En medio de la neblina, frailejones y una temperatura de menos 2 °C, los alumnos de la Escuela de Lanceros del Ejército Nacional realizaban uno de los ejercicios del curso militar, el cual consiste en una marcha de 10 kilómetros de ascenso, como parte de la fase de alta montaña que va desde la localidad de Usme hasta el páramo del Sumapaz. De repente encontraron algo muy inusual.
Cuando estaban en plena marcha escucharon los quejidos de lo que parecía un perro. Para verificar esto, los militares utilizaron un dispositivo de seguridad, pues no descartaban que se tratara de una posible maniobra del enemigo para tenderles una trampa.
Tras verificar que no existía riesgo, el teniente Luis Carlos Jaimes Sanabria, de 31 años de edad, quien iba al mando del grupo, se acercó hacia el lugar de donde provenía el sonido.
Mientras tanto, los demás soldados, que permanecieron a la expectativa y en alerta, vieron cómo entre la neblina su superior salió sonriente con un perrito pequeño de color dorado entre sus brazos.
Efectivamente, se trataba de una perrita, que supone un cruce de golden retriever. La tierna criatura lloraba al parecer por el frío y el abandono.
El oficial de inmediato la acogió y para brindarle un poco de calor la llevó entre su maletín de campaña. Luego, con algo de comida calmaron al canino.
¿Qué pasó después?
Posteriormente, el curso 478 de Lanceros del Ejército Nacional, adoptaron a la perrita y la bautizaron como Ranger. Además, no la nombraron así por ningún motivo. Este nombre se le dio por el término militar de origen anglosajón que define a un soldado especializado en la vigilancia, cuidado y labor de protección de un territorio específico.
La buena noticia es que ahora la nueva integrante de la familia militar viajará con los uniformados al Fuerte Militar de Tolemaida y al Fuerte Militar Amazonas acompañando en sus nuevas expediciones.
Cabe destacar que en los comandos militares un perro es más que un amigo, es parte de la fuerza militar, un soldado más que cumple su rol en la institución. Incluso ponen su pecho, con mucha valentía y sin flaquear en ningún momento. Se convierten en un ángel guardián.
Los perros en la milicia
Cada escuela militar tiene sus propios caninos, que apoyan a los soldados en cuestiones de búsqueda, desarme, identificación de sustancias psicoactivas, entre otras. Sus habilidades son tan requeridas que incluso cuentan con jubilación y se les trata como a un soldado común y corriente. Y si alguien les hace daño, como a cualquier individuo, se debe hacer todo lo posible para salvarles la vida.
Además, no es un secreto que algunas de las operaciones militares más complicadas no podrían llevarse a cabo si no fuera por los perros. Gracias a sus instintos infinitos y su capacidad para rastrear, además de su entrenamiento previo, hacen que sean fundamentales en los servicios militares del mundo.
Por lo general, este tipo de perros son criados e instruidos para ejercer su labor desde que son apenas unos cachorros. Para el caso de Ranger, esta será su nueva escuela, su nuevo hogar y su nueva familia con la cual podrá desarrollar sus mejores armas de combate.