La muerte de los cabecillas de la Segunda Marquetalia en territorio venezolano sigue siendo un misterio, aunque las autoridades colombianas han entregado su hipótesis sobre que se trató de una vendetta entre mafiosos.

SEMANA conoció el relato de un sujeto que asegura que participó en el operativo, en donde un comando de cazarrecompensas ubicó y asesinó al despiadado Romaña. El informante entregó detalles de cómo fue su relación con Henry Castellanos, alias Romaña, uno de los más sanguinarios exjefes de las Farc, antes de que fuera asesinado.

Sus palabras son directas: “Yo estuve con Romaña casi un año haciéndole creer que era un narcotraficante”. Este sujeto, quien pidió que se le mantenga en reserva su identidad, dijo que su trabajo era hacerse pasar por mafioso, como se lo habían pedido servicios de inteligencia como la CIA, la DEA y el Grate, este último, un grupo especializado antiterrorismo de la Dirección de Investigación Criminal Dijín.

Según su relato, para lograr llegar a Romaña tenía que tender relaciones con excombatientes de las Farc como alias Dumas y alias Chaverra, quienes tenían acceso al temido integrante de la Segunda Marquetalia.

“Llegamos (a Romaña) por intermedio de los dos excomandantes, Dumas y de Chaverra; teníamos comunicación con él (Romaña), porque tocaba ir a mirar la pista, tocaba ir a mirar las luces, tocaba ir a mirar muchas cosas”, asegura el informante. Indica que así se fue ganando poco a poco la confianza de Romaña, a quien calificó como un ser “hambriento por el dinero”.

De acuerdo con su relato, él y Romaña tuvieron contacto por diferentes medios a lo largo de un año, en los que incluso se quedó en varias ocasiones en el campamento que tenía montado el jefe de la Segunda Marquetalia en territorio venezolano.

“Nos recogían los canoeros de la Segunda Marquetalia para llevarnos a su finca en el Amazonas venezolano por el río Cuao”, detalló el informante.

La relación entre el supuesto narcotraficante y Romaña trascendió al campo de la amistad, por decirlo de alguna manera. El infiltrado aseguró que en varias ocasiones se emborrachó con Santrich, el otro jefe de la Segunda Marquetalia, y quien vivía muy cerca del campamento de Romaña. “Romaña no tomaba cuando estaba solo porque desconfiaba y creía que en la bebida le podían echar algo”, dijo.

De acuerdo con el infiltrado, el plan que le habían planteado las agencias que los habían contactado consistía en escopolaminar a Romaña, como ocurrió con alias Corea, otro importante de las disidencias de las Farc, capturado por la Policía Nacional.

“Romaña no tomaba, el que tomaba era Santrich. Él siempre estaba con Romaña, entonces para entrarle a una persona, meterle en el agua una pastilla, es más difícil y no se pudo”, reveló. La relación entre los tres (informante, Romaña y Santrich) durante el tiempo que estuvo infiltrado, haciéndose pasar como mafioso, traspasó la relación dealer-cliente.

Narró que Santrich le regaló un dibujo, una especie de caricatura. “Ellos (Romaña y Santrich) vivían en fincas de 15 y 20 mil hectáreas, nosotros le llevamos 200 colchonetas (…) Él se reunía con nosotros (Santrich). Nos tocó tomar trago muchas noches ahí con ellos”, relató.

El informante coincidió con lo que han dicho en reiteradas ocasiones las autoridades colombianas: que los jefes de la Segunda Marquetalia vivían relajados en Venezuela protegidos por el Gobierno de Nicolás Maduro.

“Ellos estaban muy tranquilos. Incluso yo vi campos llenos de yuca, maíz, de todo tipo de esas cosas, y ahí se veían los camiones que decían ‘Gobierno venezolano’ y cargaban cosas para llevarse, estaban superbien”, reveló.

Detalló que, para poder acceder al campamento de Romaña, que tenía varios hombres alrededor y que conformaban su anillo de seguridad, tenía que notificarles que se iba a entrevistar con Mauricio, como se le conocía al cabecilla de la Segunda Marquetalia en Venezuela.

“El nombre de él era Mauricio y por radio salía como R1, y así nos dejaban ingresar”, agregó.

Aunque en su relato, asegura el informante, logró compaginar con Romaña y Santrich, cuenta que en varias ocasiones lo emborracharon para sacarle información: “Yo la verdad no tomo casi alcohol y, cada vez que llegaba, lo primero que hacían era emborracharme de pronto para sacarme cosas, sacarme verdades”.

En medio de sus borracheras, cuenta el informante, Romaña le presentó a la novia con la que vivía en el campamento de la Segunda Marquetalia. “Vivía con una muchacha negrita, venezolana, que era la novia, y ella se quedó en el campamento de Apure, esperándolo en Lorza”, reveló.

Bon bon bum y whisky

Entre los detalles que le reveló el informante a SEMANA, sobre su relación con los jefes de la Segunda Marquetalia antes de ser asesinados en territorio venezolano, reveló que a Santrich le gustaba el Bon bon bum y el whisky, y contó hasta la clase de pescado que comían en el campamento y cómo se los preparaban.

“Comíamos un pescado, haga de cuenta que era un puerto y pasaba todo el río, y ahí cerca estaba el campamento. Los guerrilleros hervían maíces y pescaban palometa, que son pirañas blancas, y arriba las guerrilleras las cocinaban, sudaban o fritaban con yuca y con arroz. Y de tomar, cuando yo iba, el Grate me daba la canoa llena de cerveza, llena de whisky, porque a Santrich le gustaba tomar. Llevaba aguardiente, caramelos, hasta le traía un Bon bon bum”, detalló el falso narcotraficante.