“El negocio que se estaba haciendo para ganar confianza era despegar 500 kilos (cocaína) para Surinam (…) porque con Santrich solo se hablaba de narcotráfico”, estas son las palabras que demostrarían a lo que se dedicaron los temidos exjefes guerrilleros Romaña y Jesús Santrich, luego de que decidieron traicionar el Acuerdo de Paz.
Quien entregó la declaración es un mercenario que estuvo infiltrado por más de un año en las disidencias de la Segunda Marquetalia, en donde logró forjar una falsa amistad con los sanguinarios excomandantes.
Aparte de hacer negocios de drogas, el infiltrado se emborrachaba con los capos del narcotráfico, en lo que se habían convertido los exjefes guerrilleros. Aseguró que, cuando llegaba al campamento de Romaña, lo hacía con una canoa cargada de licor, comida y golosinas.
“En el campamento comíamos un pescado, haga de cuenta que era un puerto y pasaba todo el río, y ahí cerca estaba el campamento. Los guerrilleros hervían maíces y pescaban palometa, que son pirañas blancas, y arriba las guerrilleras las cocinaban, sudaban o fritaban con yuca, y con arroz y de tomar, cuando yo iba llenaba la canoa de cerveza, llena de whisky, porque a Santrich le gustaba tomar. Llevaba aguardiente, caramelos, hasta le traía un Bom Bom Bum”, detalló el mercenario.
Explicó que Santrich no vivía con Romaña, pero sí en una zona muy cercana y que, por eso, estos dos se la pasaban casi siempre juntos. “Romaña no tomaba licor cuando estaba solo por miedo a ser envenenado o a que le echaran alguna sustancia extraña en la bebida”, reveló el mercenario.
Explicó que cuando bajaba al campamento a cuadrar negocios de drogas y armamento “llevábamos colchonetas, mallas y cemento”, narró.
Su testimonio se conoce en medio de los múltiples interrogantes que aún existen sobre lo que fue la caída de los más temidos exjefes guerrilleros de las extintas Farc. Las autoridades colombianas revelaron que se trataba de venganzas entre mafiosos, que se estaban matando por deudas de narcotráfico, pero al parecer, existe otra hipótesis sobre sus muertes, como lo devela este mercenario.
Contó que duraban horas tomando licor con Jesús Santrich, a quien le gustaba el whisky, el aguardiente y de golosinas el Bom Bom Bum; a diferencia de Romaña, Santrich sí se emborrachaba.
También reveló que luego de la muerte de Santrich casi se pierde el contacto con Romaña. “Cuando murió Santrich perdimos un poquito de contacto con él (Romaña), porque cambió de número y una cosa y la otra, pero yo tenía el contacto con la finca en Sol Naciente (donde estaba Romaña)”, señaló.
Jesús Santrich formó parte del grupo que, junto a Iván Márquez, Romaña y El Paisa decidieron apartarse del proceso de paz para continuar los negocios criminales, en especial del narcotráfico, según dijeron las autoridades colombianas en su momento. Esto parece quedar ratificado con el testimonio que le entregó a SEMANA el mercenario, que se habría infiltrado en sus filas y habría sido decisivo para que los ubicaran.
Sobre la muerte de Romaña dijo la fuente, que los encargados de realizar la operación fueron 12 mercenarios. Cuatro de ellos eran estadounidenses, otros cuatro exmilitares colombianos, dos desmovilizados de las Farc, un menor de edad y el infiltrado que abrió la caja de pandora de este operativo porque, asegura, fue engañado y no le pagaron la recompensa completa. A él solo le tocaron 80 mil dólares.
Agregó que, “claro, éramos siete colombianos y yo. Dos están en Ucrania, los dos de los comandos. Los otros dos, uno está en el Caquetá, otro está aquí. Y otro está en San José del Guaviare”, explicó. Afirmó que los otros cuatro eran los estadounidenses, hombres que poco hablaban y no recibían ni un vaso de agua. Ellos se metieron en la maleza y, cuando se dio la orden, entraron, dispararon y mataron a Romaña.
De los comandos norteamericanos sabe muy poco, dice que eran hombres entrenados, que sabían lo que iban a hacer y lo ejecutaron a la perfección. Hablaban muy poco, por lo que no sabe si se trataba de una misión oficial, o de mercenarios, como él, pero de origen estadounidense.
Según este hombre, europeo de nacimiento y con una cédula de extranjería expedida en Colombia en octubre de 2020, Romaña habría caído en una trampa que le habrían tendido para negociar supuestamente un cargamento de cocaína.
La muerte habría ocurrido el primero de diciembre de 2021, pero la noticia se dio a conocer en los medios de comunicación en Colombia veinte días después.