“La mamá estuvo cuatro días viva. Entonces, antes de morir, les dice: váyanse y ustedes van a mirar quién es su papá”, dijo Manuel Ranoque, papá de los cuatro niños sobrevivientes en el Caquetá y que fueron encontrados por los militares.

“No es tan fácil preguntarles, porque los niños llevan 40 días que no han comido bien, no han podido dormir bien, entonces no he tenido la oportunidad de sacar información. De mi parte, espero que los niños se recuperen bien”, señaló.

Sobre haber encontrado a sus hijos con vida dijo: “Esto es un milagro de Dios. Para nosotros, esta es una prueba que me está haciendo Dios que tanta fe (tengo) en él y yo lo he demostrado con mis propias palabras”.

“Ellos mismos darán sus declaraciones. Ella (Lesly) lo único que me aclara es que la mamá estuvo cuatro días viva, entonces antes de morir les dice, tal vez: váyanse y ustedes van a mirar quién es su papá y su amor de papá”, señaló Ranoque.

Hermanos Mucutuy en medio de su recuperación en Bogotá. | Foto: Suministrada a Semana

Así mismo, el papá de los niños se refirió a cómo el presidente Petro está presentando el caso de sus hijos. “Estoy totalmente en desacuerdo con eso. ¿Cómo que van a coger a mis hijos como objetos de burla?, si yo que soy el papá, no estoy haciendo eso para que otras personas estén totalmente bien aquí comiendo y durmiendo bien, se van allá, los dejan ingresar, sacan fotos de mis hijos, los riegan en las redes sociales. Eso es injusto y espero que Dios los perdone”.

Lesly, Soleiny, Tien y Cristin no solamente son unos menores sobrevivientes de un accidente aéreo, son unos guerreros de la vida que se estaban escapando de la incesante violencia del país. La guerra los obligó a dejar su adorada tierra y, en condición de desplazados, ese camino casi lo lleva a la muerte.

Encontrar a los cuatro menores de edad desaparecidos en las selvas del Caquetá era una misión imposible, por eso mismo la misión militar se denominó “Esperanza”, por la remota posibilidad de encontrarlos con vida. Un anhelo que parecía esfumarse con el pasar de cada uno de los cuarenta días que duró la búsqueda.

El presidente Gustavo Petro saludó en el Hospital Militar a los familiares de los cuatro niños indígenas rescatados. | Foto: Presidencia de la República

Pero la consigna de las Fuerzas Militares era una sola: traer de regreso y con vida a Lesly Jacobombaire Mucutuy, de 13 años; Soleiny Jacobombaire Mucutuy, de 9 años; Tien Noriel Ronoque Mucutuy, de 4 años, y a la bebé de 12 meses, Cristin Neriman Ranoque Mucutuy.

Los cuatro menores de edad y su mamá, Magdalena Mucutuy Valencia (fallecida en el accidente), hacen parte de la comunidad indígena Muinane, de Puerto Sábalo, población que se encuentra escondida en el sur del país, en medio de la manigua, entre los departamentos de Amazonas y Caquetá, por donde cruza el río Cahuinarí y adonde solo se puede llegar por los serpenteantes ríos o por aire.

Estas comunidades indígenas han sido, a lo largo del tiempo, víctimas de la violencia. Hasta esos remotos territorios solo llegan los ilegales, bien sea para tumbar la selva y reemplazarla por los cultivos de uso ilícito, o deforestándola para correr la frontera agrícola. Por eso las comunidades han sufrido desplazamientos o han sido prácticamente exterminadas por actores criminales.

Su supervivencia es originaria de la caza, la pesca y la recolección de alimentos en la selva, tradiciones que les enseñan desde tempranas edades y que fueron muy bien emprendidas por los niños Mucutuy, quienes lograron sobrevivir en la espesa jungla bajo condiciones que nadie hubiera soportado por 40 días.

Hoy muchos se preguntan: ¿qué hacían los Mucutuy a bordo de una avioneta, si su entorno natural es la selva?

El general Rincón, vocero médico de las Fuerzas Militares, entregó a revista SEMANA el parte de la primera valoración a los niños indígenas rescatados tras 40 días perdidos en la selva. | Foto: Revista Semana

Manuel Ronoque, papá de los niños, y quien es gobernador de la comunidad de Puerto Sábalo, Los Monos, del pueblo Uitoto, indicó que tuvo que abandonar su comunidad y huir a raíz de unas amenazas contra su vida y la de su familia por parte de grupos ilegales armados.

Por eso decidió emprender el viaje. Su idea era ubicarse y luego enviar por su familia. Un mes antes del accidente, Ranoque se fue con la promesa de volverse a unir con sus seres amados. Pasando trabajos y necesidades logró su propósito, un sitio temporal para establecerse con su familia y por eso les pidió que subieran, el pasado primero de mayo, a la avioneta que luego se accidentó, sin saber que vendría la tragedia y el milagro.

La aeronave despegó desde la región de Araracuara y tenía como destino San José del Guaviare, en donde Ranoque tenía planeado recibirlos para luego emprender camino hacia Villavicencio, o llegar a la capital del país a buscar ayuda gubernamental.