Un mercenario le reveló a SEMANA en las últimas horas cómo habría muerto Herny Castellanos Garzón, alias Romaña, uno de los más temibles excomandantes de las Farc y quien formaba parte de las disidencias de la Segunda Marquetalia, refugiadas en Venezuela.
Según este hombre, europeo de nacimiento y con una cédula de extranjería expedida en Colombia en octubre de 2020, Romaña habría caído en una trampa que le habrían tendido para negociar supuestamente un cargamento de cocaína.
La muerte habría ocurrido el primero de diciembre de 2021, pero la noticia se dio a conocer en los medios de comunicación en Colombia veinte días después.
La fuente aseguró que la operación fue ejecutada por 12 mercenarios, cuatro de ellos estadounidenses, cuatro exmilitares colombianos, dos desmovilizados, un supuesto menor de edad y él.
Este mercenario dijo haber participado en varias operaciones de agencias de inteligencia de Estados Unidos y haber cobrado millonarias recompensas.
Señaló que en esta oportunidad, a pesar de haber cumplido con la misión encomendada, no le pagaron la recompensa completa.
Así mismo, le dijo a SEMANA que el comando obedecía órdenes del Ejército y la Policía de Colombia.
“Yo fui el que estuve con Romaña casi un año, haciéndole creer que era un narcotraficante, como me dijeron la CIA, la DEA y el Grate (Grupo Antiterrorista) de la Policía”, sostuvo.
Según su relato, contó con el apoyo de desmovilizados de las Farc que se convirtieron en infiltrados en las filas de la Segunda Marquetalia. Los llama alias Dumas y alias Chaverra.
Ellos habrían sido quienes lo contactaron con Romaña. Además, aseguró que vio por primera vez al exjefe de las Farc en diciembre de 2020, justo el Día de las Velitas.
“Romaña cae en el Amazonas venezolano, en el río Cuao”, sostuvo el mercenario. “Fue el primero de diciembre de 2021, entre las 9:00 y 9:30 de la mañana (...) Nosotros llegamos un año antes de que muriera, o sea el Día de Velitas, me acuerdo porque prendimos las velitas allá en la sabana”, señaló.
Desde ese instante habría comenzado la supuesta negociación de la cocaína, según el mercenario.
Incluso, según su relato, el comando habría tenido que entregar el armamento con el que se iba a ejecutar la operación como un regalo para ganarse su confianza.
“El armamento me lo dio el subintendente Wilson Trejos, del Grate. Me pasó un MP4 y me pasó una R15, cuatro granadas de mano, una glock, dos pistolas, dos fusiles y una Prieto Beretta”, dijo el mercenario.
Al quedar despojado de las armas, habrían tenido que viajar a Medellín y acudir a la Oficina de Envigado para rearmarse, señaló.
“Entonces fuimos a Medellín, pedimos armamento prestado a la Oficina de Envigado, aquí también en Bogotá hemos pedido fusiles y volvimos a entrar como con cuatro fusiles, cuatro pistolas, cuatro metralletas, cuatro granadas y explosivos. Ellos nos dieron unas barras de C4, los estopines, nos dieron todo, pero al final los que lo dieron de baja no fuimos nosotros, fueron los norteamericanos”, contó.
El mercenario reveló que, durante todo el tiempo que estuvo con Romaña, fue monitoreado a través de un satélite, al igual que los otros mercenarios.
“Son unos bolsitos negros, uno mete las cosas suyas, la ropa dentro. Pero si usted toca, no encuentra el GPS. Y ellos saben a toda hora dónde está uno”, dijo. Agregó que también tenía un GPS entre los calzoncillos.
También, como señuelo, le habría hecho un adelanto de 100.000 dólares a Romaña, como una muestra de buena voluntad de que sí estaba listo para comprar la droga.
El mercenario contó que, luego de un año, se dio el momento de ejecutar el plan y tuvo que convencer a Romaña de viajar con él hasta una pista donde se haría la negociación.
“Nosotros llegamos al campamento del Elorza, donde él tenía la lancha lista, dormimos un día allá en Elorza; del alto Coromoto salimos por todo el Capanaparo, buscando un río que se llama Orinoco, y del Orinoco llegamos a un lugar que se llama Puerto Ayacucho, al otro lado de Puerto Carreño”, relató.
Fue así como supuestamente el comando de mercenarios habría llevado a Romaña hasta una pista clandestina donde se iba a concretar el supuesto negocio de una avioneta cargada de cocaína que le vendería este exjefe de las Farc al europeo.
“Ahí nos demoramos más de un día para llegar a la pista. Cuando llegamos, ellos (Romaña y su gente) metieron las banderas y las luces. Y dormimos tranquilamente la primera noche. Por la mañana desayunamos como a las 5:30 o 6:00 de la mañana”, dijo el mercenario. Además, afirmó que antes le tomó una foto en vida a Romaña y se la entregó a SEMANA. Dicha imagen servía de señal para que los otros comandos de mercenarios supieran que efectivamente estaba con Romaña.
