La planeación del operativo contra las disidencias de las Farc en una vereda de Puerto Leguízamo (Putumayo) inició en septiembre de 2021. En ese entonces, el Ejército puso en la mira a integrantes del frente 48 o Comandos de Frontera (CDF), una herencia de la desaparecida guerrilla que terminó aliada con la Constru, una banda de narcotraficantes en ese departamento, y un capo conocido con el alias de Sinaloa, que murió en 2018.
Alias Bruno, cabecilla de la subcomisión financiera de esa disidencia, se convirtió en un objetivo para la fuerza pública a partir de ese momento. Se mueve como pez en el agua por Alto Remanso, un caserío a cuatro horas en lancha por el río Putumayo desde Puerto Asís, epicentro del operativo militar el pasado 28 de marzo, en el que murieron 11 presuntos disidentes de las Farc.
Alias Bruno está a cargo de comprar la pasta base de coca y empezó a dejar huella de sus movimientos por cuenta de su inexperiencia. Inteligencia militar le empezó a pisar los talones gracias a su indisciplina, pues es un hombre al que le gustan el licor y las “mujeres alegres”, como las llaman en la vereda. Se calcula que por sus manos pasan por lo menos hasta 1.200 millones de pesos en una sola compra masiva de pasta base de coca.
Bruno es realmente Carlos Loaiza Quiñones. Tiene 37 años y en marzo pasado visitó con frecuencia Alto Remanso. Allí, en medio de polvorientas calles, apenas hay unas 15 viviendas, algunas alejadas entre sí y cubiertas por tablas y tejas de zinc. Sus pobladores viven mayoritariamente de las plantaciones de coca porque el Estado nunca ha llegado: ni antes ni después del acuerdo de paz con las Farc.
Según el Ejército, entre el 5 y el 13 de marzo, Bruno fue visto rodeado de hombres armados que lo movieron en botes hasta el embarcadero de Alto Remanso. De acuerdo con testigos, se le vio ostentoso, con bolsas y canecas repletas de dinero. Pagaba hasta 2.700.000 pesos por un kilo de pasta base de coca que él y su organización vendían luego al doble en límites con el Ecuador.
Inteligencia militar tiene las imágenes de esos movimientos. La entrada y salida de alias Bruno de Alto Remanso ya era común y frecuente desde noviembre de 2021. Los fines de semana eran sus días preferidos porque, según fuentes que colaboran con las autoridades, tenía participación económica en el burdel de la vereda.
El 17 de marzo, 11 días antes de la operación militar, el Ejército alistó sus tropas y las transportó en helicóptero a una distancia de 16,8 kilómetros del caserío. Un grupo de 24 uniformados de camuflado descendió en un helicóptero de noche. La idea consistió en sobrevolar la zona para confundir a las disidencias que operan en este punto de la geografía, el frente 48 y la estructura Carolina Ramírez, al mando de Iván Mordisco y Gentil Duarte, que libran una guerra territorial a muerte por el negocio de la coca.
Los militares caminaron entre tupidas montañas, cruzaron dos caños de la quebrada El Yate y se ubicaron a escasos metros de las viviendas de Altos del Remanso, entre los puntos conocidos como Llamadero y Casa Soto, a orillas del río Putumayo.
Según la información, por esos puntos se mueve Bruno. En esos días conocieron la invitación a un “bazar cocalero” organizado, al parecer, por las disidencias de las Farc y al que congregaron a pobladores del Bajo Remanso, La Reforma, Concepción y otros caseríos cercanos. La invitación estaba escrita en computador, aunque después circularon hojas con anotaciones a mano.
Sobre el objetivo del bazar hay dos versiones. Una relacionada con el recaudo de recursos para mejorar las vías rurales, y la del Ejército, que señala que fue un bazar para comercializar la pasta base de coca. “Era una fachada porque alias Bruno, que tiene alianzas con la Segunda Marquetalia de Iván Márquez, quería garantizar la totalidad de la compra de la pasta base de coca”, dijo una fuente militar a SEMANA.
Recientemente, según fuentes, los pobladores también le han vendido pasta base de coca al frente Carolina Ramírez, que comanda Gentil Duarte, y eso ha generado molestias.
