El médico pediatra Yesid Blanco Calvete descubrió el primer caso de alteración genética un poco antes de salir huyendo del país. Un niño de apenas un año y medio llegó a su consultorio en Barrancabermeja, Santander, cargado por su madre, que tras unos minutos de silencio preguntó con una astucia simple: “¿Doctor, esto que tiene mi hijo es normal o se trata de algo grave?”.

La crudeza de la escena impresionó al pediatra. La cara del bebé sufría una especie de erupción cutánea. No había espacio para un grano más. El niño, con una mirada compasiva, lloraba ante cualquier tacto, su piel no resistía el dolor; la cabeza era pequeña, como si le faltara masa cerebral, y las extremidades aún no estaban desarrolladas. Es como si durante el proceso de formación en el vientre algo falló, algo salió mal.

Este niño presenta una alteración genética que podría estar condicionada por metales pesados en el agua. | Foto: .

El niño nació en la vereda Patio Bonito, de Barrancabermeja, en la vía que conduce hacia Bucaramanga. Su alumbramiento coincidió con los primeros tres años del relleno sanitario Rediba, puesto en marcha en 2014 por la Gobernación de Santander y la autoridad ambiental de ese departamento cerca a la ciénaga San Silvestre, una área ambiental protegida.

El relleno bordea la ciénaga y está a menos de 200 metros del Caño Moncholo, una de las principales fuentes de agua de los habitantes de la vereda Patio Bonito, el mismo lugar donde nació en 2017 el niño, cuya enfermedad impresionó al doctor Yesid. Las investigaciones del médico lo condujeron al relleno.

El pediatra y director de la única unidad de cuidados intensivos de Barranca se metió de lleno en la investigación sobre el origen de las malformaciones. En sus pesquisas encontró más casos, como el de un bebé nacido muerto con unas impresionantes alteraciones genéticas que, a simple vista, pareciera que se tratara de un híbrido entre humano y un animal silvestre.

La imagen del bebé muerto aún con el cordón umbilical devastó al médico Yesid. Nunca en sus 15 años de profesión había visto algo igual: la pequeña cabeza parecía configurar un triángulo; los ojos –más grandes de lo habitual– amenazaban con abandonar el rostro, boca y nariz anchas, mientras el diminuto cuerpo extremadamente delgado y la piel como si hubiera estado expuesto al sol por más de dos días.

Una de las imágenes más impactantes es la de este bebé nacido muerto en la vereda Patio Bonito. | Foto: .

Cuando el médico Yesid agrupó todos estos casos, envió las pruebas genéticas a diferentes laboratorios y pudo establecer que entre 2016 y 2018 en Barrancabermeja nacieron 27 niños con la huérfana enfermedad de Job, que causa serias infecciones cutáneas y solo se presenta una vez cada 300.000 alumbramientos. Recibe este nombre bíblico porque para quien la padece es una verdadera prueba de fe por las aflicciones que esta puede provocar en la piel y el organismo.

“Lo curioso es que esto solo lo he visto en Barranca”, le dijo el médico al fiscal que recibió su denuncia. No había duda para él: el recién inaugurado relleno sanitario era el principal responsable de estas alteraciones genéticas. Poco después llegaron las amenazas y atentados.

El médico Yesid Blanco Calvete huyó de Colombia el 5 de septiembre de 2018, pero su lucha por encontrar la verdad no terminó ahí. Varios grupos de ambientalistas también le pusieron la lupa al relleno y en las inmediaciones empezaron a evidenciar cosas anormales como una mortandad sin precedentes de miles de peces en el Caño Moncholo, nacimiento de perros sin cerebro, muertes sin explicación de manatíes de la ciénaga, animales silvestres con dos cabezas o extremidades incompletas, como si se trata de un malvado laboratorio de película al aire libre.

En el Caño Moncholo hubo una mortandad de miles de peces por la contaminación de las aguas. | Foto: .

“El relleno tiene unas piscinas que se colmatan cada vez que llueve y terminan en la ciénaga y perjudican alrededor de 20 familias que sacaban el agua de esas fuentes hídricas. Durante 50 años ellos tomaron el agua de esas fuentes, porque no tienen acueductos”, dice el médico Yesid, ahora desde la clandestinidad.

En los estudios realizados por particulares se pudo evidenciar que en el relleno se vierten más 1.600 litros de lixiviados por segundo; para hacer un comparativo un poco más aterrizado: al día, sobre ese relleno, caen 55 piscinas olímpicas de desechos.

“Nosotros empezamos a evidenciar, después de que comenzó a operar el vertimiento de lixiviados en el relleno, una alta concentración de metales como mercurio y arsénico, entre otros, en la ciénaga de San Silvestre y empezamos a documentar niños con anencefalia, que es un defecto donde no les crece el cerebro y está relacionado con diferentes factores, y uno de ellos es el ambiental”, cuenta el doctor Yesid. Ahora tiene la respuesta: el niño que atendió en 2018 nació castigado por la naturaleza, que, a su vez, era reprimida por el hombre.

