Detrás de la muerte del joven Santiago Murillo hay muchas versiones desconocidas hasta el momento. Se habla de la posible responsabilidad del mayor Jorge Molano en los hechos tras el análisis balístico. Otros testigos narran que el patrullero Óscar Devia sería quien disparó. SEMANA viajó hasta Ibagué y recolectó imágenes de cámaras de seguridad y detalles exclusivos de la investigación. Se revelan los principales hallazgos, la puja que enfrenta a la Fiscalía con la justicia penal militar, y la conmovedora historia contada por sus padres.

Una cruz blanca dibujada en el piso muestra en un costado las letras S. M., iniciales de Santiago Murillo, y en el otro los números 01-05-21. Refleja la trágica noche vivida el Día del Trabajo en la carrera 5 con calle 60, en Ibagué. En ese punto cayó el joven, de 19 años, después de recibir un disparo en el pecho, al parecer, proveniente de la pistola de un policía, según indican las investigaciones.

Junto a la cruz caminan Sandra Meneses y Miguel Murillo, sus padres. Todos los días pasan por el mismo lugar. Viven a pocas cuadras. Se detienen y oran; las personas que están muy cerca los miran con tímidos gestos de solidaridad. Con la mayoría nunca se han visto, pero pareciera que todos conocen y acogen como propia la tragedia. “Ponga el cronómetro y calculamos cuánto nos demoramos en llegar del conjunto a donde mataron a mi niño”, dice Sandra, mientras los recuerdos llegan a cada paso.

SEMANA viajó a Ibagué para recopilar videos de cámaras de seguridad que ayuden a reconstruir lo que pasó la noche en la que el joven, de 19 años, recibió un disparo en su corazón.

Fueron seis minutos a paso lento, y sus lágrimas dejan ver el viacrucis de una madre que durante dos años rogó a Dios que le regalara un hijo, y 19 años después se lo arrebataron. Miguel aclara que Santiago no estaba en la protesta, pasaba por el lugar; así lo demuestran los videos recopilados por la Fiscalía. Iba solo, quizás distraído porque solía llevar sus audífonos puestos. Sus papás observan una y otra vez el video de la cámara del conjunto donde vivió toda su vida; se ve cuando atraviesa la puerta por última vez. Iba en su bicicleta, su novia se subió al taxi de Miguel y él escoltó a su hijo. Nunca regresó.

“Eran como las ocho y pico de la noche cuando escuché disparos, jamás imaginé que uno de esos fuera el que atravesó el pecho de Santi”, dice Sandra, sin poder contener el llanto. Solo hay vacío y muchas preguntas, entre ellas, ¿quién y por qué le dispararon? Desde el pasado 19 de mayo, según la Fiscalía, el posible responsable del homicidio sería el mayor Jorge Molano, comandante de la Estación Norte de la Policía de Ibagué. El resultado de la prueba balística, entregado una semana después (26 de mayo), así lo demostraría. Salió positivo. La bala, alojada en el brazo de Santiago luego de atravesar su pecho, coincide con las disparadas desde el arma del mayor.

Pero el caso reúne varias versiones y una disputa entre la justicia penal militar y la Fiscalía. No hicieron equipo, se argumenta falta de transparencia de lado y lado, hay un ambiente de desconfianza. Se habla de presión a testigos, ocultamiento de evidencias, malos procedimientos; incluso, de posibles actos de corrupción.

SEMANA conoció detalles exclusivos de las dos investigaciones. Hay dos uniformados clave dentro del proceso: el mayor Jorge Molano y el patrullero Óscar Devia. Los dos estuvieron en el lugar, incluso físicamente son parecidos. Miden más de 1,80 metros de estatura, ambos de contextura gruesa. La duda está en quién disparó. En los videos, la oscuridad impide identificar los detalles.

