Entre el jet-set, la farándula y la alta sociedad de la costa caribe, el tema obligado era una isla. Un exótico lugar conocido como Isla Majayura estaba a punto de inaugurarse como un destino de rumba vip. Allí se ultimaban detalles de un ecohotel para inaugurar en las fiestas de fin de año. El paradisiaco lugar quedaba ubicado cerca de Islas del Rosario, a hora y media de Cartagena; hasta allá debían llegar los lujosos yates. Lo que no se conocía es que detrás de este paraíso de élite estaba uno de los hombres más buscados por las autoridades de Estados Unidos y Colombia. Se trata de Alaín Suaza, considerado el Pablo Escobar del contrabando y el lavado de activos.
La organización en cabeza de Suaza es señalada del ingreso ilegal al país de mercancía de contrabando, en los últimos años, por más de 834.000 millones de pesos. Las agencias de Estados Unidos junto con la Policía colombiana le seguían los pasos a Suaza dentro de una gigantesca operación internacional contra los poderosos carteles del narcotráfico en México, entre ellos el sangriento cartel de Sinaloa. Las evidencias señalan que la organización estaría tras el contrabando para lavar el dinero de estos grupos criminales.
El imperio que este hombre creó a través de empresas fachadas, costosas propiedades en Estados Unidos, Colombia y Panamá, entre las que se encuentran la exótica isla, y vehículos deportivos de alta gama se vino al piso en los últimos días. En una operación conjunta entre la Dian, la Policía Fiscal y Aduanera y la Fiscalía, capturaron a Suaza en Cartagena, casualmente cuando se dirigía a su lujosa isla.
Para desenredar el esquema de corrupción, contrabando y narcotráfico, desde hace años se venía trabajando con el apoyo de la Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos y el ICE (aduanas). Al lado de Suaza cayeron algunos de los principales miembros de la organización, entre ellos contadores y personas que conocían al dedillo el manejo de los dineros ilícitos y cómo triangulaban las millonarias sumas para pasar desapercibidos. Su exesposa, quien tiene orden de captura, se fugó tan pronto Suaza y seis de sus cómplices fueron capturados. Su último rastro muestra un retiro de 25 millones de pesos en efectivo y abordó una lujosa camioneta con rumbo desconocido.
Suaza y sus cómplices son señalados por las autoridades como presuntos responsables de pertenecer a una organización delincuencial dedicada al contrabando de confecciones, textiles y calzado con fines de lavado de activos, por medio de operaciones aduaneras fraudulentas, perpetradas entre 2014 y 2021.
Desenredar la compleja madeja de la estructura montada por la organización de Suaza no fue fácil. Esta empresa criminal contaba con participación de expertos en comercio exterior, en trámites de aduanas, contadores, economistas, quienes diseñaron un tejido criminal que requirió años de investigaciones conjuntas entre las autoridades de Colombia y Estados Unidos para lograr su desarticulación.
SEMANA conoció el voluminoso expediente de esta operación internacional, en la que durante los años de labores investigativas fue necesario el análisis de comunicaciones de más de 5.000 horas de escucha. También se revisaron siete teras de información, cuyos actos de indagación permitieron identificar cerca de 70 procesos investigativos; correspondían a materialidades efectuadas a esa organización criminal por autoridades aduaneras, que obtuvieron información legal que develaba otros delitos asociados.
El director de la Policía, general Jorge Luis Vargas, da cuenta de la magnitud de la captura de Suaza y de la desarticulación de su organización: “Estamos ante uno de los resultados más importantes de los últimos años, no solo contra el contrabando, sino contra el lavado de activos a través del comercio exterior. Fueron cuatro años de investigación, al cabo de los cuales se logró la captura de 39 personas que causaron un hueco fiscal superior al billón de pesos por evasión aduanera, tributaria y cambiaria”.
Los investigadores encontraron que el fraude aduanero se realizaba a través de la modalidad de contrabando técnico, mediante la importación de mercancía proveniente de China, Estados Unidos y Panamá, utilizando documentos falsificados de facturas de compra, subfacturación de valor y alteración del peso del producto.
El director de la Dian, Lisandro Manuel Junco, señaló que “esta organización durante más de siete años atentó contra los empresarios legales del país, con una afectación económica cercana al billón de pesos. Ahora, debe rendir cuentas en los estrados judiciales”.
