el sujeto las acechaba, esperaba el momento preciso, actuaba cuando las mujeres que serían sus víctimas quedaban bajo los efectos de potentes sedantes. Cuando estaban dormidas y sin ninguna posibilidad de defenderse, se les acercaba a los rostros y, como si se tratara de una sentencia, ponía la boca en los oídos de las pacientes. Les susurraba que se prepararan para un examen médico. Ahí empezaba la tragedia.

Los susurros del enfermero iban acompañados de repugnantes manoseos que dejaba caer sobre los cuerpos inertes de las pacientes. Comenzaba con besos sobre las mejillas, labios y cuello, al tiempo que sus manos iban acumulando tocamientos en las partes íntimas de las mujeres, un repulsivo ritual que el sujeto finalizaba con el abuso sexual.

La macabra escena narrada anteriormente hace parte de los relatos que han ido entregando los familiares de al menos una docena de mujeres que habrían sido abusadas de distintas maneras por un enfermero del hospital La Victoria, ubicado en el sur de Bogotá, en la localidad de San Cristóbal. Con dolor, hijas, hermanas y esposos han detallado cómo este funcionario, que tenía bajo su misión proteger la integridad mental y física de estas pacientes, hizo todo lo contrario, se aprovechó de su estado de vulnerabilidad para abusar de ellas cuando estaban bajo los efectos de los sedantes.

Noche de horror

La noche del primero de abril parecía transcurrir con normalidad en el pabellón de pacientes psiquiátricos. La unidad cuenta con 58 personas bajo esta condición, quienes requieren de una atención diferente, pues cualquier hecho por fuera de su rutina diaria puede alterar severamente su estado emocional y físico. Hacia la medianoche de ese día, un fuerte alboroto dentro de una de las habitaciones acabó con la tranquilidad de la zona de psiquiatría. La algarabía se sintió en la habitación donde se encontraban cuatro mujeres entre los 30 y 50 años de edad, todas bajo fuerte medicación.

El personal médico encontró a una de ellas fuertemente alterada, la mujer les contó a los funcionarios que alguien había ingresado a la habitación para violarlas. SEMANA reconstruyó con personal del Distrito y familiares de las presuntas víctimas lo que pasó esa madrugada y los detalles son escabrosos.

Todo apunta al enfermero Jorge Pérez, quien aparece en las cámaras de seguridad del hospital caminando por el área de salud mental pasada la medianoche, aunque personal de la Secretaría de Salud le confirmó a SEMANA que a esa hora no tenía por qué estar ahí, pues era el momento del descanso que tienen que tomar en el turno. Luego ingresó a la habitación, donde hay seis camas, pero solamente estaban cuatro pacientes, todas mujeres, que minutos antes habían recibido sus medicinas.

Es decir, él sabía que estaban sedadas y en estado de indefensión. Con lo que no contó el enfermero es que una de ellas no se tomó las medicinas y estaba consciente de lo que él les estaba haciendo a sus compañeras de habitación. Wilson, el hermano de la mujer que se dio cuenta de todo, aseguró, en diálogo con SEMANA, que el enfermero primero intentó realizar actos abusivos con una de las pacientes sedadas, quien en medio de su estado intentó defenderse.

Al ver que la paciente no estaba completamente dormida, pero sí en condición de indefensión, Pérez hizo un breve recorrido y buscó a otra víctima. Se cercioró de que sí estuviera bien dormida, le bajó el pantalón, la ropa interior y habría abusado de ella. Desconcertada por lo que estaba viendo, la familiar de Wilson se levantó de su cama y atacó al enfermero.

El forcejeo, los gritos y la algarabía alertaron a los funcionarios del hospital, quienes acudieron a la habitación para verificar qué pasaba. Al llegar al cuarto, la primera enfermera, al ver alterada a la paciente, como suele ocurrir con casos psiquiátricos, reaccionó con fuerza y trató de dominarla, según denunció Wilson.

Pero al llegar la jefe se encontró con lo que había detrás de los gritos que rompieron con el silencio del hospital a medianoche. Escondido, detrás de la puerta, estaba el enfermero victimario; revisaron a las pacientes y encontraron que una de ellas estaba con el pantalón abajo y la ropa interior a la altura de la rodilla.

¿Abusador serial?

