Para el biólogo Cristian Samper Kutschbach, el verdadero desafío que enfrenta Colombia en relación con la COP16, la cumbre ambiental y de conservación más importante del mundo que se inicia en Cali este 21 de octubre, no es solo llevar a cabo el evento internacional durante dos semanas, sino lo que sucederá después.

“Lo que siempre esperamos es que estos temas se mantengan en la conversación de los líderes, de la comunidad, de los medios. Que no solo se hable de cambio climático y de biodiversidad durante una COP, sino que sea una preocupación permanente”.

Lo cuenta, desde Washington, pocas horas antes de embarcarse en el viaje que lo traerá a su natal Colombia para participar de este evento, en el que se darán cita líderes de 190 países, entre ellos Samper, quien desde hace tres años dirige el prestigioso Fondo para la Tierra, del magnate y filántropo Jeff Bezos, fundador de Amazon.

Biólogo de la Universidad de los Andes, Samper siguió de cerca, tras la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, la creación del Ministerio de Ambiente en Colombia, las corporaciones regionales y el Instituto Humboldt, del que se convirtió en su primer director.

Y fue, además, secretario del Instituto Smithsonian, el primer latinoamericano en ocupar el cargo. Con ese bagaje llega a la COP16 para seguir en su apostolado de conservación del mundo. “Este no es solo un tema de Estados o presidentes, en esto debemos sumar todos los habitantes del planeta”.

SEMANA: ¿Qué representa para Colombia ser la sede de un evento como la COP16 por primera vez?

CRISTIAN SAMPER: Es la más importante reunión global sobre biodiversidad, que reunirá a 190 países para discutir cómo implementar el marco global sobre este tema. Reunirá a Gobiernos, empresas y entidades de la sociedad civil para ese propósito. Es muy importante que Colombia como un país megadiverso sea anfitrión.

Cristian Samper. | Foto: El País

SEMANA: Muchos dudan de los reales alcances de este tipo de eventos y apuntan a que los compromisos se quedan en el papel.

C.S.: Puede haber escepticismo en muchos, pero este evento es de una importancia que quizá no alcancen a dimensionar. Temas como el cambio climático y la biodiversidad son de relevancia global y requieren que todas las naciones se reúnan para concretar metas conjuntas. En espacios como la COP se diseñan objetivos concretos sobre los cuales en algún momento hay que mostrar resultados y compromisos, que, además, sirven para elevar la ambición. De hecho, lo que vimos en la reunión pasada, la COP15, en Montreal es que se adoptó el Marco Global de Biodiversidad, que tiene metas muy ambiciosas, y no se hubieran logrado por consenso a nivel mundial sin este tipo de reuniones. Son espacios en los que líderes mundiales, jefes de Estado y ministros pueden convertir estos eventos en plataformas para hacer anuncios y compromisos que apoyen la implementación de este marco. Ahora, si bien la COP no tiene un marco jurídicamente vinculante, en Colombia el marco global está ratificado por la Ley 165 de 1994. Lo que quiere decir que de parte de los países que asisten queda un compromiso de implementar las medidas. Más allá de lo legal, es un compromiso moral y político, porque ningún país llega ni se va de la COP con las manos vacías.

SEMANA: Una de esas metas es el ‘30 por 30’, y es una de las que usted impulsa desde el Fondo para la Tierra, de Jeff Bezos. ¿En qué consiste?

C.S.: Se trata de una de las metas más ambiciosas en materia de biodiversidad. Busca proteger el 30 por ciento del planeta en la tierra y el mar para 2030. Nosotros como especie, como seres humanos, ya hemos transformado casi el 70 por ciento de los ecosistemas naturales para darles paso a la agricultura y a otros ecosistemas, y eso ha llevado a la pérdida de muchísimas especies. Hoy se habla de cerca de un millón de especies en peligro de extinción, contribuyendo al cambio climático e impactando el bienestar de muchas comunidades en zonas rurales. Cerca del 16 por ciento de la superficie terrestre está en áreas protegidas en papel y solamente el 7 por ciento, en áreas marinas. Entonces, la estrategia apunta a duplicar las áreas terrestres y cuadruplicar las marinas a 2030. Es una meta que está requiriendo el compromiso de todos los países y muchos actores para lograrlo.

SEMANA: Ahora mismo en países como Colombia se debate la transición hacia energías más limpias y la reducción de la producción de hidrocarburos. ¿Cuál es su visión sobre este tema?

