En uno de los tantos barrios de Soacha, Cundinamarca, vive Verónica Gómez, una madre invidente de 33 años que hace tan solo tres meses dio a luz a Daniel Matías, su primer hijo, y con el que se relaciona de una manera muy especial porque, sin ver, su alma se refleja en él. A través del tacto y de la audición lo siente, pasa con ligereza sus manos sobre cada parte del cuerpo de su recién nacido y, de esta forma, lo puede ver.
Es un vínculo diferente por el carácter especial que se evidencia: el bebé llora al estar lejos de la madre y, cuando Verónica escucha su llanto, pide que se lo acerquen. Como por arte de magia, solo por el sentir mutuo, él se calma y le balbucea a la persona que lo trajo al mundo.
Esta madre tenía miedo cuando supo de su embarazo. Por un breve momento entró en angustia, pues no estaba preparada para afrontar este reto tan importante; sin embargo, con la fortaleza propia que la caracteriza, ha sabido llevar de buena forma el hermoso proceso de ser mamá. Una condición distinta a las otras mamás no le ha impedido desempeñar este gran rol e incluso es añadidura porque le permite disfrutar de su hijo sin límites.
Por ello, Verónica, en su heroica manera de ver las cosas, considera asertivamente que no hay limitación alguna para ser mamá y que el amor es la base de todo para entregarle a su hijo, Daniel Matías, un ejemplo admirable de superación.
Ser mamá invidente no ha representado ninguna limitación para Verónica, se ha adaptado de forma rápida y los momentos en que amamanta a Daniel Matías, lo cambia de pañal o lo baña le han permitido descubrir un mundo diferente.
Con un optimismo puro reflejado en su sonrisa, Verónica no tiene que mencionar ni una sola palabra para decir que todo está bien, que su hijo crecerá rodeado de amor y de la mejor crianza.
Sin lugar a dudas, es una supermamá; además de este nuevo trabajo tan relevante que es tener un bebé, Verónica se ha superado en diferentes ámbitos y también se desempeña como nadadora paralímpica y sueña con que su hijo se decante algún día por este gran deporte.
Su relación con el agua es enorme y es una práctica que lleva en el corazón. De igual manera, ha seguido demostrando que ser invidente no le impide absolutamente nada y que, para salir adelante, solo basta con querer.
Estudió Licenciatura en Español y Lenguas Extranjeras, y esto le ha permitido enseñarles a muchos niños inglés; en esta rama de la pedagogía instruyó a personas con discapacidad visual para que aprendieran a leer en sistema braille.
Verónica expresa su felicidad por tener a su primer hijo y destaca que lo que más goza de este privilegio es poder verlo al escuchar la sonrisa de su bebé, sentirlo al alzarlo y cuidar de un ser tan frágil como un recién nacido.
Esta supermamá es la fiel referencia de que las limitaciones o las discapacidades no existen, que la mente es la única barrera que impide querer, que salir adelante sí es una opción, y en este caso, un motivo adicional por ser mamá.
Verónica les entrega un hermoso mensaje a todas las mamás de Colombia: menciona la importancia de traer un hijo al mundo y que hay que brindarles a los hijos la mejor crianza desde los aspectos intrínsecos del hogar.