Asistencia obligatoria
Al bazar concurrieron hombres armados, como lo prueba el Ejército en videos. También civiles, en su mayoría obligados a participar. Allí hubo consumo de cerveza en grandes cantidades y whisky de marca Buchanan’s, cuya botella en Bogotá se puede conseguir por 100.000 pesos, pero que en las selvas del Putumayo puede costar el triple. ¿Tienen recursos económicos los campesinos de esta olvidada región del país para comprar dicho licor?, se pregunta el Ejército en Puerto Asís.
La cita al bazar, de acuerdo con inteligencia militar, era obligatoria. De lo contrario, las personas tendrían que pagar hasta un millón de pesos de multa.
La Defensoría del Pueblo documentó, en una de sus alertas tempranas, que en agosto de 2018 las disidencias del frente 48 de las Farc le cortaron los dedos de la mano a un campesino por negarse a asistir a sus bazares. El hombre fue desterrado de la zona. Desde ahí, todo el mundo acude bajo temor a estas citas.
El Ejército, ese día, buscaba a alias Bruno y a sus hombres, puntualmente en el embarcadero, el único lugar de entrada y salida del caserío. Un tirador de alta precisión del Ejército se dedicó a registrar durante varios días quiénes entraban y salían de Alto Remanso.
Según el reporte de los militares a sus superiores, el 26 de marzo se vieron a cuatro hombres armados que llegaron al caserío a las 4:26 de la tarde. Al día siguiente, a las 5:30 de la mañana, llegaron otros diez más. Y a las 4:10 de la tarde, otro número de hombres armados llegaron a Alto Remanso.
Un militar que espió el caserío durante dos días, entrando y saliendo del río Putumayo, y cubierto de agua hasta los ojos, también testificó la presencia de hombres armados en el bazar. “¿Dónde está el equipo de los Comandos de la Frontera?”, alcanzó a escuchar el uniformado cuando preguntaban desde la vereda por uno de los grupos de fútbol que se disputaría un torneo.
Los ojos del tirador de alta precisión fueron testigos de la entrada y salida constante de hombres armados. Y él, según conoció SEMANA, tiene una bitácora en su poder en la que relata minuto a minuto lo evidenciado como parte del ejercicio militar. Ese documento será una de las pruebas que analizará la Fiscalía.
Aunque el Ejército confirmó que el bazar en Alto Remanso iniciaba el último viernes de marzo, prefirió realizar la operación hasta el lunes siguiente, cuando, según se preveía, los disidentes abandonarían el caserío después de comprar la coca. En la madrugada del domingo, según testimonios obtenidos por esta revista, gran parte de las lanchas empezó a salir.
La operación comenzó, según los reportes internos del Ejército, sobre las 7:20 de la mañana del lunes 28 de marzo. En el embarcadero, donde solo quedaban tres botes, se lanzó el primer disparo. El tirador de alta precisión disparó contra un hombre armado, quien cayó al piso. El segundo y el tercero no resistieron los balazos.
Los cuerpos quedaron tendidos sobre la orilla del río Putumayo. En el caserío no había mucha gente, según el Ejército. No obstante, permanecían 11 presuntos disidentes de las Farc, además de un grupo de civiles que esperaban el remate del bazar, según se leía en la invitación.
Bruno, de acuerdo con el Ejército, alcanzó a escapar del lugar y está vivo. Hombres armados que estaban junto con la comunidad se enfrentaron contra los militares. Uno de los uniformados, Rebinson Beleño, resultó herido en uno de los brazos. El reporte militar confirma que eso ocurrió a las 7:30 de la mañana del 28 de marzo.
Los disparos venían de un lado y del otro. El Ejército dice que, desde una vivienda de dos pisos, provino el mayor número de disparos contra los uniformados. Será la Fiscalía, por medio de informes de balística, la que determine de dónde provenían las balas.
Uno de los primeros en morir fue alias Managua o Enuar Ojeda Sánchez. La inteligencia militar tiene información que apunta a que compraba pasta base de coca para las disidencias de las Farc. Lo señalan de reclutar niños y le hacen seguimiento por otros delitos, entre ellos, homicidio.
Otro de los fallecidos es alias Rogelio o John Jairo Silva. Minutos antes de fallecer quedó registrado en un video del Ejército portando camiseta roja y un arma atravesada en la espalda. Hizo parte de las extintas Farc. Por su parte, alias Gordo Anillo o Chiqui sería el encargado de relacionar la compra de pasta base de coca de Bruno. Hay fotografías de él con un arma de fuego y comprando la pasta.
