Despegó el 4 de septiembre de Georgetown, en una de las paradisiacas islas de Bahamas. Volaba rumbo a algún punto de Venezuela. La comunicación con la avioneta se perdió media hora después del despegue. ¿Dónde debía aterrizar? ¿Con quién viajaba? ¿Quién lo contrató? Y las preguntas más importantes que le importan de verdad a su familia: ¿dónde está Sebastián? ¿Qué le ha pasado? ¿Por qué no da señales de vida desde aquel día? ¿Por qué tampoco se sabe nada del avión?
Sebastián Humberto Sánchez Araújo tiene 19 años. La aviación era su pasión tanto como viajar y conocer el mundo; y ser piloto, su sueño. En 2019 ingresó en la Epic Flight Academy, de Florida, y un año después obtuvo su licencia para surcar los cielos al mando de una aeronave. Pero quería dar un paso más, y en marzo de 2021 consiguió la de piloto comercial.
Orgulloso, con el carné en la mano, se puso a buscar trabajo. Pero el sector de la aviación estaba hundido tras las duras restricciones por la pandemia. Sebastián solo conseguía contratos esporádicos para realizar vuelos chárteres por el Caribe, sobre todo en República Dominicana, Bahamas y Nassau. En agosto volvió a Colombia.
Estando en el país, recibió una llamada para un vuelo de Bahamas a Venezuela. Esa es la única información que tiene confirmada su papá, Humberto Sánchez, quien fuera un polémico alcalde de San Vicente del Caguán. Miembro del Centro Democrático, nunca le tembló la voz para criticar con dureza a la guerrilla. Su mandato coincidió con las negociaciones de La Habana, por lo que con frecuencia chocaba con el Gobierno de entonces.
Al principio, la mamá de Sebastián, de la que está separado, le dijo que esperaran antes de alertar a las autoridades, pues el chico no llamaba todos los días.
Pero, a medida que transcurrían las jornadas sin noticias, aumentaba la angustia. Hasta que Humberto Sánchez empezó a movilizarse para localizar al mayor de sus cuatro hijos. Denunció la desaparición, habló con la Policía Nacional, con Interpol, con autoridades norteamericanas, buscaron por los hospitales de los países en los que pensaban que podía estar. Pero no hallaron rastro alguno de su hijo.
“No descarto ninguna hipótesis”, le dice Sánchez a SEMANA. Además de accidentado y hospitalizado, llegó a plantearse la posibilidad de que estuviera preso; pero amigos abogados de la familia constataron que en ninguno de los países de la zona figura como detenido.
Una de las informaciones que lo inquietaron fue la relativa a una escuela de aviación de Florida que están investigando, pues algunos alumnos pudieron ser captados por redes de narcotráfico. Es lo que llaman en el argot de los pilotos “vuelos negros”. De ahí que considere que también pudieron engañar a su hijo.
“Les pintan pajaritos y los enredan, porque son jóvenes con ganas de trabajar”, comenta, en un tono triste, el exalcalde. Y, si Sebastián se dirigía con la avioneta a Venezuela, quizá el objetivo marcado era llegar al estado de Apure, donde, según las autoridades, proliferan los laboratorios de cocaína y las pistas clandestinas.
“Conseguí meterme en sus redes sociales para ver si arrojaba algún dato que ayudara a encontrarlo. Pero solo hay una conversación con un amigo al que le manda unas coordenadas. Quizá sea un indicativo de que algo sospechaba”, piensa Sánchez.
Alberga la esperanza de contar con la colaboración de Venezuela. Si era su destino final, es donde pueden localizarlo. No considera que importe su filiación política. Buscar a un piloto desaparecido, de solo de 19 años, es, antes que nada, una tarea humanitaria.