El misterio que rodea la muerte de Junior Vanegas, un joven colombo-estadounidense de 27 años que falleció en circunstancias aún por esclarecer en una celda de la estación de Teusaquillo, en Bogotá, ha conmocionado a la opinión pública en Colombia y Estados Unidos.
Junior Vanegas llegó al país a mediados de 2022 para visitar a su hermana, Cindy Vanegas, quien reside en Bogotá. Ambos hermanos decidieron pasar unos días de descanso juntos en la capital colombiana, pero lo que prometía ser una época de descanso, se convirtió en una pesadilla cuando Junior fue acusado de un delito sexual.
“Mi hermano llegó de vacaciones a Colombia a pasar unos días. Fue arrestado porque una mamá de una menor de edad en el parque Simón Bolívar dice que él mostró sus partes íntimas. Se lo llevan a la estación de Puente Aranda, pero por hacinamiento, lo trasladaban a la estación de la 40″, relató Cindy a Noticias Caracol.
Tras la alerta de la madre, la comunidad capturó a Vanegas y lo entregó a las autoridades. Después de su captura, Vanegas fue llevado ante un juez que le decretó medida de aseguramiento. El joven fue trasladado a la estación de Policía de Teusaquillo, una de las más hacinadas de la capital, donde comenzó su calvario.
El joven ingresó a la estación el pasado 9 de junio de 2022 y, de acuerdo con Cindy, al día siguiente, el 10 de junio, su hermano la llamó a su celular desde la celda para decirle que estaba siendo víctima de maltrato.
“Él me dice: ‘la Policía me está pegando, los presos me están pegando’. Yo respondo: ‘tranquilo, hermanito, ya voy’, y nos cortan la llamada”, asegura Cindy, quien camino a la estación recibió otra llamada, esta vez por parte de uno de los custodios de Junior.
“Un patrullero de nombre Hugo Bonilla me dice que se lo llevan a la Clínica Palermo muy lesionado. Cuando llegué a la clínica, efectivamente, mi hermano está esposado y con muerte cerebral. La Policía lo único que dice fue que hubo una riña en las celdas, que se enteraron del cargo de mi hermano, y le habrían dado una brutal golpiza”, añadió.
Según declaraciones de Cindy Vanegas, a su hermano lo asesinaron en la estación de Policía y las autoridades fueron “negligentes” en la atención.
SEMANA habló con la Policía Nacional sobre el caso. Aseguraron que, para esa fecha, el joven fue judicializado con su identidad colombiana. De igual forma, le dijeron a SEMANA que la familia no mostró los documentos sobre su nacionalidad estadounidense. “El delito fue cometido en Colombia y judicializado con su nacionalidad colombiana”, dice la Policía.
Ante las incógnitas frente al caso, y por el cual la familia lleva más de seis meses buscando respuestas por parte de la Policía Nacional y la Fiscalía General, la familia del sindicado contrató a un investigador privado para recopilar pruebas.
El detective descubrió que Vanegas debía pagar una extorsión a un “jefe pluma o coordinador de la celda, quien exige que cada interno tiene que pagar entre $100 mil y $300 mil, dependiendo de su forma de vestir”. De acuerdo con el investigador, “algo que habitualmente pasa en esta estación de Policía”.
El relato de alias Harrison, detenido por hurto agravado, es clave en la investigación. Según dijo sobre los hechos a dicho medio, en el momento de la agresión “había una rueda de 7 u 8 ‘venecos’ dándole pata y pisándole la cara, dándole puños en la cara y en la cabeza, y contra la pared (...) lo dejaron ahí en el pasillo de los transitarios, allí llegó el custodio y pues se lo llevó”.
Algo grave, dice alias Harrison, es que los policías habrían sido testigos de la brutal agresión y no habrían hecho nada: “Estaban chateando con el celular, escucharon el grito y levantaron la cara como si nada y siguieron en el celular”.
La muerte de Junior Vanegas ha generado indignación en Colombia y Estados Unidos, y la familia exige justicia para su hijo. La Embajada de Estados Unidos en Bogotá está siguiendo de cerca el caso y ha solicitado una investigación exhaustiva para determinar las causas de la muerte de Vanegas y sancionar a los responsables.
Relación entre presos y policías
Algo revelador que deja esta investigación es la presunta “estrecha relación” entre reclusos y uniformados.
Todo parece indicar que uno de los presos, denominado el “tatuador de Teusaquillo”, señalado como cabecilla de la banda que habría asesinado al joven colombo-estadounidense, le realizó tatuajes a uno de los policías encargados de cuidar a los detenidos.
De acuerdo con el investigador privado, existen fotografías publicadas en redes sociales que dan cuenta de esta relación, algo que, según dice, deja en evidencia que los uniformados entran a las celdas sin miedo. “No pueden decir que no ingresan por temor”.
Por el momento, ni Policía ni Fiscalía se han pronunciado al respecto. Entretanto, la familia ruega por respuestas.