El relleno

Durante casi cinco años, el occidente de Santander estuvo colmado por las basuras. Ante la imposibilidad de que los rellenos existentes recibieran más residuos, se pensó en un nuevo sitio para depositar los desechos de Barranca, parte de Bucaramanga y de las industrias petroleras de la zona.

El sitio escogido finalmente fue la vereda Patio Bonito, en inmediaciones de la ciénaga San Silvestre. La operación de este relleno fue aprobada por la Corporación Autónoma Regional de Santander (CAS) en 2013 y puesta en marcha en 2014.

Las advertencias de que posiblemente se estaba incumpliendo el decreto presidencial 838 de 2005, que determina los lineamientos para instalar un relleno sanitario, no fueron tenidas en cuenta, pues la norma señala que no deben existir sitios de disposición de desechos en un radio de 1.000 metros en cercanías a fuentes hídricas o sitios poblados. Nada de eso se cumple en Patio Bonito.

Las principales afectaciones a la fauna se han presentado en la ciénaga San Silvestre. Así terminan las tortugas y otros animales de la zona. | Foto: .

Óscar Sampayo, representante legal e integrante de la Corporación de Estudios Ambientales del Magdalena Medio, le contó a SEMANA que la licencia ambiental al relleno sanitario fue negada en una primera instancia porque estaba ubicada en una zona ambiental protegida. “A pesar de esas contravenciones a la ley, lograron aprobarlo”.

La misma Contraloría realizó un informe detallado para alertar que se estaban vulnerando los derechos de las comunidades cercanas al relleno. El ente de control subrayó en el documento que hay “riesgo de contaminación del recurso hídrico, no solo teniendo en cuenta la cercanía de las fuentes y el uso dado por la comunidad a las mismas, sino también por la importancia Ecosistémica del Distrito Regional de Manejo Integrado Ciénaga San Silvestre”.

La respuesta de la CAS a este requerimiento fue que los “cuerpos de agua identificados en la visita de la Contraloría corresponden a lagos que se formaron como consecuencia de la construcción de la ruta 45”.

Sin embargo, SEMANA tuvo acceso al informe enviado en 2015 por la Defensoría del Pueblo regional Santander a la Corte Constitucional, como respuesta a un requerimiento ordenado por el alto tribunal. En el documento se hace un extenso relato de las seis fuentes hídricas que están cerca al relleno. “(...) El agua evidencia turbiedad. La comunidad manifiesta que debido al proceso el agua se ha ido sedimentando y ante la presencia de lo que ellos llaman capa o nata, presuntamente por los lixiviados, no ha podido ser utilizada para el consumo humano”.

En esta fotografía aérea se aprecia el daño ecológico generado por el relleno en una zona verde. | Foto: .

En 2020, la Asamblea de Santander pidió el cierre del relleno sanitario porque “según especialistas, se está atentando contra la vida de los habitantes del puerto, por la contaminación de las aguas de San Silvestre, con el vertimiento de lixiviados al espejo de agua, sin que exista alguna prevención por parte de los administradores del relleno”, se expone en un documento que reposa en los archivos de esa corporación.

A pesar de todas las pruebas aportadas y los estudios realizados, el relleno sanitario continúa en marcha, y ahora con el agravante de que fue incluido en el Plan de Ordenamiento Territorial de Barranca, que, de ser aprobado, lo dejaría en firme al menos por 20 años más.

“Vas a comer mierda”

La fuga del médico Yesid ocurrió días después de que entregara las pruebas a las autoridades competentes y denunciara, de frente, que ese relleno estaba ocasionando un daño ambiental y genético irreparable. Salió con lo poco que tenía a la mano cuando se enteró, por una llamada anónima, que los dos sicarios contratados para acabar con su vida ya iban camino a su casa. “Vas a comer mierda”, le dijeron horas antes.

Sus estudios para determinar cuántos niños más de la zona rural presentan alteraciones genéticas quedaron inconclusos. Ahora, lucha desde el extranjero para que el relleno sea desmontado del POT y, vía jurídica, lograr su reubicación en un espacio donde no genere tal contaminación.

Un grupo de veterinarios evidenció que varios perros nacieron sin cerebro en Patio Bonito, producto del daño ambiental. | Foto: .

Mientras eso sucede, en Patio Bonito se convive con la normalidad de lo extraordinario: bebés nacidos muertos, bebés nacidos vivos con malformaciones genéticas, niños y adultos con infecciones severas en la piel y el agua negra saliendo por los grifos. La vida agoniza en un coctel de desechos lixiviados… Y de mierda.