Junco explicó que entre los años 2014 y 2021 este grupo se dedicó al contrabando con fines de lavado de activos y operaciones aduaneras fraudulentas por medio de contrabando técnico. “Son responsables del ingreso ilegal de mercancía por 834.000 millones de pesos. En este proceso se evidenciaron movimientos de giros de dinero por más de 227.000 millones de pesos a empresas radicadas en Venezuela, Islas Vírgenes y Curazao. Asimismo, movimientos migratorios hacia Panamá y los Estados Unidos”.
Los Ángeles, la génesis de la investigación
En Los Ángeles, California, en medio de un sigiloso operativo contra el cartel de Sinaloa en 2014, las autoridades incautaron 10 millones de dólares y cajas con documentos que arrojaron las primeras pistas de los tentáculos de la organización y las empresas que estaban al servicio de la operación de lavado de dinero producto del narcotráfico.
En 2014 nació la Operación Imperio, realizada de forma conjunta entre las agencias de Estados Unidos y Colombia. Tres años después dio sus primeros resultados cuando fueron capturadas en Colombia 33 personas, entre ellas los condenados Jaime Tello y Óscar Puentes, relacionados con estas empresas utilizadas para el lavado de activos y contrabando.
La organización empezaba a desmoronarse, pero las autoridades tenían claro que faltaba dar con la cabeza de la millonaria operación criminal, quien hasta el momento parecía fantasma, no se había podido establecer su identidad. No había rastro, firmaba muy pocos documentos, no aparecía como propietario, todo lo movía a través de terceros.
Pero las pistas fueron apareciendo y en ese momento identificaron al hoy considerado Pablo Escobar del contrabando, Alaín Suaza. Las pruebas encontradas tras la compleja investigación dejaron sobre la mesa que Suaza presuntamente lideraba esta organización criminal. Utilizaba para la importación irregular de mercancías seis empresas, tres de ellas con la categorización de usuarios aduaneros permanentes y una agencia de aduanas. Todas estaban a nombre de terceras personas. Él no dejaba rastro.
El director de la Policía Fiscal y Aduanera, coronel Gelber Hernando Cortés, explicó el impacto de estas organizaciones: “El crimen transnacional ha encontrado a través del comercio ilícito la manera de lavar dinero producto del narcotráfico y la minería ilegal; exportaciones ficticias, contrabando técnico, contrabando abierto y evasión fiscal son las principales variantes delictivas”.
Además, reconoce que la desarticulación de estos grupos especializados en movimientos comerciales internacionales para camuflar las operaciones criminales no se puede dar sin una labor conjunta de las autoridades. “Los modelos de economía criminal que hemos evidenciado a través de la analítica descriptiva determinan la ruta de actuación y de articulación de las capacidades de la Fiscalía, la Dian, la Uiaf, la Policía y las agencias internacionales”.
Autos, yates y mundo de lujos
Aunque es considerado el Pablo Escobar del contrabando, Alaín Suaza contaba con formación académica y social que le servía para pasar desapercibido. Se mostraba como un exitoso empresario, vestía con prendas de marca y frecuentaba sitios exclusivos tanto en Estados Unidos como en Colombia. Su comportamiento no era de traqueto, sino de hombre de negocios. De esta manera, se relacionaba con importantes empresarios y gente de la farándula y el jet-set criollo, a sus anchas se movía en estos círculos, y nadie sospechaba de su oculta carrera criminal. Pasaba desapercibido.
En Miami verifican si un apartamento valorado en 350.000 dólares es de su propiedad. Lo mismo que otros dos lujosos inmuebles en Cartagena y Barranquilla, que valdrían más de 7.000 millones de pesos. Los autos suntuosos eran su debilidad, en Colombia usaba una camioneta blindada de más de 400 millones. Era usual verlo en carros deportivos de alta gama en Colombia y Estados Unidos; así aparecía en sus redes sociales, en las que publicaba videos manejando a alta velocidad.
Una de sus mayores aficiones eran los yates de lujo, en los que organizaba reuniones en altamar. La joya de la corona era su isla, donde esperaba extender las fiestas y sus contactos. El prestigio era fundamental para Suaza.
Ahora está respondiendo ante las autoridades en Colombia, donde el caso ya fue presentado por la Dirección Especializada contra Delitos Fiscales de la Fiscalía; y aunque no aceptó cargos, ante la contundencia de las pruebas un juez ordenó enviarlo a la cárcel. Pero la factura es larga y las cuentas pendientes están vivas en Estados Unidos, donde no se descarta que sea pedido en extradición. Finalmente, parte de la filigrana empresarial para el lavado de activos tiene sede en ese país.
Además, las autoridades relacionan su estructura criminal con las amenazas que recibió el exdirector de la Dian Juan Ricardo Ortega, y por las cuales tuvo que abandonar el país por varios años.