Sin embargo, vistos desde diferentes ángulos, coinciden con la versión de personas que entregaron su testimonio. Pasadas las 8:30 de la noche surgen los disturbios. Llega el mayor Molano; el teniente Pablo Parra, comandante del CAI Éxito, también está en el lugar. Empiezan los desórdenes y ataques a un pequeño grupo de policías. De repente, se escuchan disparos. El mayor dice que accionó su arma cuatro veces. El teniente también disparó. Pasa una tanqueta lanzando agua, y los manifestantes se dispersan. El mayor tiene tiempo para caminar; espera que lleguen tres motos, en una de ellas viene el patrullero Devia, portaba chaleco reflectivo. Se baja de la moto, le pasa el casco al mayor Molano, y el oficial se retira a las 8:44:24 de la noche, según la hora registrada por una de las cámaras.

En ese momento no se ve a nadie caído o herido. Segundos después hay otra ola de disturbios. “Marica, mire como tiran piedra, tanto los tombos como los manes”, se escucha en un video que grabó un motociclista, una prueba clave. Otro testigo, el teniente Parra, en la versión que entregó a la justicia, dijo que vio al patrullero Devia desenfundar su arma y luego escuchó la detonación. Devia desmintió esa versión, pero no entregó su arma en el momento a los investigadores, pues no había sido vinculado al proceso. En cambio, el mayor Molano y el teniente, esa misma madrugada, presentaron su arma de dotación al CTI para el análisis balístico.

Ellos fueron capturados. Devia entregó su pistola días después cuando se lo solicitaron los investigadores tras escuchar varios testimonios.El motociclista, con video en mano, demostró que un policía con chaleco reflectivo hizo movimientos que denotarían el apuntar con un arma al lugar donde cayó Santiago, a las 8:45:52 de la noche. Algo más de un minuto después de que el mayor Molano, supuestamente, se había retirado. El policía, señalado por sus compañeros como el patrullero Devia, abre las piernas, alza su brazo derecho, apunta, empieza a bajar el brazo, y se escucha una detonación.

La comunidad le reclama. Otra cámara registra el momento en el que el uniformado, al parecer, lleva en su mano derecha lo que sería un arma de fuego, un movimiento de su brazo indicaría que la enfunda de nuevo.De hecho, en uno de los relatos que conoció SEMANA, citan el momento en el que Devia habría intentado ocultar pruebas con complicidad de sus compañeros. Mientras estaban en una cafetería, un uniformado escuchó, la noche de los hechos, que un patrullero al que identifica como Pinzón estaba pidiendo una chaqueta de civil para ir a buscar la vainilla del arma que disparó Devia. Estos testimonios y otros que relacionaban al patrullero Devia fueron entregados en presencia de la procuradora delegada, por lo que le solicitó al juez militar, René Monroy, liberar al mayor y al teniente, y detener al patrullero Devia como nuevo sospechoso.

Después de eso, el juez Monroy fue denunciado por prevaricato al dejar en libertad al mayor Molano; la Fiscalía dijo tener pruebas contundes contra el oficial. Molano fue recapturado. Según la Fiscalía, hay interceptaciones que demostrarían que el mayor intentó desviar las investigaciones. Por su parte, la familia del patrullero Devia le dijo a SEMANA que el juez de la justicia militar habría presionado para conseguir testimonios falsos y la confesión de culpabilidad del patrullero Devia a cambio de una rebaja de pena. Sin embargo, SEMANA habló con Astrid Villalobos, abogada del patrullero, para conocer detalles de la denuncia, y manifestó que renunció al caso por las presiones de la familia de Devia para que recusara al juez penal militar sin motivo. En la renuncia irrevocable asegura que tomó la decisión por principios éticos. El pasado fin de semana, el juez militar se declaró impedido para continuar con el caso.

El patrullero Devia continúa detenido pese a que la prueba balística dio positivo para el arma del mayor Molano. En medio de este enredo y diferencias, se espera que se defina quién tendrá la competencia de la investigación, si la justicia penal militar o la ordinaria. La familia reclama respuestas y cree en la investigación adelantada por la Fiscalía. En el silencio de la habitación de su hijo, donde los padres duermen desde que falleció, piden que se conozca la verdad para que no paguen justos por pecadores. Esperan que algún día el homicida les dé la cara y les diga por qué lo hizo. “Si fue tan varón para disparar con un arma, pues sea berraco y diga yo fui el que mató ese niño”, dijo Miguel. Su reclamo es uno solo: justicia por la muerte de Santiago.