El hasta hace poco reputado sociólogo y profesor de la Universidad Nacional Fabián Sanabria se encuentra sentado en el banquillo de los acusados por presunto abuso sexual. Aunque con prepotencia se muestra como víctima y ha advertido que los testimonios en su contra no son más que versiones, al parecer, se equivoca. SEMANA tuvo acceso a cerca de 30 pruebas que presentará la Justicia contra el docente, y las conclusiones resultan demoledoras. Sanabria se ha mostrado desafiante.
En su canal de YouTube, publica videos en los que cuestiona a la justicia, a los medios de comunicación y hasta a las supuestas víctimas de sus abusos. De paso, conversa con su gato, lo que hace recordar los testimonios entregados que señalan que al momento de las violaciones pedía que “se dejaran consentir como gatos”.
En el expediente reposan exámenes de laboratorio, peritajes, entrevistas a las víctimas, evaluaciones médicas y psicológicas, historias clínicas y conversaciones con una de sus víctimas antes de supuestamente cometer el abuso. En el voluminoso dosier retumban estas frases: “Sanabria me ofreció un puesto a cambio de concederle favores sexuales” o “A pesar de que le pedía detenerse, no lo hacía”.
Steven López Robles fue el primero en atreverse a denunciar a Sanabria con un crudo testimonio, revelado por SEMANA, en el que contó cómo, tras usar como señuelo la promesa de un trabajo, él lo habría invitado a su casa. Allí, luego de darle una bebida oscura que lo hizo sentir mareado, habría abusado de él, golpeándolo, accediéndolo y musitando la frase “déjate consentir como los gatos”.
Sanabria niega que esto haya ocurrido, pero un informe elaborado por Medicina Legal, firmado por Alfonso Carrasquilla, profesional forense, es contundente. En las nueve páginas de este documento, hay una detallada narración de lo que presuntamente ocurrió en el apartamento de Sanabria. La conclusión: “López se sintió sometido físicamente frente al presunto agresor, y el hecho de encontrarse en un sitio que no era conocido para él, que según lo manifestado se le había colocado seguro (candado) a las puertas, llevó a la sensación de perder la vida y que permitiera los supuestos actos abusivos”.
El informe pone sobre la mesa las secuelas psicológicas para López luego del presunto acceso violento. “El examinado describe alteraciones en el estado de ánimo, sensación de tristeza, aislamiento social, hiporexia (pérdida de apetito), descuido en su presentación y dificultades en el patrón del sueño”.
Otra supuesta víctima es Néstor Iván Gamba, quien fue su alumno. El testimonio al que tuvo acceso SEMANA describe en detalle lo que supuestamente ocurrió con Sanabria y cómo habría aprovechado la condición de docente. “El abuso sexual del que fui víctima empieza cuando me ofrecí a entregar a los compañeros las lecturas que debía recoger en casa del profesor, ubicada en el barrio La Candelaria. (...) Se bajó la cremallera del pantalón y sacó su pene, me pidió acariciarle, y dirigió mi mano sobre él. El acto desagradable quedó grabado en mi cabeza de por vida. Me dijo algo de probar cosas nuevas, tomó mi mano, me hizo acariciarlo, lo masturbé por algún tiempo, él también toca mi pene y lo masturba”, se lee en el crudo relato que reposa en el expediente, el cual será revelado en próximas semanas.
La narración deja ver a un joven ávido de protagonismo, que trató de acercarse al entonces reconocido profesor Sanabria. Incluso, en su narración se le nota obnubilado por “todo lo que un profesor puede llegar a tener; una biblioteca, un gato, botellas de vino, adornos de viajes, recuerdos, un apartamento mismo”.
En el expediente reposan las declaraciones de otras presuntas víctimas. Por ejemplo, la de Joan Sebastián González, un joven caucano, quien señala cómo el docente le propuso un trabajo a cambio de favores sexuales, pero, al no acceder, le habría hecho perder el que tenía. González cuenta que se vio con el profesor Sanabria muy cerca de la estación de Transmilenio de Las Aguas: “Me ofreció un puesto en el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (Icanh) a cambio de concederle favores sexuales. No contento con la repulsión que me generó su propuesta, al ver mi negativa tomó represalias y esa misma semana hizo que me despidieran de mi trabajo como etnógrafo en Tierradentro”.
El acoso, según la denuncia, fue sistemático y constante: “Ante mi negación a sus cumplidos se sintió retado a manifestar su poder haciendo cada vez más incisivos comentarios como ‘tienes cara de gato’, ‘¿por qué eres tan bravo?’, ‘lo que te hace falta es que te consientan’. Todos acompañados de gestos morbosos, estirando sus labios (...). Al pasar media hora, mientras él seguía acosándome con preguntas como ¿Por qué no pruebas estar con un hombre? ¿Por qué eres tan brusco? ¿Por qué no te dejas consentir?”.
Además, señala la declaración en poder de la justicia: “Me citó en las instalaciones del Icanh, y con la excusa de que ya habían cerrado las oficinas, me dijo que mejor nos viéramos en su apartamento. Me recibió en bata de seda y supuse lo obvio. (...) Llegamos al tema del trabajo y me dijo que era sencillo, que tenía que darle algo a cambio, ‘solo te tienes que dejarte consentir’. Dos semanas después, en medio de la burla de mis jefes, me despidieron. Había pedido mi retiro”.
Otra víctima, esta vez de tocamientos, es Tomás Guzmán, quien reconoce que admiraba a Sanabria, pero en un evento “no le vi nada de malo a pasar por su lado (...) cuando nos cruzamos, él buscó la forma de pasar lo más cerca de mí y agarrarme el pene con su mano, me desahogué con quienes habíamos asistido. Ellos me dijeron que me tranquilizara, que él tenía fama de ser así, un poco excéntrico en cuanto a los estudiantes y la manifestación de sus deseos sexuales”.
Las pruebas contra Sanabria serán reveladas en el proceso en próximos días. En tanto que él expone una serie de teorías conspirativas con autores y textos que cita de memoria como un recital, en ocasiones acompañado por su gato, que acostumbra a acomodarse en sus hombros, sus supuestas víctimas reclaman justicia mientras narran lo que ha sido su tragedia.
De acuerdo con los informes médicos de Medicina Legal y psiquiátricos, conocidos por SEMANA, los coletazos van mucho más allá de no poder acceder a un trabajo, que, al parecer, era el señuelo con el que sus supuestas víctimas terminaban en el apartamento ubicado en La Candelaria. Los informes son crudos, y las repercusiones en las presuntas víctimas van desde episodios de depresión hasta intentos por quitarse la vida. Será la justicia la que dicte la última palabra, mientras Sanabria se declara perseguido por sus posiciones políticas.