SEMANA: El ELN perpetró un atentado en Tibú, Norte de Santander. ¿Qué opinión le merece?
H.E.: Lo ocurrido esta semana en Tibú confirma una vez más que no hay ni sinceridad, ni intención, ni voluntad política del ELN. Peor aún, el que descaradamente salgan a adjudicarse esta acción criminal le da al país una señal de que no hay interés real ante la generosa oferta del Gobierno del presidente Petro. La verdad, hago una comedida y muy respetuosa sugerencia al primer mandatario, a su comisionado para la paz y al equipo negociador para que no se dejen ver la cara e impongan con firmeza, la seguridad, el bienestar y los intereses de todos los colombianos.
SEMANA: ¿Cómo va la seguridad en Sucre?
H.E.: Mal. Se han duplicado los homicidios en comparación con el año pasado, pero también hay problemas tremendos de extorsión. En 2008, el departamento tuvo 95 homicidios. El año en el que más se registraron asesinatos fue en 2021 con 223 muertes y este año ya reportamos 142. La seguridad va mal por el problema de las drogas y la juventud, estamos inundados de droga, de narcotráfico. Pasamos de 50.000 hectáreas de coca a casi 300.000 en Colombia, y de una cosecha de coca al año a 4,5. Eso quiere decir que tenemos unas 24 veces más de producción que en 2010. La situación es bastante preocupante por el crecimiento de las bandas criminales, y la estrategia no es la adecuada, es insuficiente. Esto depende más de los Gobiernos nacionales que locales, pero no puedo eximir mi responsabilidad. Hay cosas que se nos escapan de las manos.
SEMANA: Por ejemplo…
H.E.: El galimatías de la lucha contra las drogas del Estado colombiano. La falta de coherencia y de claridad hacen que sea muy difícil que los alcaldes, los gobernadores, la Policía, el Ejército, la Fiscalía ofrezcan resultados. Dejamos de fumigar cultivos ilícitos como Estado, nos llenamos de coca haciéndole un daño social, institucional y ambiental al país, pero tampoco la legalizamos. Yo digo: o legalizamos, o fumigamos. Lo único que demostró que tiene eficacia en la lucha contra este flagelo es la fumigación, pero ni legalizan ni fumigan.
SEMANA: ¿Está de acuerdo con que se reanuden las fumigaciones de las plantaciones de coca?
H.E.: Que legalicen o fumiguen, pero, como estamos, eso le está haciendo mucho daño al país. Dicen que van a cambiar el enfoque y quieren legalizar. Si lo van a hacer, que lo hagan, pero mientras sea ilegal se debe fumigar porque es lo único que ha demostrado eficacia en la lucha contra ese flagelo.
SEMANA: ¿Cuál es la organización criminal que más azota a Sucre?
H.E.: El Clan del Golfo. Ahora hay una guerra entre unos norteños y el Clan del Golfo, eso tiene exacerbado ese problema de violencia, pelean el territorio por el mercado del microtráfico y las rutas del narcotráfico que salen por el mar Caribe, en frente nuestro.
SEMANA: El presidente Gustavo Petro suspendió recientemente el cese al fuego con el Clan del Golfo. ¿Qué pasó?
H.E.: Ha venido creciendo mucho. La Operación Agamenón en Urabá hizo que se movieran hacia el viejo Bolívar, Córdoba, el sur de Bolívar, y hemos resultado damnificados. Dicha operación, que tuvo resultados positivos, generó un impacto colateral negativo con nosotros e hizo que esa gente se trasladara hacia acá. Y como hay más droga, hay más presencia, las rutas activas, los niveles de incautación (de droga) en tierra son supremamente bajos, casi inexistentes. Toda la incautación que se registra la hacen en altamar, pero, en tierra, los resultados son pobres.
SEMANA: ¿Por qué?
H.E.: Pregúnteles a quienes dirigen la estrategia de nuestra fuerza pública. Me la he pasado peleando con eso. Me parece una tontería dejar que la droga avance hasta el mar y cogerla allí, porque entre el tiempo en que sale del cultivo y llega al mar nos hace mucho daño social. Es como si usted juega un partido de fútbol y deja que el balón avance hasta que llegue a la portería. Por muy bueno que sea su arquero, le pueden meter goles. Se los he explicado, lo he discutido con ellos, pero no vemos avances en la incautación de tierras.
SEMANA: ¿Sucre ha sentido la paz total?
