La vida del barrio Rosales cambió completamente desde hace días, cuando decenas de personas se agolparon en una de sus esquinas para gritar a todo pulmón que devolvieran a Justin, el perrito que se perdió en Salitre Mágico y fue rescatado y cuidado por María Paula Vallejo y su hermana.
La historia se ha convertido en toda una novela, tras la negativa de la mujer, que no quiere devolver el perro a la persona que, con fotos y papeles, asegura ser su único dueño.
Pero eso no es todo. La situación se ha vuelto insostenible para sus vecinos, que son los primeros que han salido a solidarizarse con la familia que reclama a Justin y a exigirle a Vallejo que devuelva al animal. SEMANA habló con varios residentes del edificio que contaron que no es la primera vez que hacen hechos cuestionables. “El malestar no es por los plantones, lo que nos molesta es que ellas no salen a dar la cara, estuvieron utilizando el parqueadero de visitantes para entrar por otra puerta para que no las vieran entrar, se esconden”, relató uno de los vecinos.
La situación ha llegado a tal punto que los residentes aseguran que estas dos mujeres los han amenazado con demandarlos por injuria y calumnia. “No son las vecinas que uno en la vida quisiera tener. Las citaron a mediación y escribieron en el papel de la mediación ‘No molestar más’, con marcador rojo”, expresó una de las residentes del edificio.
Los vecinos además cuentan que Vallejo y su hermana están desde hace varios meses en un proceso judicial para restituir el apartamento, dado que no pagan el arriendo.
SEMANA conoció la sentencia judicial que les ordena irse del inmueble y que, por ahora, no han cumplido. La inmobiliaria cuenta que arrendó el apartamento por 4.818.000 pesos mensuales, pero que este canon no se paga desde septiembre de 2018. Por esa razón, le piden a la justicia que se restituya el inmueble y se paguen los conceptos de cuotas de administración y servicios públicos que haya lugar.
El Juzgado 34 Civil Municipal de Bogotá, tras analizar el caso, en un fallo del pasado 12 de noviembre, resolvió darle la razón a la inmobiliaria y declaró terminado el contrato de arrendamiento. La orden fue de 10 días para devolver el apartamento.
SEMANA reconstruyó en su última edición las historias cruzadas que hay en este caso. Lea el artículo:
Han pasado ya dos meses y dos semanas sin abrazar a Justin. El perrito criollo era la vida entera de un niño de 13 años, para quien su partida ha sido desgarradora. La novela en la que se ha convertido su historia tiene a miles de colombianos por las redes sociales con los pelos de punta. Justin está vivo, lo tiene una mujer que vive en el barrio Rosales, pero la mascota no regresa a casa. El barrio del norte de Bogotá se ha convertido en un punto de peregrinación de defensores de animales y solidarios con Justin, que exigen a todo pulmón que lo devuelvan. ¿Qué sucedió?
Todo comenzó el pasado 25 de septiembre en un día que parecía muy feliz. La familia fue a Salitre Mágico con el pequeño perrito, de apenas diez meses. Pero, según ellos, en una vuelta de mala suerte, Justin se salió de su arnés porque le quedaba grande. No pudieron detenerlo.
Los días siguientes fueron de agonía. La desesperación por encontrarlo fue tal que pasaron jornadas completas pegando carteles con su foto y los teléfonos de la casa. “Incluso contactamos una empresa que se encarga de ayudar a buscar mascotas perdidas llamada Petzy. Se le pagó un plan de los que ellos ofrecen, pero no tuvimos resultados”, contó Paola Murcia, la dueña del perro.
El 30 de octubre apareció este mensaje en redes sociales, publicado por María Paula Vallejo. “Hola, vivo en Rosales y me acabo de encontrar este perrito por la calle 72 con primera. Logré cogerlo y lo tengo en mi casa calientito con comida y agua. Tiene una correa de supermán, pero no tiene placa. Ayúdenme a encontrar a los dueños, por fa. Estoy feliz que pude cogerlo. Ayuda”, decía el texto.
