Las noticias sobre la inseguridad en Bogotá cada vez son más frecuentes. Sin embargo, las que suceden al interior del propio hogar suelen estremecer a las familias. SEMANA habló con una de ellas, que quiso contar su historia con el objetivo de poder alertar a otros para que no vivan lo mismo. La mujer, víctima de un robo que puso en peligro su vida, se encuentra ya fuera de peligro, pero estuvo hasta el domingo en la Fundación Santa Fe.
“Mi hermana ya está estable clínicamente, pero está muy mareada todavía, con la memoria enredada, muy cansada y pues muy bajada de ánimo”, sostiene su hermano, quien prefiere guardar su nombre porque avanza la investigación judicial. El hombre cuenta que su hermana terminó en ese drama por cuenta de una mala contratación. Llevaba buscando meses una buena empleada. Y al final, tras dar vueltas en ese proceso, decidió contratar una agencia para que le ayudara en esa búsqueda.
El objetivo de irse por la agencia era precisamente poder tener seguridad de quién entraba a cuidar su hogar y a sus hijos. Al final, sucedió algo peor que cualquier pronóstico. “Se presentó allá con papeles falsos y aprovechó que ella estaba sola y le dio un coctel de sustancias. Al final, le robó todo”, cuenta.
Su hermana estaba feliz porque había conseguido una persona ideal, empática y muy querida con su familia. A pesar de que habían pasado pocos días, no más de una semana, ya había confianza. Hoy se sabe que la mujer no era ninguna empleada de servicio, sino que usó una identidad falsa para entrar a robar.
La familia se enteró del robo por una mezcla de suerte y la llamada de un conocido. A él le marcó un funcionario del colegio de su sobrino a preguntarle por qué nadie había salido a recogerlo en el paradero. “Yo estaba en Cartagena, pero yo entendía que mi sobrino iba a dormir con mi mamá porque los papás no estaban”, dijo. En ese momento pensó que nadie había dado la instrucción al colegio y lo único que hizo fue pedirle a la ruta que llevaran al menor a la casa de su abuela.
Al rato, decidió llamar a una cuñada a preguntarle si sabía cuándo volvían los papás del niño. La realidad es que solo el papá estaba de viaje, pero su hermana en teoría debía estar en la casa. El hombre, por cuenta de que no es la primera vez que son víctimas de un episodio de inseguridad, se alarmó.
Hace menos de un año, él mismo fue víctima de un robo con escopolamina, en una situación alarmante en la que tuvo que intervenir el Gaula. Desde ahí, la familia, ya con miedo, decidió entrelazar la aplicación Find my Phone para saber dónde estaban todos, siempre.
Buscaron el celular de ella y aparecía a varias cuadras de su casa en la 116 con séptima. Arrancaron a buscarla. Llamaron a las autoridades, hasta que alguien en la familia decidió llamar a la portería. El celador les dijo que ella estaba dentro de la casa.
Llegaron con cerrajeros y abrieron la puerta. La mujer estaba desvanecida, inconsciente, desde hace varias horas. “El cuñado de mi hermana encontró la casa revolcada completamente y a ella ida”, dijo.
La escena mostraba claramente lo que había pasado. La supuesta empleada los había robado. Se llevó todo lo que pudo: todas las joyas de ella, el celular, dos relojes de alta gama, el computador, el iPad y todo lo que era de valor y podía ser transportado.
“Lo más aterrador es que de cinco miembros de la familia, ya a tres, nos ha pasado algo así. A mi mamá la robaron en un cajero también”, dice. El hombre cuenta que cuando él fue víctima de la escopolamina, los estragos fueron enormes; no pudo, por ejemplo, manejar por 45 días, pues los problemas de equilibrio eran constantes.
La mujer se está recuperando, pero las secuelas físicas aún están y las emocionales son aún más profundas. En este momento, la investigación judicial avanza.