Pararse a la orilla de las carreteras que conducen a Otanche o Maripí, Boyacá. Divisar el verde de las montañas que se contrastan con el azul de un cielo limpio y al mirar a los cuatro puntos cardinales encontrar extensas fincas y tierras a nombre de una sola familia. Eso era a lo que estaban acostumbrados los vecinos de los hermanos Rincón Castillo, quienes ejercían poder en el occidente de ese departamento. Compraban tierras, como si se tratara de pan, demostrando lo fuerte que podía ser el clan. Cuando las autoridades intentaban realizar una extinción de dominio, los Rincón Castillo se valían de estrategias que limitaban su accionar.
De hecho, lograron hacerlo durante cuatro años. El 17 de octubre de 2017, la embajada de Estados Unidos solicitó la detención provisional con fines de extradición de Pedro Nel Rincón Castillo, alias Pedro Orejas, algunos de sus hermanos y socios. Para esa época se realizó la extinción de dominio de más de 200 bienes, pero quedaron casi 800 más en poder de la familia y según la investigación adelantada por la Dirección de Investigación Criminal e Interpol (Dijin) de la Policía Nacional, todas las propiedades fueron adquiridas con dinero producto de actividades ilícitas. Las propiedades estaban a nombre de hermanas, cuñados y sobrinos.
A esa conclusión llegaron los investigadores que revisaron más de 400 folios con escrituras y determinaron que los predios fueron adquiridos a partir del año 2000, cuando Yesid Nieto, junto con Pedro Orejas, empezaron a crear el grupo de autodefensas Héroes de Boyacá, con aproximadamente 300 hombres armados, al que se vincularon los hermanos Rincón Castillo, es decir, Pedro Nel, Gilberto, Omar Josué, Salvador, Gustavo y Emerio.
Lo que se desconocía en ese entonces era que no solamente ellos estaban envueltos en actividades ilícitas, sino que habían vinculado a su grupo más cercano para hacer las veces de testaferros. Testimonios entregados a la DEA mencionan a Diosdé González Rodríguez como persona de confianza de los Rincón. La información suministrada dice que este hombre disfrazaba el dinero del narcotráfico en la comercialización de esmeraldas, como lo hicieron en su momento los hermanos Rincón.
Los investigadores determinaron que los traficantes de droga de la región diseñaron una práctica elaborada de blanqueo de activos mediante la justificación de dineros con estas piedras preciosas sobrevaloradas. Sacaban al exterior supuestas esmeraldas de calidad, pero en realidad eran maquilladas a través de procesos químicos desarrollados en la región. “De ahí la importancia que para ellos implicaba aparecer ante el público como empresarios de las esmeraldas. Así se movieron incalculables capitales ilícitos”, indicó el general Fernando Murillo, director de la Dijin.
A medida que iban llegando las ganancias a Colombia, iban comprando terrenos. Diosdé González es esposo de una de las hermanas de Pedro Nel, y a los 60 años ya tenía a su nombre más de 85 predios, los más costosos del clan. Entre las propiedades está la sociedad Inversiones de Occidente Ltda., la cual fue constituida con 50 millones de pesos. Esta empresa a su vez era dueña de ocho propiedades ostentosas. Entre ellas se cuenta una casa ubicada en San José de Bavaria, uno de los sectores más exclusivos de Bogotá, avaluada en 9.000 millones de pesos, aunque Inversiones de Occidente la compró en 2004 por un valor de 220 millones en efectivo.
Según los peritos, contadores y analistas financieros de la Dijin, para esa época la compañía no contaba con la liquidez suficiente para realizar inversiones tan costosas. Mientras tanto, el clan comercializaba y traficaba estupefacientes en grandes cantidades hacia países como Haití, República Dominicana, Canadá y Estados Unidos. En Colombia diez personas de la familia de Pedro Orejas serían las encargadas de lavar dinero a través de bienes muebles e inmuebles, sociedades, títulos mineros, equinos y bovinos. Para ocultar sus bienes los hermanos utilizaban la figura de compra de derechos herenciales, derechos gananciales, acciones y posesiones, conocidas como falsas tradiciones, dificultando a las autoridades la incautación de dicho capital.
El reto estuvo en entender que esa forma de comprar era parte de una estrategia, pues encontraron elementos comunes que así lo demostraron. Las propiedades adquiridas por cada uno de los investigados fueron obtenidas a un bajo costo y presentaron incrementos patrimoniales no justificados. Los bienes, según Murillo, fueron mejorados con dinero producto de la mezcla entre las actividades del narcotráfico y con la extracción de esmeraldas, dando apariencia de legalidad. Por ejemplo, una finca ubicada en la vereda Zulia, Maripí, de un área total de nueve hectáreas fue adquirida en el año 2000 por tan solo 3 millones de pesos y hoy su avalúo comercial es de unos 3.000 millones de pesos. En esta finca funciona la mina La Pita, la misma que está referenciada por testigos de ser el epicentro de las reuniones clandestinas que se realizaban entre miembros de los grupos criminales, simulando cumbres para hablar sobre el negocio de las esmeraldas.
Otro de los terrenos que Pedro Orejas consiguió a un precio muy bajo es una finca ubicada en el mismo municipio, por la que pagó 5,6 millones de pesos, cuando hoy vale 2.000 millones. Esto por su localización y las construcciones edificadas en ella, las cuales se levantaron con dinero no justificado, según las autoridades. Desde el Clan Rincón sabían que los bienes que fueron puestos a nombre de sobrinos, hermanos y cuñados podrían ser rastreables, así que vendieron los predios a terceros, aparentemente a bajo precio.
En el municipio de Paratebueno en Cundinamarca, Salvador Rincón adquirió en 2006 una finca gigante, con más de 298 hectáreas. Él hace poco tiempo la vendió a terceros y según la escritura pública, le pagaron 520 millones de pesos. Un valor que no corresponde al real, ya que su costo aproximado es de 20.000 millones de pesos, además de tener uso comercial en ganadería y piscicultura.
En una segunda fase de la investigación y tras las indagaciones de la Dijin a comienzos de septiembre, la Fiscalía ocupó 770 bienes del Clan Rincón avaluados en más de un billón de pesos, pese a todas las estrategias que utilizó el clan para mimetizarlos. Eso quiere decir que en cuatro años el imperio se debilitó a tal punto de perder prácticamente toda su riqueza.