El partido Comunes, creado tras la firma del acuerdo de paz y que en principio se llamó Farc, como la antigua guerrilla, pasa su peor momento. Las desconfianzas, señalamientos y divisiones ponen en peligro su futuro político. Las diferencias son irreconciliables, y hay un sector amplio que no reconoce a Rodrigo Londoño como líder por querer continuar con un “mando militar” inexistente desde 2016 cuando se firmó la paz.
En el IX Pleno de la Dirección Nacional del entonces partido Farc, realizado en enero, se tomó una decisión que fracturó la colectividad: expulsó a Jairo Estrada, Joaquín Gómez, Liliana Castellanos, Victoria Sandino y Benkos Biohó del Consejo Político. Como respuesta, Sandino y Biohó renunciaron a la dirigencia, y eso, automáticamente, los dejó sin aval para 2022. Así las cosas, formaron toldo aparte.
Pero antes, en 2020, la colectividad expulsó al entonces representante a la Cámara Benedicto González –quien reemplazó en el Congreso a Jesús Santrich– junto con Pablo Atrato, Andrés París y Fabián Ramírez, argumentando decisiones disciplinarias. Sin embargo, el Consejo Nacional Electoral (CNE) tumbó el pasado jueves esa decisión del partido Comunes, y González sigue en la colectividad, aunque forma parte de la disidencia política.
La decisión del CNE ocurrió un día después de que Sandino y Biohó radicaran la solicitud de escisión de la colectividad, una especie de división para que puedan seguir funcionando como movimiento político. “Se nos impuso la estructura jerárquica de los antiguos mandos o lo que era secretariado y eso ya no existe”, explicó Sandino. La solicitud de escisión la acompañan otros históricos de las Farc como Joaquín Gómez y Pablo Atrato.
Empezaron a recorrer el país para “reclutar” a los inconformes con la dirección de Rodrigo Londoño y la composición del Consejo Político. Conformaron un numeroso grupo de excombatientes y anunciaron la creación del movimiento Avanzar. Sin embargo, el camino de la escisión no está tan claro y es una papa caliente para el CNE. Aunque la Ley 1475 de 2011 creó un marco para que los partidos implementen en sus estatutos las posibilidades de disolución, liquidación, fusión y escisión, este sería un caso atípico.
Pese a que hay antecedentes recientes, como la escisión del Polo Democrático y la entrega de la personería jurídica a Dignidad, movimiento político de Jorge Enrique Robledo, el camino para Comunes es totalmente diferente por varias razones. Primero, no hay un acuerdo en el partido para dividir la colectividad y es un sector el que quiere tomar un rumbo diferente. Se debe establecer si dentro de los estatutos quedó contemplada la figura de escisión y qué pasaría con las curules por ser un acuerdo de Estado con las extintas Farc. “La circunstancia especial es que la personería jurídica de Comunes surge del acuerdo de paz”, dijo un exmagistrado del CNE. Considera que el estudio jurídico no será fácil por tratarse de un tema que, hasta ahora, no tiene jurisprudencia.
El asunto de fondo es que las curules a las que tienen derecho los excombatientes se otorgaron solamente para quienes estuvieran en el partido que se creó y no para otros movimientos políticos, así sean integrados por exguerrilleros en su tránsito a la legalidad. Como Comunes no es un partido tradicional y su aterrizaje en política no ocurrió por resultados electorales, hay quienes le apuestan a que se negará la solicitud de escisión; y, en ese caso, las diferencias deberán ser resueltas internamente, por lo menos, hasta 2026 cuando se midan en las urnas para garantizar su vida política.
Además, una parte de las peleas surgen por protagonismo. El ego juega un papel determinante en la política colombiana, y estas disputas comienzan a cerrarles puertas para consolidarse en la democracia, tarea, de por sí, bastante complicada por sus antecedentes.