Inteligencia militar también habla de alias Crespo o Enano. Su posible identidad es José Antonio Peña Otaya, quien al parecer hizo parte de la seguridad de alias Bruno. Pablo Panduro Coquinche, gobernador indígena, a quien las autoridades identifican como alias Pantalón, también falleció.
SEMANA conoció una declaración que tiene inteligencia militar de un excomandante guerrillero del frente 48 de las Farc, quien aseguró que era un miliciano residente en el Bajo Remanso, encargado de guardar explosivos, cilindros bomba y víveres que son utilizados por terroristas.
El entrevistado manifestó: “Aproximadamente para noviembre de 2012 escuchó a alias José Wilmer cuando le ordena a alias Marulla que fuera a traer la comida y cuatro cilindros bomba que tenía alias Pantalón en su casa, los cuales serían llevados hacia el sector de La Paya”. En los listados de inteligencia de la Armada y el Ejército aparece alias Monito, quien el día del operativo portaba presuntamente un chaleco y un arma larga.
También falleció alias Loco Alexánder, quien respondería al nombre de Luis Alfonso Guerrero Martínez, y alias Dayana, o Ana María Sarrias Barrera. Su cuerpo quedó a orillas del río Putumayo y, según informes de las autoridades, al parecer habría estado relacionada con alias Caballo, del frente 48 de las disidencias de las Farc.
Sarrias era la esposa de Divier Hernández Rojas, el presidente de la junta de acción comunal de Alto Remanso. Era un caqueteño que llegó a la zona hace dos años y se convirtió en el organizador de los bazares comunitarios. En su cuenta personal de Facebook se le observa portando un arma corta y en documentos del Ejército se dice que sería un presunto integrante del frente 48 de las disidencias de las Farc.
En la operación también murió un menor de 16 años, quien, aunque no aparece en los registros de inteligencia como colaborador de las disidencias, los militares reportaron que pretendía atacarlos con un arma larga.
El hecho también dejó a cuatro personas heridas. Vanesa Andrea Rivaliza, de 17 años, y al parecer en estado de embarazo, fue una de ellas. Ya fue dada de alta. Lo mismo que Íngrid Nalleli Jipa, de 19 años, una joven mujer, quien, según cuentan militares, al parecer se abalanzó encima de unos cuerpos en medio del combate y les alcanzó a quitar algunos radios y chalecos y los lanzó al río.
También Willinton Galindo, de 38 años, quien resultó con una herida en la pierna izquierda. Él vive en una finca en Ecuador, pero pasó a Altos del Remanso a cumplir la cita del bazar y terminó con un tiro en su pierna. Nora Andrade, de 40 años, registró una herida en el tórax, fue remitida a Cali y está fuera de peligro. A las 8:15 de la mañana del día del operativo, uniformados reportaron que en el caserío observaron a personas lanzando radios y armas al río Putumayo. Esos testimonios también los tendrá en cuenta la Fiscalía.
El enfrentamiento entre el Ejército y las presuntas disidencias se extendió hasta las 9:30 de la mañana aproximadamente. A esa hora arribó un bote de apoyo fluvial de la Armada, una de las fuerzas que hizo parte de la operación.
SEMANA conoció en exclusiva el informe de desarrollo que el mayor Luis Carlos Barajas, oficial de Operaciones del Batallón Fluvial n.° 30, le envió al teniente coronel Juan Carlos Álvarez, en el que le detalla que al arribar al Alto Remanso “observo dos cuerpos de hombres armados que portaban fusil AK- 47 y fusil M16 y uno de ellos portaba chaleco porta proveedores, los cuales se encontraban en la ribera del río, por tanto, podrían ser arrasados contra la corriente y en aras de preservar los cuerpos y el material de guerra, doy la orden de subirlos al bote BAF, junto con el material de guerra”. Esa confesión es clave para determinar la razón por la cual fueron movidos dos cuerpos sobre el río Putumayo.
El mayor Barajas reportó que mientras intentaba llegar a Alto Remanso siguió recibiendo fuego enemigo. “Me informa el personal del Ejército vía radial que tenían a una mujer herida, por lo cual ordené al enfermero de mi unidad desembarcarse”, dijo.
