Todo el país habló del episodio que se dio en un puente peatonal al norte de Bogotá, hace ya cuatro años, cuando un médico que estaba siendo atracado, ya herido por los criminales, sacó su arma legal, disparó contra sus atacantes y mató a tres de ellos. Se sabe que es un médico cirujano, pero desde ese momento no habla con ningún medio de comunicación.

Guardando reserva de su identidad, aceptó hablar con SEMANA sobre lo ocurrido ese día, la posibilidad que tuvo de morir, el proceso jurídico que le tocó enfrentar, y defiende lo que denomina “legitima existencia”.

SEMANA: Han pasado cuatro años desde que usted, en un intento de atraco, y cuando ya estaba herido, mató a tres de sus agresores en un puente peatonal al norte de Bogotá. ¿Cuál es su reflexión, qué piensa de lo que pasó?

Juan Carlos (nombre cambiado): Sigo pensando que, a pesar de la desventaja numérica y las pocas probabilidades de sobrevivir, el veredicto de los cielos fue a mi favor por alguna razón que desconozco.

SEMANA: ¿Cómo recuerda lo que ocurrió esa noche?

JC: Es curioso, pero, a través del cristal de la memoria, y con el paso del tiempo, hay algunos detalles que se van resaltando y otros que se van atenuando; por ejemplo, algunos temerarios lances que me hacían los maleantes con cuchillo y que me generaron algunas heridas, parecieran en retrospectiva como si fueran en cámara lenta. Algo similar ocurre con el movimiento del revolver cuando me dispararon en varias ocasiones, de hecho, pensé que me podían haber impactado, dada la corta distancia a la que estábamos. En cualquier caso, después de haber experimentado una situación de riesgo tan extremo, tengo la plena convicción de que pude seguir caminando unos días más por obra y disposición del creador.

SEMANA: ¿Cómo está usted, le cambio la vida, su familia, tuvo problemas jurídicos?

JC: Debo reconocer con humildad que es mucho mayor de lo que pensé inicialmente. Le diría que, en medio de mi iluso optimismo, esperaba recuperarme en algunos meses. Sin embargo, tuve que descubrir empíricamente en el camino que es una recuperación que toma años, en realidad.

Puedo confirmarle, con conocimiento de causa, que el impacto directo e indirecto por temas relacionados de inseguridad y riesgo afectan indudablemente y de manera ostensible múltiples aspectos, como el ámbito profesional, familiar, social, personal, etcétera. Con la consecuente pérdida de garantías que limita el desarrollo en varios sentidos.

Respecto al tema jurídico, le diría que me presenté de manera libre y voluntaria ante las autoridades, me puse a disposición de la Fiscalía. Atendí absolutamente todos los requerimientos que me hizo la administración de justicia en compañía de un jurista, quien me representó y acompañó diligentemente durante todo el proceso.

Los procesos judiciales tienen un peso per se que tuve que explorar y conocer, lo cual asumí y afronté sin eludir responsabilidad alguna.

SEMANA: ¿Qué piensa de quienes califican una acción como la suya de “justicia por mano propia”? ¿Se debe llamar así?

JC: Tuve que aprender también sobre las implicaciones jurídicas de la legítima existencia, es decir, un ciudadano que se mueve a la luz de la legalidad tiene en su haber algunos derechos que puede ejercer dentro del territorio patrio, por ejemplo, el derecho a respirar, el derecho a la libre movilidad por las vías públicas, derecho al trabajo, derecho a la familia, derecho a la vida, en fin, son múltiples en la práctica. Cuando esos derechos son sometidos o conculcados por una amenaza actual o inminente, la ley consagra el derecho a la legítima defensa, incluso en favor de un tercero. El concepto es claro en su espíritu y esencia.

Lo llamativo es que, como sociedad, estamos tan arrinconados por la criminalidad y la delincuencia, a tal punto que la gente se sorprende cuando les va mal a los bandidos y no al ciudadano probo.

SEMANA: Usted tuvo que afrentar un proceso penal por proteger su vida, ¿cómo se sintió en ese problema?

JC: Efectivamente, cuando me presenté voluntariamente y me puse a disposición de la Fiscalía, afronté la investigación y todas las etapas del proceso penal en compañía de un jurista de confianza, con quien atendimos todos los requerimientos exigidos. El desarrollo de la investigación y las pruebas recopiladas llevaron a determinar el caso como legítima defensa por parte del juez de la República que conoció el caso.

Durante las diferentes etapas procesales, tuve muy presente, para mi sorpresa, algo que me transmitió un familiar muy querido para mí y quien siempre me trasmitía con cariño su enorme sabiduría... Alguna vez me dijo:

“Ten presente que los caminos de la vida en los cuales se forja la fortaleza y carácter del guerrero no son precisamente caminos de rosas.”

SEMANA: ¿Cuál es su situación jurídica?

JC: Después de alrededor de seis meses del proceso jurídico penal en el cual se recopiló un extenso caudal probatorio y pruebas periciales, el fiscal del caso, en compañía del Ministerio Público, solicitó la preclusión del caso por considerarlo como legítima defensa, lo cual fue refrendado por el juez, quien ordenó la preclusión del caso a mi favor.

Jurídicamente, soy un ciudadano colombiano más en recuperación, después de sufrir el acecho e impacto cercano de la criminalidad, pero que sigue creyendo firmemente en el ciudadano libre, la genuina institucionalidad y la verdadera democracia.

SEMANA: ¿Está arrepentido de lo que pasó, de la muerte de esas tres personas?

JC: Me gustaría que revisara el video que se difundió públicamente, en el cual podrá notar que yo iba caminando tranquilamente hacia mi casa y que fueron los maleantes armados quienes tomaron la decisión de atentar contra mi vida e integridad, sin consideración alguna por mi condición de ciudadano. Es decir, son las decisiones que tomaron las que determinaron la situación desde un comienzo. Desde otra perspectiva, como yo lo veo, sería muy necio e ilógico de mi parte el pretender despreciar el veredicto de los cielos esa noche o despreciar la voluntad del creador, que me permite caminar unos días más; por el contrario, agradezco con humildad los senderos que deba recorrer.

SEMANA: ¿Qué le dice al país, a quienes lo criticaron que un médico, que debe salvar vidas, haya terminado en esta situación?

JC: Diría que no tengo inconveniente alguno con la crítica o diferencia de opinión; entiendo que haya posiciones diversas, incluso en favor de los maleantes y también entiendo que a algunos les moleste que yo haya logrado sobrevivir contra toda probabilidad o pronóstico.

En cualquier caso, quienes tengan una abierta posición promaleante pueden deleitarse con las cifras de 2023, en las que miles de compatriotas sufrieron también el acecho de la criminalidad y se perdieron miles de vidas, como revelan las estadísticas sobre seguridad, con unos deplorables números creciendo, específicamente en secuestro, extorsión y masacres. También pueden revisar los cuatro niños colombianos fusilados por querer regresar con sus familias, o, si prefieren, pueden revisar los menores mutilados por las minas “quiebraniños” en el sur del país este año.

No obstante, por mi parte y con conocimiento de causa, prefiero adherirme a la reivindicación del derecho a la legítima existencia de quienes nos movemos a la luz de la legalidad y que la ley consagra en su sabiduría como legítima defensa.