Desde el comienzo de la pandemia, los científicos anunciaron que el desarrollo de una vacuna efectiva y segura era la única salida a la crisis. Luego de una inversión millonaria y de un esfuerzo titánico de los expertos, el mundo cuenta no solo con una, sino varias que ya se aplican en algunos países del mundo.
A pesar de esa gran hazaña, muchos aún dudan sobre la seguridad de estos productos. En Colombia, según un sondeo telefónico del Dane, solo la mitad de los 11.000 encuestados quieren aplicársela. Este no es un fenómeno criollo, sino mundial, motivado por la falta de información veraz sobre el tema, el movimiento antivacunas y las noticias falsas en las redes sociales, aunque hay que admitir que la prensa amarillista también ha contribuido a ese escepticismo. Lo cierto es que, como lo dice Moisés Wasserman, exrector de la Universidad Nacional, sería una tragedia griega si después de este gran esfuerzo la gente no confía en ellas.
Según Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas en Estados Unidos, para lograr la inmunidad de rebaño se requiere vacunar a casi el 90 por ciento de la población, pero esas dudas podrían obstaculizar la tarea. Por eso es importante derrumbar los mitos creados alrededor. ¿Cuál es la realidad frente a los más grandes miedos de la población con relación a las vacunas?
1. Las vacunas toman tiempo en producirse y esta fue desarrollada en tiempo récord. Por lo tanto, la presión interfirió en su seguridad.
Es cierto que otras vacunas demoran cinco y hasta más años en fabricarse. En este caso, la ciencia lo logró en menos de un año, lo cual no tiene antecedentes en la historia. Pero fue posible gracias a que muchas de las farmacéuticas ya estaban desarrollando vacunas para virus de la misma familia del que produce la covid-19, como el SARS y MERS, causantes de epidemias hace casi 20 años. Esos experimentos preliminares ahorraron mucho tiempo. Además, ayudaron otros avances científicos.
Wasserman destaca que el virus no fue necesario enviarlo desde China a los laboratorios, pues cada cual pudo replicarlo solo con la secuencia realizada por los investigadores en Wuhan. Los estudios clínicos se hicieron en los tiempos requeridos, y durante esas fases la vacuna de Pfizer y BioNTech se probó en 43.500 personas, mientras que la de Moderna, en 30.000. En todas las etapas la seguridad fue estudiada y no hubo mayores efectos secundarios reportados. Ayudó a acelerar los análisis el que el virus estaba activo en muchas partes del mundo, lo cual permitió testear la efectividad en la población vacunada. Ahora que están aprobadas, las vacunas serán monitoreadas de cerca para entender profundamente cómo actúan en la población general y revisar los efectos secundarios más raros.
2. La vacuna fue aprobada rápidamente y, por ello, las autoridades no tuvieron tiempo suficiente de estudiarla en forma exhaustiva.
Según Wasserman, el hecho de que se haga con urgencia y reciba aprobación de urgencia “es por la sencilla razón de que estamos en una urgencia”. Pero que la revisión haya sido expedita no significa que no se haya hecho de forma rigurosa. La FDA, agencia que regula los medicamentos y alimentos en Estados Unidos, es reconocida como una de las más serias del mundo, así como la EMA, su equivalente en Europa.
Cada país realiza un proceso de verificación y eso fue lo que se hizo en Colombia, que acaba de aprobar la vacuna de Pfizer y BioNTech. Aunque no repiten los estudios, el Invima se basa en toda la información detallada que recibe no solo de la farmacéutica, sino de estas agencias regulatorias. “Que estas agencias, que son reconocidas como las mejores del mundo, dieran su aprobación me genera confianza. Si los ingleses vacunan a la reina Isabel, y los gringos, al presidente electo, creo que podremos también tener nosotros una medida de seguridad y confianza de que no nos están usando, como dicen algunos, de conejillo de indias”.
3. Las vacunas de hoy son muy sofisticadas y eso significa que podría tener mayores efectos en el organismo humano.
Para el experto, las vacunas sofisticadas no significa que sean complejas. Es todo lo contrario: están diseñadas con el mínimo posible de elementos extraños para la persona que la recibe y, por ende, son de riesgo muy inferior al que podrían tener las de hace varias décadas. En ese punto son más seguras. “Yo las defino como uno de los grandes logros de la ciencia moderna”.
4. La vacuna utiliza ARN y podría alterar mi ADN.
Estas son las primeras vacunas que se producen basadas en ARN y funcionan al tomar un pedacito de información del código genético del nuevo coronavirus: aquel que tiene la receta para fabricar las proteínas del virus que usa para infectar la célula humana. Una vez la persona se vacuna, esta molécula entra en la célula que producirá dicha proteína para estimular al sistema inmunológico y de esta manera producir anticuerpos. En un momento dado, es posible que en las células haya miles de moléculas de ARN, pero este eventualmente se destruirá en 72 horas.
Este sistema es mucho más seguro que el que se utilizaba antes con las primeras vacunas. “Antes uno recibía el virus completo e inactivado para generar una infección falsa”, dice Wasserman. Además, el ARN no es un elemento desconocido en la ciencia: los alimentos de la dieta diaria humana lo tienen, así como los virus de la gripa. Por eso, es imposible que el ARN se incorpore al ADN, aunque Wasserman señala que “en una charla más larga se puede discutir cómo en la historia de la evolución ha habido transferencia de genes entre los organismos”. Por ahora, dice, “La probabilidad de que haya modificación genética por ARN es prácticamente nula”.
5. En redes sociales y en los medios masivos se escuchan casos de reacciones alérgicas y otros efectos secundarios. Eso significa que la vacuna no es segura.
Millones de personas ya recibieron algunas de las vacunas para covid-19 y ninguno ha reportado problemas de salud serios. Los efectos secundarios, por lo general, suelen ser parecidos a los de la covid, pero muy leves, duran apenas un día y son más frecuentes en la segunda dosis. Aunque no son experiencias placenteras, son una señal de que el sistema inmune está generando una respuesta y, por lo tanto, la vacuna funciona.
Frente a los casos de personas que resultaron con alergias, Wasserman señala que es posible que una vacuna pueda generarlas, lo cual no es raro en la medicina y, de hecho, sucede con mucha frecuencia con medicamentos de uso diario. “Habrá seguramente alguno que sea alérgico, pero estos se tratan y en 15 minutos se resuelven”. La invitación del exrector de la Nacional es a comparar el peligro de una pequeña manifestación alérgica, que es altamente improbable, al peligro de que la persona se infecte y termine en un hospital. “La diferencia en las dos opciones de peligro es tan grande que es absurdo decir que no se va a vacunar porque existe la posibilidad remota de tener una reacción alérgica. Aquí el costo es prácticamente nulo y el beneficio es inmenso”, concluye el experto.