El caso prendió las alarmas de inmediato. El informe conocido por SEMANA señala que la situación es de extrema preocupación, pues se trata del primer megalaboratorio ubicado en zona urbana, en la capital.
En la historia reciente no se había conocido de una situación similar, el reporte más actual de un hecho parecido es de hace dos años, en zona rural del municipio de Soacha, en Cundinamarca, en donde se emitió una alerta sobre una pequeña estructura para procesar químicos de esta naturaleza.
El hallazgo en el barrio Casa Loma, en Usme, revivió el caso de la narcofinca del exembajador Fernando Sanclemente, en el que, en uno de sus predios, en Cundinamarca, las autoridades pusieron al descubierto el funcionamiento un laboratorio exprés para la producción de cocaína.
Estos hechos llevaron a pensar a los investigadores de la Policía Antinarcóticos que se trata de una reinvención de los narcotraficantes en estos tiempos para llevar su negocio a otro nivel, en donde estarían optando por trasladar lo que hacían en el monte, alejados de la civilización, y ahora hacerlo en las ciudades o en lugares cercanos.
Para poner en marcha un laboratorio como el que fue ubicado en Usme no se requiere de mayor logística ni inversión económica, con siete millones de pesos es suficiente para una estructura de estas condiciones. En el retorno se multiplica, quincenalmente pueden generar ganancias cercanas a los 100 millones de pesos.
Aunque en el lugar no se sacaba el producto final que era el clorhidrato de cocaína, sí se obtenía el permanganato de potasio, una sustancia esencial para obtener el alcaloide, que posteriormente es enviado por toneladas a Centroamérica, Estados Unidos y Europa.
En el lugar, los investigadores encontraron una casa de una planta terminada y con planes de construir un segundo piso. Una vivienda modesta que estaba rodeada por otras casas residenciales. Su interior contaba con improvisadas calderas metálicas cuyo propósito era la manipulación de los químicos.
En otro rincón de la casa habían sido adecuados varios cilindros de madera envueltos en plásticos en donde se asentaba el producto final.
Estas calderas contaban con varios fogones que funcionaban con pipetas de gas propano que tenían que permanecer encendidos duranta 30 horas seguidas a una temperatura de 200 grados, para lograr extraer la sustancia que luego de todo el proceso sería enviada a las disidencias de las Farc.
Al momento de la inspección, los funcionarios policiales y de la Fiscalía encontraron en la vivienda 338 kilogramos de permanganato de potasio, 1.000 kilogramos de pirolusita, 1.246 galones de thinner, y 199 galones de hipoclorito, sustancia química esencial en la producción de clorhidrato de cocaína.
La proyección es que allí se lograra obtener cerca de 800 kilos de insumos que quincenalmente podrían generar una rentabilidad de 95 millones de pesos.
¿Pero cuál era el potencial de este megalaboratorio? Para los investiga dores el haber ubicado un laboratorio exprés en las goteras de Bogotá tenía un propósito ya definido y claramente planeado por los narcos.
Los delincuentes lo camuflaron en un barrio residencial, con la idea de hacerlo pasar desapercibido para las autoridades, pero claramente sabían que, el lugar don- de estaba les daría acceso por vía terrestre a los departamentos a los cuales querían llegar que era Meta, Guaviare y Vichada, condiciones que se cumplían en la localidad de Usme.
“Para hacer esta manipulación de los químicos no se necesita ser un experto, simplemente hay químicos empíricos que se encargan de hacer esto”, dice el informe conocido por SEMANA.
“Asimismo se logró establecer que una vez se cumpliera el proceso de ex- tracción y procesamiento de permanganato de potasio este iba a ser enviado a laboratorios clandestinos de clorhidrato de cocaína ubicados en zona rurales del departamento del Meta, Vichada y Guaviare, donde alcanzaría un potencial productivo de más de dos toneladas de clorhidrato de cocaína mensualmente. El destino eran las disidencias de las Farc de Gentil Duarte e Iván Mordisco”, indicó la Policía Antinarcóticos.
Secreto a voces
Pero para los habitantes de Usme, esta situación parece no ser nueva en la localidad. Antonio González* (nombre cambiado por seguridad), un líder comunitario de la localidad, aseguró que, aunque los tomó por sorpresa la noticia del megalaboratorio, en la zona ocurren situaciones similares, pero por temor a represalias y supuesta connivencia de las autoridades con el hampa prefieren no denunciar.
“Uno sabe de muchas cosas por acá, pero no hay garantías para denunciar, acá se sabe de los corredores de la nueva Marquetalia, del microtráfico y otros negocios ilegales, pero si uno los reportar corre peligro la vida, es mejor callar”, señaló Antonio González.
De acuerdo con cifras del Ministerio de Defensa conocidas por SEMANA, el año pasado fueron destruidas en el país más de 5.485 infraestructuras (laboratorios) para la producción de cocaína, se decomisaron más de 640 toneladas de este alcaloide, se incautaron 20 aeronaves donde se pretendía enviar la droga al exterior y se decomisaron cerca de 400 embarcaciones que tenían el mismo fin.