La guerra mafiosa del Clan del Golfo, estructura narcotraficante que busca la paz total con el Gobierno del presidente Gustavo Petro, parece no tener límites. Uno de los máximos cabecillas, luego de la extradición de Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, fue asesinado de una manera escalofriante: 13 disparos en el cuerpo, el rostro fue completamente desfigurado y el cadáver fue abandonado en medio de la nada, en el municipio de Dabeiba, en el departamento de Antioquia.

Se trata de Wilmer Antonio Giraldo, alias Siopas. Giraldo se había convertido en el segundo cabecilla del Clan, estaba por debajo de Jobanis de Jesús Ávila Villadiego, alias Chiquito Malo. Sin embargo, entre los dos había casada una pelea a muerte luego de la captura en 2021 y extradición, en 2022, de Otoniel. Ambos querían quedarse con el control total de la organización criminal y decidieron partir cobijas, como se dice popularmente.

El propósito de las lujosas casas era que los cabecillas del Clan del Golfo las utilizaran como sus sedes de club social.

Lo que pocos saben es que antes de dividirse, cuando el jefe de jefes era Otoniel, la estructura mafiosa había hecho un fondo de guerra valorado en 100.000 millones de pesos, que estaba compuesto por más de una docena de propiedades de lujo. En un audio interceptado a Otoniel antes de su captura, este les da órdenes a los cabecillas del Clan del Golfo, entre ellos, alias Marihuano (muerto), Chiquito Malo, Nicolás (extraditado), Gavilán (muerto) y Siopas (muerto), de repotenciar el fondo de guerra.

“Eso es un fondo general que lo manejan uno o dos manes ahí, de eso es que salen para el bloque que se necesite, una plata disponible que voy a mantener ahí. Es muy buena idea, ojalá fuéramos creciendo ese fondo, que se hicieran vueltas directamente para ese fondo”, es la instrucción que da Otoniel a sus hombres de confianza.

El “ahorro” era nutrido con dineros producto del narcotráfico, minería ilegal y otras rentas criminales a las que acude el Clan del Golfo, según indicaron fuentes de inteligencia de la Policía. Con los dineros que ingresaban, se fueron construyendo lujosas mansiones en medio de la nada en Urabá, Turbo, San Pedro y Carepa, en Antioquia, así como Ungía, en el Chocó, zona de injerencia de Siopas.

El propósito de las lujosas casas era que los cabecillas del Clan del Golfo las utilizaran como sus sedes de club social con total tranquilidad sin ser molestados por las autoridades, el acceso era difícil; para hacer un operativo sorpresa, prácticamente la fuerza pública tenía que llegar en helicópteros.

Con la extradición de Otoniel, el manejo del fondo quedó a la deriva, cada nuevo cabecilla se sintió con derecho de meterle mano y manejarlo a su antojo, hecho que habría sido otro de los detonantes del desencuentro entre Chiquito Malo y Siopas, según las agencias de seguridad del Estado.

Los cabecillas del Clan del Golfo se esconden en lujosas mansiones.

Con la tensión cada vez más fuerte entre los dos mafiosos, se sabía que solo había campo para uno. Chiquito Malo se enteró de otro plan que estaba fraguando Siopas y era el de querer armar su propio ejército de matones, para lo cual se habría quedado con una importante suma de dinero, ¿del fondo?, eso aún no se sabe, lo que se ha conocido es que eso no le habría gustado a Ávila y, por ende, fabricó un supuesto restablecimiento de relaciones con Siopas. Una trampa.

Lo convenció de que se reunieran para potenciar el Clan del Golfo, conseguir nuevos socios, tener una mejor repartición de los dineros y hacer las paces. La avaricia sedujo al capo y Siopas se reunió con Chiquito Malo, quien habría aprovechado la falsa tregua para asesinar a su exsocio de negocios.

El fondo de guerra logró ser intervenido por las autoridades, se aplicó la extinción de dominio a 21 muebles e inmuebles, la Fiscalía y la Dirección de Inteligencia de la Policía determinaron que el fondo logró mover cerca de 100.000 millones de pesos. La perversidad de este depósito de dinero, dicen los investigadores, iba más allá de tener una caja mejor, muchos de los predios donde se construyeron las lujosas casas fueron obtenidos desterrando a los verdaderos dueños, quienes eran humildes campesinos que tuvieron que abandonar su tierra por temor a ser asesinados.