La tragedia de Patio Bonito II

SEMANA llegó hasta Barrancabermeja para documentar el problema con el relleno sanitario, que estaría ocasionando enfermedades y un daño ambiental irreparable en Santander. Segunda entrega del reportaje que desvela el lío de las basuras en ese departamento. Jamir Mina, enviado especial.

Muchos de los niños nacidos después de 2015 en Patio Bonito presentan este tipo de problemas en la piel. Se cree que estarían relacionados con la calidad del agua.

El cumpleaños número 65 de Himelda Arias no le sentó muy bien. Es como si el aire le alcanzara solo para mantenerse en pie, pero no para moverse. De hecho, dice, sus últimos siete aniversarios le han sentado mal. Su salud se deterioró a tal punto que no puede salir de la casa, pues el oxígeno para que los pulmones marchen correctamente no es suficiente. Sentada en el sillón de mecer, mira pasar a sus vecinos y maldice al que para ella es el culpable de su situación: el relleno sanitario, que opera, desde 2015, casi al frente de su vivienda en la vereda Patio Bonito, zona rural de Barrancabermeja.

Ella no es la única con problemas respiratorios en Patio Bonito. Y tampoco es la única que los empezó a registrar desde el funcionamiento del relleno. El lamento es generalizado. Incluso, uno de sus nietos, de apenas 6 años, fue hospitalizado varios meses por asma crónica. También le pasó lo mismo al hijo del vecino y a otros niños casas abajo. Todos, afectados por enfermedades extrañas que llegaron para quedarse. Unos nacen sin cerebro y mueren a los pocos minutos, otros sobreviven, pero con constantes sarpullidos en la piel y algunas malformaciones. Nadie sabe qué pasó, pero sí apuntan a un responsable: el relleno sanitario.

Así se ve desde el aire el relleno sanitario en medio de un área ambiental protegida. Las piscinas de lixiviados son uno de los grandes retos del lugar.

Vea el microdocumental sobre la situación en Patio Bonito:

“Cuando sale ese olor fuerte, a nosotros la piel se nos brota con unas ronchas que pican mucho y luego se forman unas vejigas de agua amarilla”, cuenta Himelda desde su silla mecedora. A este punto no quiere luchar más en una batalla de la que se sabe perdedora, ahora solo quiere irse. Abandonar las tierras que adquirió hace 40 años cuando fundó esta vereda. Sueña, como una niña pequeña, que le compren sus predios para partir hacia otro lugar donde los olores a basura no la ahoguen, donde el agua no esté contaminada por químicos y donde sus nietos puedan hacer la siesta plácidamente sin ser acosados por un ejército de moscas y ratas que se tomaron la región.

Tener de vecino un relleno sanitario es un reto mayúsculo. No solo porque en este caso la disposición de basuras en ese lugar, que además está ubicado en una área de protección ambiental, huele mal, sino porque acabó con las seis fuentes de agua que nutrían a Patio Bonito.

SEMANA visitó la zona y pudo constatar que el agua no es apta para el consumo humano. Los habitantes de esa vereda pasaron de tenerlo todo (fuentes de ingreso y consumo) en los caños, a recibir el agua cada tres días en camiones cisterna que envía la Alcaldía de Barrancabermeja. “Lo que más nos afecta es el agua; la fuente de carne para nosotros eran los caños, porque sacábamos los pescados, pero ahora ya no se puede. Yo pedí un acueducto y nos trajeron un basurero”, dice Himelda, quien por años fue la lideresa de Patio Bonito. Eran otros tiempos, cuando aún se podía mover sin problemas.

Los dueños de este restaurante, ubicado frente al relleno, decidieron cerrar el negocio y marcharse de la zona. Los ríos del lugar se secaron.

Íngrid Lorena Velásquez tiene 18 años y desde hace siete vive con el relleno a menos de 100 metros. Su generación fue la última que disfrutó de las correrías en los ríos y la pesca por deporte. “Patio Bonito cuando yo tenía 10 años era un ambiente diferente de olores, donde no se veía gallinazos ni moscas, no había tanta enfermedad como ahora ni tantos niños con neumonía. No se puede respirar en paz porque es un constante olor a basura. Ya no se puede ir a pescar, algo que hacíamos mucho los niños de aquí; pero ahora ya no se puede por miedo a que el pescado esté contaminado de químicos que salen de ese relleno”, cuenta.

En la primera entrega de este reportaje, SEMANA documentó cómo alrededor de 27 niños nacieron en Patio Bonito –en un periodo de dos años– con la extraña enfermedad de Job, una patología que solo ataca a uno de cada 300.000 nacidos en el mundo y que ocasiona serias heridas en la piel. Todo esto estaría relacionado con el vertimiento de lixiviados a las fuentes hídricas y el elevado porcentaje de metales pesados en el agua.

