El cruising es una actividad que ha sido objeto de debate y controversia en todo el mundo, y por su puesto Colombia no es la excepción. Esta práctica implica el encuentro de personas en lugares públicos para tener encuentros sexuales, por lo general de manera anónima, ocasional y por una sola vez, y aunque ha existido durante décadas, al parecer últimamente se ha vuelto más común con la llegada de las redes sociales y las aplicaciones móviles.
Según la revista Men’sHealt “Cruising es el nombre de una práctica sexual, originariamente de la comunidad LGBT+, que consiste en tener sexo en lugares públicos como parques, bosques, playas, baños públicos, estaciones y lugares solitarios en general. El sexo en el cruising es anónimo y directo, habitualmente privado, aunque se practique en lugares públicos”.
El portal especializado también indica que el origen de esta práctica se remonta a “...lo complicado e inseguro que era en el pasado para las personas LGBTB+ conocer a otras personas para tener sexo, en una época en la que la homosexualidad y cualquier otra condición sexual que se saliera de la norma era perseguida y castigada. Por eso se establecieron lugares seguros, generalmente apartados, donde poder relacionarse sin problemas”.
Sin embargo, es importante entender que, a pesar de su popularidad en ciertos círculos, el cruising conlleva varios riesgos tanto para la salud como para la seguridad de quienes participan en él.
¿Cuál es la situación en Colombia?
Su práctica es mucho más común de lo que se imagina, en redes sociales como X (anteriormente Twitter), Facebook existen cientos de cuentas y decenas de grupos, segmentados por ciudades, en los cuales se pactan los encuentros.
También es muy frecuente el uso de aplicaciones como Grindr, una aplicación de citas en línea destinada a hombres homosexuales y bisexuales que buscan mantener algún tipo de relación o encuentro con otras personas, la cual resulta muy útil para este propósito puesto que a través de la geolocalización (GPS) la aplicación móvil le muestra al usuario los usuarios que más cerca están de su ubicación y permite iniciar una conversación, la cual generalmente termina en un encuentro.
Y aunque dentro de la legislación colombiana, el sexo en público no implica un delito como tal, sí es una norma contraria a la convivencia que es penalizada desde el año 2017, con la puesta en marcha de la Ley 1801, desde entonces se han puesto 3.123 comparendos por este tipo de situaciones en Bogotá, según datos revelados por El Tiempo. La multa puede llegar a los $618.000 para cada uno de los participantes.
Pero ser multado o descubierto por las autoridades es el menor de los riesgos, a menudo, quienes participan en esta práctica buscan la emoción de lo desconocido y la adrenalina de la clandestinidad. Sin embargo, la búsqueda de emoción puede ir acompañada de peligros que van desde la transmisión de enfermedades hasta los robos, extorsiones, chantajes e incluso situaciones de abusos sexuales y agresiones físicas.
Como la mayoría de los encuentros se pactan desde perfiles anónimos en redes sociales o aplicaciones, y en cualquier caso la práctica consiste en tener una relación con un completo desconocido, los delincuentes se aprovechan de esta situación, la clandestinidad de los lugares dónde se realizan los encuentros dejan a las personas en completa vulnerabilidad y pueden dificultar la búsqueda de ayuda en caso de emergencia.
Preocupación en la ciudadanía
En una sociedad diversa como la colombiana, las normas sociales y los valores pueden variar ampliamente. Lo que algunos consideran una expresión legítima de su sexualidad, otros pueden verlo como inapropiado o perturbador, especialmente en espacios públicos donde pueden estar presentes niños y familias.
Decenas de ciudadanos que viven en inmediaciones de parques, humedales, potreros y otros lugares dónde son frecuentes estos encuentros, denuncian que cada vez son más comunes las visitas de hombres jóvenes que se esconden entre los matorrales para realizar este tipo de actividades, y a que, además generan contaminación ambiental puesto que muchas veces dejan preservativos botados y otro tipo de desechos.
Para otras personas el tema también es molesto por ejemplo cuando se realiza en los baños de centros comerciales y otros lugares públicos, puesto que son sitios a donde ingresan menores de edad, o en muchas ocasiones, terminan siendo confundidos con alguno de los participantes al encuentro y este tipo de malentendidos se traducen en problemas de convivencia ciudadana.