“Nos decían: tienen que mandarnos la foto, tienen que mandarnos la foto. Yo tuve que mandar esa foto a mi mamá en Italia y avisarle dos días antes que, cuando le llegara esa foto, la girara a un número de Colombia. Y el número de Colombia ya aseguraba que nosotros ya estábamos con Romaña, ya se estaba haciendo la operación”, explicó.
Sostuvo que en el sitio encontraron una pequeña casa perteneciente a un resguardo indígena y que él se dirigió hacia ese lugar, entre las 9:00 y 9:30 de la mañana de ese primero de diciembre de 2021.
Romaña se habría ubicado en la parte trasera de la vivienda. Por su parte, los mercenarios, que estaban escondidos entre la manigua, aprovecharon la oportunidad y lo interceptaron de inmediato. La operación habría durado muy poco. “Había ocho de nosotros y cuatro americanos que abrieron fuego y dieron de baja a Romaña”, contó la fuente a SEMANA.
Según este testimonio, los 12 mercenarios ingresaron a Venezuela por tierra, caballo y algunos tramos en vehículo hasta llegar al campamento de Romaña.
Pero no se movilizaron los 12 juntos, sino en grupos de cuatro con el fin de no llamar la atención. Tan pronto Romaña fue ejecutado, los mercenarios se resguardaron previendo que podrían llegar miembros del equipo de seguridad del exlíder guerrillero.
“Cuando empezó el tiroteo, a nosotros ya nos habían dicho: ‘Busquen trinchera, no corran como los locos porque los matan’. Entonces nosotros buscamos dónde arrinconarnos los cuatro”, afirmó.
Después de matar a Romaña y a su círculo de seguridad, los estadounidenses se habrían asegurado de tomar fotos y grabar videos para comprobar que, efectivamente, el ‘blanco’ había muerto. Unos 20 minutos después, habría llegado un helicóptero al sitio donde ocurrieron los hechos.
“Ellos llegaron corriendo al helicóptero donde estábamos nosotros y todo el mundo pa’ arriba y chao. En el helicóptero iban muy, muy callados, casi no hablaban. Era un helicóptero grande, más grande de los normales que se ven por aquí, y amarillo. Ellos sí mostraron unas cosas y unas fotos”, agregó el mercenario, quien también sostuvo que el plan inicial era “dormir” a Romaña y no matarlo. Pero aunque siempre cargó el somnífero, esto fue imposible porque el exjefe de las Farc no consumía licor y se volvió imposible darse ese líquido.
Dijo que el helicóptero aterrizó en una finca en Valledupar, donde fueron recibidos por miembros del Grate (Grupo Antiterrorista de la Policía), entre ellos “el subintendente Wilson Trejos”.
“Lo que a él (Romaña) lo mató es que los muchachos no venían uniformados como viene la guerrilla de aquí, tenían poco armamento, él venía totalmente seguro de que allá iba a despegar una avioneta y que se iba a ganar un dinero y que todo iba a estar bien, por eso cayó”, sostuvo.
Los mercenarios habrían sido trasladados después de Valledupar a Bogotá, donde cada uno tomó su propio rumbo. Aunque inicialmente les habrían dicho que en un mes les pagaban la recompensa, esto tardó un poco más.
“Ya empezamos a esperar supuestamente el mes de la recompensa, pero al mes no llegó, llegó como a los dos o tres meses. En vez de llegar toda la recompensa, solo dieron 1,2 millones de dólares. De eso, ellos (la Policía) cogieron la mitad, 600.000, y a nosotros nos dieron 600.000 entre ocho, y nos descontaron un poconón de viáticos que se habían gastado allá y no han dado más plata”, sostuvo.
“Por eso vengo a SEMANA. He intentado hablar con la Presidencia, he intentado de todo, pero me han dicho que tengo que mandar las pruebas por e-mail y no quise. Entonces quise venir aquí a ver qué pasa, si me toca ir a la Fiscalía, pues iré a la Fiscalía también”, aseguró.
El mercenario no solamente entregó su testimonio a este medio, sino también fotografías, grabaciones, un dibujo que supuestamente le regaló Santrich antes de morir y las órdenes en papel de cuaderno escritas supuestamente de puño y letra de Romaña en las que constantemente le hacía pedidos para que le llevara a su campamento en Venezuela.
A propósito, sobre Santrich, relató todas las veces que supuestamente se vieron. Aseguró que le “encantaba el licor” y que permanentemente le pedía que le llevara toda clase de caramelos colombianos, entre ellos “bon bon bum”.
El testimonio de este hombre, que se presenta como un mercenario que participó en la operación para ultimar a Romaña, deja muchas preguntas. ¿En realidad solo está reclamando una recompensa? ¿Hay alguien poderoso detrás de él que busque enredar a las Fuerzas Militares de Colombia y al Gobierno? ¿Por qué aparece su testimonio solo horas después de la salida del Iván Duque? ¿Qué dirá Estados Unidos?
Independientemente de cómo se haya desarrollado la operación, Romaña era un criminal dedicado al narcotráfico y que, desde Venezuela, amenazaba la seguridad de los colombianos. Hasta ahora, el jefe del régimen venezolano, Nicolás Maduro, no se ha pronunciado sobre el tema.
En todo caso, las autoridades colombianas deberán evaluar este testimonio y su veracidad y tomar las medidas correspondientes.