En Colombia, los hombres de la Segunda Marquetalia corrían riesgo, las autoridades les pisaban los talones y por eso Venezuela se convirtió en su refugio; allá estaban cómodos, traficaban droga a sus anchas y estaban protegidos por el régimen de Nicolás Maduro y la Guardia Bolivariana.
Asegura un infiltrado que estuvo por más de un año cerca de Henry Castellanos Garzón, alias Romaña, que desde Colombia se dio la orden para asesinarlo a cambio de una jugosa recompensa.
Los encargados de realizar la operación fueron 12 mercenarios. Cuatro de ellos eran estadounidenses, otros cuatro exmilitares colombianos, dos desmovilizados de las Farc, un menor de edad y el infiltrado que abrió la caja de pandora de este operativo porque, asegura, fue engañado y no le pagaron la recompensa completa. A él solo le tocaron 80 mil dólares.
“Claro, éramos siete colombianos y yo. Dos están en Ucrania, los dos de los comandos. Los otros dos, uno está en el Caquetá, otro está aquí. Y otro está en San José del Guaviare”, explicó. Afirmó que los otros cuatro eran los estadounidenses, hombres que poco hablaban y no recibían ni un vaso de agua. Ellos se metieron en la maleza y, cuando se dio la orden, entraron, dispararon y mataron a Romaña.
De los comandos norteamericanos sabe muy poco, dice que eran hombres entrenados, que sabían lo que iban a hacer y lo ejecutaron a la perfección. Hablaban muy poco, por lo que no sabe si se trataba de una misión oficial, o de mercenarios, como él, pero de origen estadounidense.
Según este hombre, europeo de nacimiento y con una cédula de extranjería expedida en Colombia en octubre de 2020, Romaña habría caído en una trampa que le habrían tendido para negociar supuestamente un cargamento de cocaína.
La muerte habría ocurrido el primero de diciembre de 2021, pero la noticia se dio a conocer en los medios de comunicación en Colombia veinte días después.
SEMANA tuvo acceso exclusivo a esa imagen, entregada por un infiltrado que estuvo durante cerca de un año construyendo una relación con el excabecilla de las disidencias de la Segunda Marquetalia.
Romaña, según el mercenario con el que habló este medio, habría sido asesinado por un comando estadounidense que, al obtener el aviso de parte del infiltrado, lo acribilló en una pista de aterrizaje que había en su campamento.
Así se lo explicó el mercenario a SEMANA: “¿Por qué se hizo esa foto? Se mandó a un número de Italia que era mi contacto para que autorizara la plata y terminar la supuesta negociación que estábamos haciendo. Él se dejó tomar la foto, pero como a la hora me dijo: ‘¿Por qué me tomaste la foto?’. Le dije: tranquilo, era para que vieran que de verdad estamos tratando con Romaña. Pero realmente fue enviada a Italia y de Italia fue enviada a Colombia”.
De Italia, realmente, una persona la reenvió a un contacto de la Policía en Colombia. Al confirmarse que efectivamente se trataba del sanguinario exjefe de las Farc, se autorizó la operación.
La fuente ya había instalado también un GPS para que los cuatro comandos norteamericanos llegaran justo al lugar donde se encontraba Romaña, y ahí lo “acribillaron”.
Las borracheras con Santrich, Romaña no tomaba
La relación entre el supuesto narcotraficante y Romaña trascendió al campo de la amistad, por decirlo de alguna manera. El infiltrado aseguró que en varias ocasiones se emborrachó con Santrich, el otro jefe de la Segunda Marquetalia, y quien vivía muy cerca del campamento de Romaña. “Romaña no tomaba cuando estaba solo porque desconfiaba y creía que en la bebida le podían echar algo”, dijo.
De acuerdo con el infiltrado, el plan que le habían planteado las agencias que los habían contactado consistía en escopolaminar a Romaña, como ocurrió con alias Corea, otro importante de las disidencias de las Farc, capturado por la Policía Nacional.
“Romaña no tomaba, el que tomaba era Santrich. Él siempre estaba con Romaña, entonces para entrarle a una persona, meterle en el agua una pastilla, es más difícil y no se pudo”, reveló. La relación entre los tres (informante, Romaña y Santrich) durante el tiempo que estuvo infiltrado, haciéndose pasar como mafioso, traspasó la relación dealer-cliente.
Narró que Santrich le regaló un dibujo, una especie de caricatura. “Ellos (Romaña y Santrich) vivían en fincas de 15 y 20 mil hectáreas, nosotros le llevamos 200 colchonetas (…) Él se reunía con nosotros (Santrich). Nos tocó tomar trago muchas noches ahí con ellos”, relató.
El informante coincidió con lo que han dicho en reiteradas ocasiones las autoridades colombianas: que los jefes de la Segunda Marquetalia vivían relajados en Venezuela protegidos por el Gobierno de Nicolás Maduro.
“Ellos estaban muy tranquilos. Incluso yo vi campos llenos de yuca, maíz, de todo tipo de esas cosas, y ahí se veían los camiones que decían ‘Gobierno venezolano’ y cargaban cosas para llevarse, estaban superbien”, reveló.
Detalló que, para poder acceder al campamento de Romaña, que tenía varios hombres alrededor y que conformaban su anillo de seguridad, tenía que notificarles que se iba a entrevistar con Mauricio, como se le conocía al cabecilla de la Segunda Marquetalia en Venezuela.
“El nombre de él era Mauricio y por radio salía como R1, y así nos dejaban ingresar”, agregó.
Aunque en su relato, asegura el informante, logró compaginar con Romaña y Santrich, cuenta que en varias ocasiones lo emborracharon para sacarle información: “Yo la verdad no tomo casi alcohol y, cada vez que llegaba, lo primero que hacían era emborracharme de pronto para sacarme cosas, sacarme verdades”.