En un paraje de la altiplanicie de Colombia prospera una singular iniciativa medioambiental que mezcla basura, larvas, criptomonedas y escarabajos exportados como mascotas a Japón. Germán Viasus, un ingeniero ambiental y sanitario, encontró una solución al deficiente tratamiento de residuos sólidos en el departamento de Boyacá (centro), que aspira se convierta en ejemplo para un mundo asediado por la contaminación.
Las larvas de escarabajo se alimentan durante 16 horas al día con los desperdicios orgánicos de miles de habitantes de la región. A lo largo de sus primeros cuatro meses de vida, el ingeniero vierte sobre estas toneladas de cáscaras de huevos y sobras de frutas y verduras en descomposición.
Las larvas blancas y rechonchas de hasta 17 centímetros se regocijan entre la basura comiendo. Luego, el hombre de 53 años vende sus heces como abono natural a los campesinos de la región con la intención de que abandonen los fertilizantes químicos.
“Los escarabajos tienen la respuesta” al manejo de las basuras, dice Viasus en Tunja, la capital de Boyacá y sede de su negocio.
Fuentes oficiales calculan que en Colombia se producen al día por lo menos 32.000 toneladas de desechos, la mitad de ellos orgánicos. En el mundo son 11.200 millones de toneladas cada año, según la ONU. El sueño de Viasus contribuye al medioambiente en su ciudad natal y ya trascendió fuera de Colombia: después de cumplir su labor entre la basura, los escarabajos viajan a países como Japón gracias al comercio que creó con una criptomoneda propia.
Alternativa
En Tunja, un solo relleno sanitario recibe la basura de 130 municipios del país. En los últimos años, ha habido choques entre los habitantes de zonas aledañas y la empresa a cargo de la recolección por el presunto mal manejo de los residuos. Allí las máquinas excavadoras entierran todas las sobras, lo que podría representar un riesgo para la salud.
“Si no tenemos acciones prontas dentro de cada municipio, no vamos a poder seguir llevando (desechos) al relleno sanitario cuando este cumpla su vida útil”, asegura Soraida Ruiz, secretaria de Ambiente de Boyacá.
Viasus planteó una alternativa con sus preciados escarabajos. Cada semana recibe en un camión 15 toneladas de residuos desde los vecinos municipios de Soracá, Jenesano, Arcabuco y Samacá, que suman unos 40.000 habitantes.
Sus empleados apilan los desechos en pequeñas montañas, mientras que debajo las larvas se van alimentando, como lo hacen en la naturaleza. El mal olor desaparece cuando se cubre todo con el mismo abono. Otros tantos nadan en tanques llenos de líquido lixiviano, que se forma por la descomposición de los productos. Sin un buen manejo, estos fluidos pueden ser letales para los ecosistemas.
“Debemos preservar a los escarabajos porque ellos son los responsables de degradar todos los residuos orgánicos que produce la humanidad”, sostiene.
Kmushicóin
Viasus llegó a los escarabajos por casualidad en el año 2000. Entonces fracasó en un proyecto similar con lombrices, pero encontró las larvas en un bulto con basura. Los escarabajos que tiene hoy son sus descendientes.
Son de las especies Dynastes hercules, característicos por un tono marrón en el abdomen; Dynastes neptunus, ligeramente más grandes, y Megasoma elephants, de un cuerno prominente. Todos son propios de ecosistemas tropicales de América Central y Suramérica. Tras por lo menos cuatro meses de trabajo como larvas, continúan su metamorfosis, adquieren su caparazón y mueren regularmente a los nueve meses.
Antes de que eso ocurra, Viasus vende legalmente a algunos de ellos en países como Alemania, Canadá, Francia, Estados Unidos y, especialmente, Japón, donde son considerados mascotas para los niños. También tienen mercado en Colombia, pues algunas personas los consideran amuletos para la buena suerte.
Para evitar las altas comisiones de los bancos por los pagos desde el extranjero –en yenes, euros y dólares– Viasus y el joven Carmelo Campos crearon una criptomoneda bautizada kmushicóin, una combinación de kabutomushi, escarabajo de cuernos, en japonés, con bitcóin. La idea era “evitar esa burocracia, esas comisiones altas (...) por eso nace kmushicóin para hacerlo mucho más instantáneo y directo”, dice Campos, quien empezó a crear moneda digital en 2019 con 15 años.
En ciudades como Tunja, Bogotá y Medellín, un puñado de locales comerciales ya reciben la criptomoneda. “El mundo está tan contaminado, que estamos asfixiados de esta basura”, dice Jefferson Bastidas, un vendedor de artículos electrónicos que se sumó a la iniciativa con dos propósitos: Ayudar al medioambiente y poner su negocio en la “vanguardia de la tecnología”.
*Con información de la AFP.