La información militar confidencial obtenida por SEMANA revela que el Estado Mayor Central de las disidencias de las Farc, al mando de Iván Mordisco, no está unificado y que varios de sus frentes actúan como rueda suelta, como ha venido sucediendo en los departamentos de Nariño, Cauca y Valle del Cauca, en donde a pesar de existir un cese al fuego, se cometieron acciones criminales por parte de las estructuras que no están alineadas con Mordisco.
Prueba de ello fue el acto violento ocurrido en Toribío, en el Cauca, el sábado 17 de marzo, en donde hombres de la estructura Dagoberto Ramos, en pleno cese al fuego, secuestraron a un menor de edad para reclutarlo de manera forzada, y tras la reacción del pueblo indígena Nasa para que lo liberarán, los criminales asesinaron a la líder indígena Carmelina Yule Pavi.
Este crimen fue el detonante para que el presidente Gustavo Petro suspendiera el cese al fuego con el Estado Mayor Central en los departamentos de Nariño, Cauca y Valle del Cauca, en donde las disidencias no respetaron la tregua concedida por el Gobierno, que contemplaba que la Fuerza Pública, Ejército, Policía, Fuerza Aérea, Armada y Fuerzas Militares frenaran sus operaciones ofensivas en contra de los criminales.
Pero algo que no se conocía es la verdadera historia que hay detrás del Estado Mayor Central que busca dar apariencia de unión, cuando la realidad es totalmente diferente. SEMANA conoció que dentro del autodenominado EMC hay una división mafiosa por parte de los cabecillas de las estructuras más visibles: Jaime Martínez, Jacobo Arenas, Dagoberto Ramos, Carlos Patiño y Carolina Ramírez.
Dichos frentes han actuado de manera unilateral, sin acatar las órdenes de Mordisco, es decir, que se está viviendo una completa rebelión de los cabecillas que se niegan a renunciar a las actividades criminales de narcotráfico, secuestro, extorsión, homicidios, minería ilegal, que les deja mensualmente millonarias ganancias que los hace vivir como verdaderos capos del narcotráfico.
Y aunque se ha dado apariencia que el gran jefe es Iván Mordisco, inteligencia de las agencias de seguridad del Estado develó que alias Marlon, alias Mocho, alias Cholinga, alias Kevin y alias Daniel Alvizú, cabecillas de los frentes mencionados anteriormente, lo único que buscan es arroparse bajo el nombre de las EMC para que el Gobierno mantenga un cese al fuego que frene las operaciones de la Fuerza Pública en su contra y ellos puedan seguir expandiéndose en el país, como lo reconoció el ministro de Defensa, Iván Velásquez.
La operación matemática es sencilla, dice la información confidencial: con la Fuerza Pública frenada, el EMC puede mantener a flote dos de sus mayores negocios criminales que les dejan los bolsillos llenos de dinero: narcotráfico y minería ilegal.
Composición del EMC
Las cabezas visibles del Estado Mayor Central son Iván Mordisco y su segundo al mando es Alexander Díaz Mendoza, alias Calarcá, quien fue designado en la mesa de negociaciones con el Gobierno.
Por debajo de estos delincuentes están los jefes de los frentes: alias Marlon, cabecilla de la estructura Jaime Martínez; alias Cholinga, cabecilla de la Dagoberto Ramos; alias Kevin, cabecilla de la Carlos Patiño; alias Mocho, cabecilla de la Jacobo Arenas, y alias Daniel Albizú, cabecilla de la estructura Carolina Ramírez.
Como en toda estructura mafiosa, y como ocurrió con los carteles de narcotráfico de la época de los 90 en Colombia, el EMC vive una guerra interna de poder y traición, situación similar que se presentó en el Clan del Golfo, antes de ser capturados alias Otoniel. Alias Chiquito Malo y Gonzalito ya tenían dividido el grupo narcotraficante.
¿Pero cuál es el poder del EMC en los territorios? Los frentes delinquen de la siguiente manera: Dagoberto Ramos en Páez, Corinto, Toribío, Caloto, Jambaló, Santander de Quilichao y Guachené, con cerca de 200 hombres en armas.
La Jaime Martínez tiene su actuar criminal en los municipios y zonas de López de Micay, Buenos Aires, Morales, Suárez y Cajibío, y cuenta con cerca de 200 hombres en armas.
La estructura Carlos Patiño delinque en Argelia, Balboa, El Tambo y Patía, y cuenta con cerca de 300 hombres y es uno de los mayores reclutadores de menores de edad en la región.
De acuerdo con las fuentes de inteligencia militar, Mordisco podría ser incluso traicionado por sus hombres y entregado a la Fuerza Pública, que desde que se rompió el cese al fuego emprendió una ofensiva en contra del EMC en Nariño, Cauca y Valle del Cauca.
La preocupación para Mordisco no debe ser para menos. Según la información conocida por SEMANA, alias Mocho y alias Kevin, que suman en sus estructuras más de 500 hombres, sellaron una alianza en las zonas donde delinquen y estarían en desacuerdo con varias de las directrices dadas por Mordisco y Calarcá.
Alias Marlon, por su parte, estaría actuando solo al igual que Daniel Alvizú, jefe de la Carolina Ramírez, quien ha ordenado varias acciones militares en el sur del país, como fue la infiltración al Ejército en pleno cese al fuego, en donde fueron asesinados un capitán, un sargento y un soldado.
Hay que mencionar que fuentes cercanas al Gobierno han señalado que este mes de abril se daría una reactivación de los diálogos entre el Gobierno y las disidencias de las Farc de Mordisco, que, como se evidencia, según información de inteligencia de las agencias del Estado, no están unificadas y sus cabecillas están actuando sin obedecer sus órdenes, para mantener el narcotráfico, los secuestros, la extorsión, la minería ilegal, el desplazamiento, los confinamientos y demás actividades delincuenciales que hacen que hoy el EMC sea una de las organizaciones de mayor crimen en el país, alejados de cualquier lucha social de un grupo guerrillero.