H.E.: Hoy tenemos peores indicadores que hace unos meses, más homicidios, y los índices de criminalidad están al alza. El presidente Petro, de muy buena fe, ha buscado pacificar el país buscando la paz con los grupos que generan violencia, pero me parece que le han visto la cara al Gobierno. Se están aprovechando de la buena voluntad del Gobierno para fortalecerse, como lo hicieron en el Caguán durante el mandato de Andrés Pastrana. Aquí estamos viendo el mismo fenómeno del Caguán versión 2023.
SEMANA: ¿Hay sitios vedados en Sucre?
H.E.: Lo que está pasando en los Montes de María. Era un territorio controlado por la fuerza pública, pero se está llenando de bandidos otra vez. Allí están constriñendo a la gente, asesinando a jóvenes, reclutando a menores de edad, mandando a dormir temprano a la ciudadanía, queriendo influir en las elecciones regionales. Eso es un retroceso muy grande. Esa región había recuperado la tranquilidad, pero hay un retroceso. Es supremamente grave.
SEMANA: ¿Ve algún interés del Clan del Golfo para conversar de paz con el Gobierno?
H.E.: Creo que el ser humano siente alguna intención de paz. Lo que sucede es que los incentivos a la criminalidad son muy grandes. Por eso, es muy difícil construirla. Mientras Colombia esté nadando en coca y ese negocio sea tan rentable, esos grupos no se van a desmovilizar ni a someter. ¿Quién queda manejando ese negocio? ¿Quién controla las rutas, la producción y la distribución? Hasta que no se combata ese tema de la droga de forma distinta es difícil. El Gobierno ha dicho que habrá un cambio de enfoque. ¿Cuál? Mientras se da, hay que combatirlos con mucha determinación. En los últimos años, lo que hemos venido haciendo como Estado ha sido un fracaso. Ahí tiene cinco, seis veces más hectáreas de coca.
SEMANA: ¿Qué ha faltado con la paz total?
H.E.: Mi llamado de atención es buscar que no le vean la cara al Gobierno. Esos grupos no reflejan voluntad en el territorio, quieren empoderarse, tener más dominio y acrecentar su negocio. No le pedimos a la Casa de Nariño que cancele sus intentos de paz total, pero debe hacerlo con más cautela, prevención y menos ingenuidad.
SEMANA: ¿Por qué habla de ingenuidad?
H.E.: Ha habido confidencialidad y seguro le han aconsejado al Gobierno no involucrar a los gobernadores. Por eso, la articulación en los temas de paz total y los Gobiernos locales es nula. Y eso perjudica. Mientras que los señores del Gobierno central van y vienen desde Bogotá, nuestro equipo está en territorio mejor informado y más conocedor de los problemas.
SEMANA: ¿Esto para dónde va?
H.E.: Deseo profundamente que la paz total salga bien. Con que se logre lo del ELN es supremamente importante para el país. Lo que hay que tener es mucha cautela, precaución y saber enfocarse, porque uno no puede salir a resolver todos esos problemas de una. El foco tiene que estar en los grupos que realmente muestran voluntad en los territorios. Yo puedo querer muchas cosas, pero si, definitivamente, no logro persuadir a los demás para que entren en esta dinámica, tengo que cancelar eso. Además, hay un problema de comunicación hacia nuestra fuerza pública e instituciones en los territorios. Hay que comunicar contundencia. Si no lo hacemos, se desorienta la institucionalidad.
SEMANA: ¿Cree que es ambicioso negociar la paz con todos los grupos armados en cuatro años?
H.E.: Es una cosa muy bien intencionada, pero a veces de buenas intenciones está hecho el camino al infierno. Nuestro llamado es: ojo, mire lo que está pasando, aquí se están comiendo a mordiscos la credibilidad, la tranquilidad de la gente en el territorio. Ojo con lo que está sucediendo en el país. No podemos dejar que nuestros territorios vivan como en el siglo pasado.
SEMANA: Los gobernadores lanzaron una voz de alarma hace dos meses y hablaron de una desconexión del Gobierno con las regiones. ¿Sigue igual?
H.E.: Hace dos meses, el ministro de Defensa, Iván Velásquez, hizo un consejo de seguridad. Resalto los buenos resultados en cuanto al aumento del pie de fuerza y compromisos que se hicieron durante esa reunión. Desafortunadamente, y a pesar de las estrategias que tenemos, no hay resultados estratégicos, es decir, que cambien la situación.