada, la Comisión Primera de la Cámara aprobó en primer debate la prohibición de las corridas de toros. Esta semana avanzó el proyecto que declara la naturaleza como sujeto de derechos y arrancó la discusión de la legalización de la marihuana. Todos son proyectos del Partido Liberal.

Otra de las líneas gruesas del Pacto Histórico desde la campaña es el compromiso con las reformas para que las universidades públicas tengan más recursos, pero aquí también parecen estar perdiendo la delantera. Según revisó SEMANA, ya existe un proyecto radicado por Jennifer Arias, representante del partido Dignidad, en el que se plantea una reforma a la Ley 30, el pedido histórico de los estudiantes de educación superior.

El petrismo también está quedando en deuda con grandes promesas, como la eliminación del Esmad y el desmonte del 4 × 1.000, temas que desde el Gobierno anunciaron que no se pueden cumplir.

En lo que sí ha estado a la vanguardia el Pacto Histórico es en las propuestas de reformas de tipo institucional, entre las que están la que busca eliminar el Consejo Nacional Electoral (CNE) y la modificación de la elección de contralor y procurador para que sea por meritocracia.

En materia ambiental, radicaron la eliminación del fracking, iniciativa que es apoyada por el Gobierno, y la norma que establece mayor control para la deforestación. Asimismo, en el paquete social están el proyecto que convierte a los campesinos en sujetos de derechos, la disminución en la cotización a salud de los pensionados y la legalización de la marihuana, aunque en este último punto ya se les adelantó el Partido Liberal.

Sin embargo, ninguna de estas iniciativas ha sido puesta en discusión y el tiempo apremia, pues el Congreso deberá dar prioridad a proyectos del Gobierno que tienen mensaje de urgencia, como la reforma tributaria, la modificación al Código Electoral, la ley de paz total y el presupuesto general. Lo que no logre avanzar en los próximos días estará destinado al hundimiento.

La idea de llenar el Congreso de personas nuevas que provienen de todos los sectores ha terminado por jugarle en contra al Pacto Histórico, que no ha logrado encontrar cohesión en su bancada. Esto se ha hecho evidente con los constantes enfrentamientos que se viven en las filas petristas.

Entre los casos más sonados está la pelea por las presidencias de dos comisiones del Congreso, en las que, a pesar de que estaba acordado que serían para el Pacto Histórico, no hubo consenso frente a quién ocuparía esa dignidad. En la Comisión Cuarta de Senado, Paulino Riascos le ganó el puesto a Wilson Arias, mientras que, en la Comisión Séptima de la Cámara, Agmeth Escaf se le adelantó a María Fernanda Carrascal.

Más delicado resultó el enfrentamiento que le narraron dos representantes del Pacto a SEMANA, en el que el congresista Alfredo Mondragón y el presidente de la Cámara, David Racero, estuvieron a punto de irse a mayores en medio de una discusión en la plenaria. Llegó a tal punto que Racero tuvo que abandonar el recinto por unos minutos para evitar una confrontación mayor.

También se han vuelto constantes las discusiones entre Roy Barreras y Gustavo Bolívar, quien no pierde oportunidad para lanzarle críticas al presidente del Congreso.

No obstante, es de resaltar que Bolívar ha sido uno de los pocos líderes del Pacto Histórico que ha salido a pedirles coherencia a sus compañeros y no ha tenido problema en criticar al Gobierno cuando considera que está faltando a alguna de las promesas de cambio. Por ejemplo, sentó su voz de protesta cuando se supo que el Gobierno estaba pujando en medio de la elección de contralor. Esto le ha costado enfrentamientos con sus compañeros, pero él asegura que “hay que cuidar el proyecto”.

El Pacto Histórico es una de las fuerzas más plurales del Congreso, con diversidad de voces que vienen de diferentes sectores sociales. No obstante, lo que es su mayor virtud también parece estarse convirtiendo en su mayor defecto. En medio de la falta de cohesión, la pérdida de sus banderas y las divisiones, la bancada parece estar viviendo una tormenta perfecta justo cuando el presidente más la necesita.