C.S.: Es claro que el cambio climático es uno de los grandes retos que enfrenta la humanidad, y sabemos que una de las causas principales, aunque no la única, son los combustibles fósiles. Sin duda se debe acelerar el proceso de transición. Por fortuna, se han visto muchos avances tecnológicos en energías solares, geotérmicas y eólicas, entre otras, que nos permiten un fácil acceso a esas energías y menores costos. Pero esa transición se debe hacer de modo ordenado para que la gente tenga acceso a la energía que necesita para su calidad de vida y mejorar el desarrollo económico de los países. Es una transición de una o dos décadas. Colombia tiene una ventaja en ese sentido: buena parte de la energía que usa proviene de fuentes hidroeléctricas, o sea, es energía limpia, en su matriz energética está bastante avanzado, pero se puede hacer mucho más. Otros países no tienen esa misma riqueza.

SEMANA: Como biólogo siente que, en términos medioambientales, se vive un punto de no retorno o es posible revertir el daño causado al planeta.

C.S.: Una de las cosas que he aprendido a lo largo de mi carrera como biólogo es que la naturaleza es resiliente, se puede restaurar y recuperar si las soluciones y condiciones son las correctas. Estamos a tiempo de reversar muchos de esos temas. Claro, aún existe mucha preocupación en la comunidad científica sobre esos puntos de no retorno del cambio climático. Por ejemplo, la temperatura que ha descongelado algunas zonas de la tundra; muchos se preguntan qué puede pasar con las emisiones de CO2 y sus efectos negativos. Son preguntas para las cuales no tenemos respuestas claras ahora. Entonces, creo que se debe acelerar la transición y subir las ambiciones en cuanto al cumplimiento de las metas globales de cuidado de medioambiente y cambio climático. Y no solo los Estados y los Gobiernos, es una labor de cada habitante de este planeta. La tarea en adelante es proteger lo que nos queda, restaurar lo que hemos perdido y transformar la forma en la que nos relacionamos con el planeta.

Cristian Samper dice que Colombia, como país amazónico, tiene retos inmensos y la deforestación de la Amazonía es precisamente una de esas crisis para reversar. | Foto: Wildlife Conservation Society

SEMANA: En ese camino, ¿cuáles son los mayores retos que tiene Colombia, donde a diario suceden tragedias ambientales, como la grave deforestación del Amazonas?

C.S.: Colombia, como país amazónico, tiene retos inmensos. Esa deforestación de la Amazonía es precisamente una de esas crisis para reversar. Está ligada con muchos factores, como la especulación de tierras, la falta de control del Estado y de alternativas económicas que apoyen el sustento de las comunidades que la habitan. Se deben buscar distintos mecanismos financieros, proyectos de bioeconomía para generar ingresos en esas zonas. Existen muchas alternativas que son más productivas y más rentables a mediano y largo plazo.

SEMANA: Otro tema que preocupa es el alto número de líderes ambientales asesinados como consecuencia de su labor. El año pasado fue especialmente letal, con 44 homicidios.

C.S.: La protección de esos líderes es uno de los grandes retos de Colombia. Cada vez que muere uno de ellos, se invisibiliza a una comunidad entera que está luchando por transformar y defender su región. Es un crimen no solo contra ellos, sino contra el medioambiente.

SEMANA: En medio de esa amplia trayectoria en temas medioambientales, ¿cómo terminó liderando el Fondo para la Tierra?

C.S.: Me incubé en Colombia, ayudé en la creación del Instituto Humboldt y he pasado por grandes entidades, como el Instituto Smithsonian. Llevo 40 años impulsando estos temas sobre medioambiente. Y hace tres años, cuando Jeff Bezos decidió que quería impulsar la filantropía, comenzó a analizar cuáles eran los grandes retos que tenía la humanidad. Decidió que el cambio climático y la pérdida de biodiversidad eran temas totalmente estratégicos. A través de una amiga en común, me dieron la oportunidad de comenzar a asesorarlo en este tema, bajo el argumento de que nosotros no podemos solucionar la crisis ambiental si no protegemos y restauramos la naturaleza, y no podemos proteger la naturaleza si no solucionamos el cambio climático. A raíz de eso, me invitaron a que formara parte del equipo que montó este Fondo, que hoy lidero. Desde aquí, para Colombia hemos trabajado dos temas principales: financiar en el Ciat el programa Semillas del Futuro, que tiene colecciones genéticas de cultivos como yuca, fríjol y forrajes, y todas las colecciones genéticas que nos permiten usar la diversidad para generar nuevas variedades más productivas y con menores impactos ambientales; otro apoyo es el de áreas protegidas a través de muchas entidades a nivel nacional. Uno de los proyectos bandera es Herencia Colombia, para fortalecer la gestión de las áreas protegidas y todo el sistema de parques nacionales, pues se trata no solo de tener estas áreas declaradas, sino fortalecer esa gestión.