Magaly González es la abuela de uno de los niños reseñados en la primera entrega del reportaje. Su nieto, ahora de 4 años, sufre episodios de erupción en la piel. Por días padece una extraña transformación cutánea, y luego, gracias a fuertes medicamentos, todo vuelve a la normalidad. En la casa ya se acostumbraron a oír su llanto en las noches cuando la enfermedad lo ataca. “No podemos hacer nada más que esperar”, dice.

El relleno sanitario está ubicado en la ciénaga San Silvestre, un área ambiental protegida y, sin embargo, la Corporación Autónoma Regional de Santander (CAS) dio el aval en 2015 para que allí se depositaran todas las basuras de Barrancabermeja, la segunda ciudad más importante de Santander. De nada valieron las advertencias de que se estaba violando la norma presidencial que impide la construcción de rellenos sanitarios a menos de 1.000 metros de áreas pobladas. En Patio Bonito, el relleno está en las narices de sus habitantes.

El ambientalista Óscar Sampayo ha documentado juiciosamente los cambios en la ciénaga desde que empezó a operar el relleno. En su poder hay fotografías de mutaciones de animales, mortandad de miles de peces en el caño Moncholo, estudios sobre afectaciones en el agua y daños en todo el ecosistema. “Nosotros seguimos sin entender cómo después del 1 de enero de 2015, cuando inició a operar este basurero a cielo abierto, tras una serie de tutelas y de que el Tribunal Administrativo de Santander nos diera la razón, al tiempo que la Corte Constitucional estableciera unos condicionamientos para la operación del relleno, este sigue operando (...) El agua ha sido la más afectada, porque en el predio donde ahora está ubicado el relleno existían fuentes hídricas y fueron vulnerados por este basurero”, denuncia Sampayo.

Esa misma agua es la que desfilaba por diferentes caminos de Patio Bonito. Hoy muchos acuíferos se secaron, otros solo arrastran la ruina de la desdicha. Luis Fernando Naranjo, gerente seccional de Veolia en Barrancabermeja, empresa que administra el relleno desde hace dos años, asegura que “en ningún momento se vierten lixiviados a las fuentes hídricas. Nosotros no tenemos permiso de vertimiento, no hacemos uso de esa mala práctica. No sé si otras empresas lo harán, pero es un tema que no nos corresponde a nosotros”.

Para ser honestos, en la pirámide de responsabilidades, Veolia está en el último lugar. Cuando adquirieron el relleno, este presentaba unos problemas agudos en cuanto a funcionamiento y tratamiento de los residuos, así como de los lixiviados. Antes ese botadero a cielo abierto estaba en manos de Rediba, otro operador de aseo y de recolección de residuos sólidos.

Los hijos de la basura

Es difícil encontrar en Patio Bonito a un niño que haya nacido después de 2015 y no presente problemas respiratorios y afecciones en la piel. Son la generación apodada “los hijos de la basura”.

El médico pediatra Yesid Blanco, quien tuvo que salir del país por amenazas, realizó varios estudios que ahora reposan en el Instituto Nacional de Salud. Básicamente, en esas indagaciones científicas se demostró que los niños de Patio Bonito estaban naciendo con un elevado número del anticuerpo llamado inmunoglobulina E. En circunstancias normales, un bebé debería presentar entre 60 y 80 unidades de este anticuerpo, pero en esa zona las medidas llegan a las 2.000 y en ocasiones hasta 8.000, según muestra un documento en poder de SEMANA.

Por eso, nadie quiere tener hijos en Patio Bonito. Para hablar con claridad, nadie quiere vivir en Patio Bonito. “A nosotros nos indemnizan, nos compran nuestros predios y con mucho gusto nos vamos, porque es preferiblemente eso a vivir en medio de un moridero como este”, reflexiona Himelda.

La Alcaldía de Barrancabermeja dice ser consciente de lo que pasa en Patio Bonito, pero –más allá de mandar agua con el carro de bomberos– no pueden hacer más. Por ser una zona ambiental protegida, la competencia está en manos de la CAS, que, a la vez, fue la que otorgó el permiso para el funcionamiento del relleno.

“Los sectores donde hoy se encuentran estos rellenos no cumplen con el uso del suelo requerido y tampoco fueron considerados como áreas potenciales dentro del POT vigente. Debido a lo anterior, se han implementado por parte de organizaciones ambientalistas y la Alcaldía de Barrancabermeja acciones legales con el fin de frenar el impacto ambiental que ocasionan estos rellenos dentro del área protegida”, le contó a SEMANA el alcalde, Alfonso Manrique.

El lamento de Patio Bonito ahora es una tragedia, no solo por las enfermedades y muertes de recién nacidos, sino porque en la zona no hay agua ni animales. La vereda lo perdió todo, hasta el nombre, porque ya no es patio (sino un basurero) y tampoco es bonito.