Al tiempo, reiteró en el oficio: “Un sujeto nos estaba disparando desde una casa de madera de dos pisos”. A las 11:45 de la mañana, es decir, hora y media después de terminar la operación, llegaron a Alto Remanso dos investigadores judiciales del Cuerpo Técnico de Investigaciones (CTI) de la Fiscalía, quienes arribaron a adelantar actos urgentes y el levantamiento de los cadáveres. No obstante, a las 4:30 de la tarde del 28 de marzo, llegó hasta la vereda el refuerzo de investigadores de la Fiscalía. Lo hicieron en un helicóptero del Ejército.
En el lugar, los investigadores empezaron a realizar el levantamiento. Y según el reporte del mayor Barajas, al finalizar las diligencias de allanamiento, como la fijación de las escenas de los hechos, “el personal del CTI autoriza desplazar los cuerpos y todo el material hacia el helipuerto con el fin de ser extraídos para continuar con los actos urgentes”.
“En desarrollo de esa actividad, cuando se les pidió las bolsas para realizar el levantamiento de los cuerpos, ellos manifiestan que no tenían, por lo cual se optó por hacerlo con unas cortinas rojas de un prostíbulo, las cuales, por la resistencia del material, eran aptas para la maniobra. Es así como se disponen todos los cuerpos y el material en el helipuerto y son extraídos del área”, se lee en el oficio.
Sin embargo, al final, las cortinas solo sirvieron de ‘camilla’ para transportar los cuerpos hasta el helipuerto. Los cadáveres fueron envueltos por el CTI en bolsas blancas utilizadas en procedimientos con occisos.
“El Ejército nunca movió los cuerpos”, aseguró el general Juan Carlos Correa, comandante de la División de Asalto Aéreo. El prostíbulo quedó casi en ruinas. No quedaron sino algunas cortinas, la estructura en madera y la barra metálica de los shows sexuales. ¿Qué pasó en la cancha deportiva de Alto Remanso tras la operación? El Ejército insiste que ingresó al caserío solamente hasta cuando llegaron los dos hombres del CTI de la Fiscalía y con acompañamiento de la Armada, que tiene jurisdicción en la zona.
Incluso, descartan que ellos hayan llevado a las comunidades al polideportivo para evitar que observaran los alcances del operativo, tal como ha reportado la comunidad. El mayor Barajas reportó en su informe: “Una vez cesan los disparos, se dispone a movilizar a la población civil y concentrarlos en la cancha de microfútbol con el propósito de verificar que no hubiera más personal armado que pudiera afectar la integridad de la población civil y de las propias tropas, siempre manteniendo la compostura, respeto y buen trato dentro del marco de los derechos humanos”.
En el lugar, según el oficial, les brindaron agua potable, gaseosa y papas en bolsa, además de primeros auxilios a los heridos (...). Las dudas sobre la operación son muchas, pero solo la justicia –bien sea la Fiscalía o la Justicia Penal Militar–, las esclarecerá.
Por ejemplo: el Ejército tiene claro que el día de la operación sus hombres sí estaban barbados porque llevaban 11 días internados en la selva y sus prendas, producto de la humedad y el invierno por estos días en el Putumayo, pudieron estar oscuras por la falta de aseo. Además, según el protocolo de operaciones especiales, pueden portar camiseta negra. “Nosotros como Ejército tenemos uniformes para cada misión”, recalcó el general Correa.
Descartan que el helicóptero haya aterrizado en el caserío. De lo contrario, habría destechado las viviendas, dijo el teniente coronel Andrés Cadena Bautista, comandante del Batallón contra el Narcotráfico n.° 3. Además, insisten en que los soldados no se apropiaron del whisky que había en el caserío.
Aunque la comunidad dice que se llevaron varias botellas, en las actas de llegada de los soldados al batallón no aparece ningún registro. Tan pronto finalizó la operación, el Ejército dice que salió del caserío y que los uniformados fueron requisados al arribar al Batallón de Artillería Luis Ernesto Ordóñez.
La misma respuesta tienen para responder sobre el supuesto dinero que se perdió en el caserío. La comunidad habla de cerca de 50 millones, pero los uniformados reportaron casi 10 millones.
¿Quién dice la verdad? La justicia tendrá la última palabra y será quien decida después de escuchar a ambas partes. Lo que sí es innegable es la presencia del frente 48 de las disidencias de las Farc en Alto Remanso. El coronel Milton Patricio Rodríguez, comandante de la Brigada 19 del Ejército ecuatoriano, reportó durante la última semana de marzo enfrentamientos con hombres vestidos de negro justo en esta zona del Putumayo.