La gravedad del asunto tomó relevancia con el pasar de las horas cuando cayeron en cuenta de que el enfermero que se escondía, luego de haber cometido el presunto abuso, llevaba trabajando en el hospital más de un año y medio, y que tenía acceso a los 58 pacientes psiquiátricos entre hombres y mujeres, entre los que se encuentra una menor de edad, es decir, que el número de víctimas podría crecer con el paso de los días, como efectivamente sucedió. Se presentó un efecto dominó, otras pacientes perdieron el miedo y lo denunciaron.

SEMANA habló con Daniela (nombre cambiado por seguridad), hija de una mujer que también fue víctima de presunto abuso sexual en el hospital La Victoria.

Contó que el primero de abril la llamaron del hospital porque necesitaban hablar con ella. Cuando llegó al centro asistencial, la reunieron con un doctor, un psiquiatra, una abogada y la trabajadora social para informarle que su mamá había sido abusada por uno de los enfermeros.

La mamá de Daniela fue ingresada al hospital el pasado 30 de marzo. Y con tan solo llevar un día en el centro clínico, el enfermero ya había realizado actos obscenos con la señora. Ella había guardado silencio, desconociéndose hasta ahora por qué no quiso denunciar.

“Yo recuerdo que a los dos días de haberla internado la fui a visitar y ella se encontraba muy alterada, pero no me quiso contar por qué, y como estaba descompuesta, la solución que encontraron fue sedarla e inmovilizarla”, narró Daniela. Recordó que el primero de abril aprovechó para visitar a su mamá y una compañera de cuarto le contó que ella no se había tomado los sedantes y que vio que el enfermero estaba manoseando a su mamá.

¿Negligencia?

La aplanadora cayó sobre la red hospitalaria del Distrito. De inmediato se conocieron versiones sobre la permisividad de la institución con el enfermero. Además, que era un secreto a voces lo que ocurría con el funcionario y nadie quiso tomar cartas en el asunto.

SEMANA contactó a Claudia Ardila, gerente de la Red Suroriente, que tiene bajo su cargo el hospital La Victoria, y aseguró que no hay información, quejas o alertas sobre las posibles conductas del enfermero. Indicó que todo se conoció en esa madrugada por cuenta del escándalo que hizo la paciente para evitar ser víctima.

Además del escándalo por abuso sexual que sacude al hospital La Victoria, también se conoció que una enfermera había denunciado el año pasado a un médico por presuntos actos sexuales.

“Nosotros nunca habíamos tenido información por parte de algún funcionario o cualquier persona de la Subred sobre actos irregulares de este enfermero o de otro personal allá en La Victoria. Cuando me enteré, de una vez instalamos una sala de crisis”, señaló la funcionaria.

Por su parte, la secretaria de la Mujer, Diana Rodríguez, reconoció que es probable que el número de víctimas pueda crecer, teniendo en cuenta el tiempo que duró el enfermero trabajando en el hospital. “Este caso en particular comienza por cuatro víctimas que descubre el personal de salud al conocer los hechos y hablar con las pacientes, pero las otras siete víctimas comienzan a salir después de ese día, cuando se conoce todo y comienzan a contar. Estamos hablando de un total, hasta ahora, de 11 víctimas”.

Pero la cadena de posibles malas prácticas sexuales en el hospital La Victoria no se detienen con este protagonista. Carolina Velandia, enfermera del hospital, denunció a uno de los médicos del centro asistencial por acto sexual violento.

Según contó Velandia, el médico Efraín Fuentes, supuestamente, la tomó a la fuerza, la abrazó, la besó y le tocó los glúteos por debajo de la ropa. Por estos hechos, Fuentes fue llamado a imputación de cargos por la Fiscalía, bajo el radicado 04160, conductas que no fueron aceptadas. El caso sigue su curso normal en la Fiscalía.

Mientras tanto, Velandia aseguró que luego de que hizo la denuncia sufrió persecución laboral en la red del Distrito, a tal punto que le cancelaron su contrato. Desde la Secretaría de la Mujer indicaron que ya se está revisando el caso.

Frente al enfermero, desde la Fiscalía indicaron que se avanza en la investigación. SEMANA intentó comunicarse con Pérez para conocer su versión de las acusaciones que le hacen las pacientes del hospital La Victoria, pero este no ha respondido los llamados. Por ahora, se conocen estas 11 denuncias de muchas que pudieron ocurrir en más de un año en el que presunto depravado, vestido de enfermero, prestó sus servicios en el hospital La Victoria, en el área de psiquiatría, en donde las víctimas, producto de los fuertes sedantes, quedaban a su merced. n