Desde el 2 de junio de 2022, la vida no volvió a ser la misma para la familia Gámez Amaya. “Su hermano cayó a un abismo y está desaparecido, aún no lo encontramos”, fueron las desgarradoras palabras que tuvo que escuchar Ricardo de un uniformado de la Policía de Pereira. La llamada que le hicieron a las cuatro de la madrugada le desmoronó el mundo en mil pedazos.
No era para menos, su hermano menor Julián David, de 36 años, mayor de la Policía y para ese entonces subcomandante de la Estación de Pereira, fue visto por última vez en medio de un operativo en la zona boscosa que limita sobre el río Otún aledaña al puente Curtiembres, en la capital de Risaralda. Como si literalmente se lo hubiera tragado la tierra, Julián no volvió a aparecer, y hoy, pocos días después de haberse cumplido diez meses del trágico suceso, su paradero sigue siendo un verdadero enigma. Mientras tanto, el dolor tanto en Ricardo como en Hugo, su otro hermano, y sus padres es cada vez más fuerte.
Ese día, el 2 de junio, en horas de la noche, como si se tratara de una cruel cita con el destino, Julián se disponía a descansar en su casa después de una extensa jornada laboral, cuando fue notificado de la puesta en marcha de un operativo para arrestar a tres delincuentes. Minutos antes habían retenido en contra de su voluntad a un comerciante de la ciudad, tras un hurto fallido, y lo habrían obligado a montarse a una camioneta, por lo que no le quedó más remedio que salir y cumplir con su deber.
El secuestro se perpetró en el centro de la ciudad y de inmediato las autoridades iniciaron la persecución, lo que llevó a los delincuentes hasta el puente Curtiembres. Al verse asediados, dos de los bandidos abandonaron el carro y huyeron a pie, internándose en la parte boscosa, y tratando de evadir su responsabilidad se lanzaron al río desde un abismo de 83 metros de altura. Por su parte, el conductor, quien nunca se bajó del vehículo, fue capturado, mientras que la víctima fue rescatada y dejada en libertad.
¿Qué pasó con el mayor?
El operativo ya estaba finalizando y el mayor Julián David Gámez llegó hasta este puente en la vía que de Pereira comunica a Marsella junto con su conductor. Desde ese momento todo es una incógnita, pues no hay una certeza clara de qué fue lo que ocurrió con el uniformado.
Gámez, según el relato de la Policía, se bajó de la patrulla y empezó a recorrer la zona para buscar unas armas que habrían sido arrojadas por los delincuentes.
Minutos después, cuando se disponían a dar por terminado el operativo y a retirarse del lugar, se percataron de la ausencia del mayor y se desplegaron para tratar de ubicarlo. En una inspección cerca a la orilla del río, las autoridades no solo encontraron a los delincuentes, que se habían lanzado horas antes –uno de ellos falleció y el otro estaba herido–, sino que también hallaron el celular y la cartera del mayor, lo que llevó a las autoridades a concluir que el uniformado habría caído al río Otún.
Más dudas que certezas
Sin embargo, para Ricardo y Hugo lo sucedido con su hermano deja muchas incógnitas, empezando por las diferentes versiones que la Policía les entregó frente a lo sucedido. “Cuando me llamaron a las cuatro de la madrugada, me indicaron que los delincuentes se lanzaron al río y mi hermano se fue detrás de ellos para tratar de capturarlos”, contó Ricardo.
Cuando recibió la llamada, Ricardo se encontraba en Garagoa, Boyacá, y de inmediato se dirigió hacia Bogotá en su vehículo, donde posteriormente tomó un vuelo que lo llevó hasta Pereira. Al llegar al lugar de los hechos, hacia las tres de la tarde del viernes 3 de junio, le entregaron una nueva versión de lo sucedido.
“Me dijeron que Julián se bajó de la patrulla y empezó a caminar con una linterna por todo el borde de la carretera buscando las supuestas armas que habían arrojado los delincuentes, y poco a poco se fue alejando del lugar y no volvieron a saber de él. La conclusión es que mi hermano habría caído al abismo, pero nadie lo vio ni se escucharon gritos ni voces de auxilio”, comentó Ricardo.
Ahora, en cuanto al celular y la billetera que encontraron de Julián, sus hermanos también hacen fuertes reparos. “Cómo es posible que con un abismo de 83 metros el teléfono estuviera en perfectas condiciones, sin ningún rayón. Además, encontraron las tarjetas bancarias partidas, pero la billetera estaba en perfecto estado, es algo ilógico”, comentó Ricardo.
Lo que tampoco se explican sus hermanos es por qué la pistola de dotación apareció en el mismo lugar en el que encontraron sus otras pertenencias, pero cinco días después de lo acontecido. “Los bomberos y organismos de socorro estuvieron inspeccionando el lugar varios días, pero no encontraron nada, y fue un agente del CTI el que halló la pistola en la misma zona. Eso es inaudito, pues se trataba de un área visible”, dijo Hugo.
Ya han pasado diez meses y Julián sigue sin aparecer. Sus hermanos desconfían de la versión de la Policía y exigen verdad y justicia, no solo por las dudas que les deja el proceso, sino también porque semanas después de lo sucedido un familiar recibió un mensaje a través de Facebook en el que les advertía que “solo la Policía conoce la verdad de qué sucedió con Julián” y misteriosamente el perfil desapareció después.
“La Policía es la única que sabe dónde está Julián. Nosotros consideramos que mi hermano o se enteró de algo o no quiso participar en ciertas cosas, y ahora es él quien no aparece”, comentaron. Al momento de su desaparición, Julián llevaba diez meses en Pereira.
SEMANA llamó en reiteradas ocasiones al comandante de la Policía Metropolitana de Pereira, el coronel Javier Gallego, para conocer su versión de los hechos y su opinión frente a los cuestionamientos de la familia Gámez, pero el uniformado no contestó a las llamadas.
Por su parte, para el secretario de Gobierno de Risaralda, Israel Londoño, uno de los funcionarios del departamento que acompañó los operativos de búsqueda, lo sucedido con Julián se trató de un triste accidente.“La teoría que nos dieron los organismos de socorro es que el mayor pudo haber caído al río Otún y ese es un río que después desemboca en el Cauca, por lo que fácilmente la corriente se lo pudo haber llevado agua abajo”, afirmó Londoño, quien, además, defendió el actuar de la Policía. “Es un poco temerario señalar que al mayor posiblemente lo desaparecieron. La policía de Risaralda y de Pereira siempre ha sido muy sana y aquí no hay una presencia de grupos poderosos al margen de la ley que den pie a pensar que a un mayor de la Policía lo vayan a desaparecer así de esa manera”, comentó.
Investigación nula
A raíz de las pocas respuestas que han entregado la Policía y los organismos de socorro ante la desaparición del mayor Gámez, sus hermanos instauraron una denuncia por desaparición forzada en persona protegida. Sin embargo, alertan de que el avance de la investigación ha sido prácticamente nulo.
“Para el caso de mi hermano, en menos de diez meses han asignado tres investigadores del CTI, pero ninguno ha continuado al frente de las indagaciones, y hoy ni la Fiscalía ni la Policía nos dan una respuesta clara de qué pasó con Julián”, precisó Hugo.
Es por ello que Hugo le mandó una carta a la procuradora Margarita Cabello solicitándole el traslado del expediente completo de su hermano al despacho de la Fiscalía Especializada de Desaparición Forzada en Bogotá y que se le compulse copias al director de la Fiscalía Seccional Pereira para que explique por qué los tres investigadores del CTI renunciaron y se apartaron del caso. De este hecho inusual no hay un argumento claro.