Cuando Paola vio esa publicación, le volvió el alma al cuerpo. De inmediato, llamó al celular que aparecía allí. “Me cuenta que encontró el perro en la madrugada del día domingo 30 de octubre y que lo resguardó, dándole techo y comida. Le dije que estaba segura de que era mi perro por sus características y que necesitaba verlo, que a dónde podía ir para encontrarnos. Me pidió datos, fotos sobre mi perro, las cuales fueron enviadas junto con unos videos, a lo que respondió que tranquila, que lo pensaba llevar a bañar y que luego me avisaba”, relató.
Por chat, María Paula le pidió evidencias de que se trataba de su perrito. Y Paola comenzó a mandarle fotos, videos. Le rogó que no la dejara en ascuas, pues necesitaba confirmar que se trataba de su perro. Ella le contestó que estaba en el veterinario, donde lo iban a bañar para que “quede hermoso, oliendo rico”.
María Paula le preguntó la historia de Justin, y Paola le contó que lo adoptó en Fusagasugá, pero es de Neiva. Le mandó también el carnet de vacunas. Le mostró fotos del día que fueron por él, cuando apenas tenía dos meses, y le mandó videos del perrito brincando feliz en su casa.
Intentaron concretar la entrega, pero María Paula les postergó este momento. “Así sea a la medianoche vamos”, le rogó Paola. Y María Paula le contestó: “Cuido al perrito como mío. Si no, imagínese todo lo que he hecho”. Paola se vio cada vez más angustiada y le escribió con desespero: “Para mí son siglos seguir con esta zozobra”.
María Paula nunca le entregó el perro, y la angustia de Paola creció. María Paula le mandó mensajes diciendo que “tienen un ángel muy grande que hayamos encontrado a Justin… No puedes poner nunca en duda que no está bien conmigo”. Y remató: “Alégrate, a través mío se hizo el milagro. Justin es hermoso. Fui el canal y aquí está bien”. Le mandó fotos del perrito haciendo siesta con un corazón rojo al lado.
El 31 de octubre, María Paula le puso una cita frente a la Embajada de Argentina. Al rato le avisó que mejor se verían en el CAI de Rosales. Allá llegó Paola con su esposo, su hermano y su suegra. “Ella estaba allá en el lugar, pero no llevó el perrito. Me dijo que no me lo podía entregar porque presentaba signos de maltrato. Era obvio, si llevaba días fuera de su hogar, no iba a estar bien”, contó Paola.
“Le rogué, le lloré y siento que solo disfrutaba con el dolor ajeno, viendo llorar al niño y a mí, rogándole, y nada. No fue posible hacerla cambiar de parecer”, agregó. Pasó una semana sin saber de Justin. Paola decidió con su familia poner el caso en conocimiento de las autoridades. El 9 de noviembre fue a una Unidad de Conciliación en Kennedy para pedir que la acompañaran en el caso. La diligencia fue programada para el 23 de noviembre, pero María Paula Vallejo no asistió.
Murcia suplica que devuelvan el perro, pues significa mucho para su hijo. “Es su hermano. Mi hijo era un niño que sufría de ansiedad, de estrés, se encerraba, temblaba, se mordía los dedos. El doctor dijo que lo bueno era conseguirle una mascota. Fue muy positivo para él, comenzó a tener una responsabilidad, el perro dormía con él, lo levantaba para ir al colegio. Le sirvió mucho. El psicólogo expidió una fórmula diciendo que a mi hijo le ha afectado mucho que el perro se perdió. Por eso, para mí es un perro de apoyo emocional”.
El caso pasó a las redes sociales, que han seguido con angustia el dolor de la familia y llamaron a plantones en frente de la casa de María Paula para reclamar por el perro. “La imagen que queda es de alguien de estrato seis que intenta quitarle su mascota a una familia de estrato tres”, dijo Lina Lamos, allegada de la familia.
SEMANA intentó comunicarse con María Paula Vallejo, pero ella dijo que esperaría hasta la semana entrante para hablar del caso. En redes sociales, sin embargo, ha contado su versión. Ha dicho que no entregó el perro en un comienzo porque apenas puso el mensaje en redes sociales aparecieron dos familias: Paola, que reclamaba a Justin, y otra persona que decía que el perrito se llamaba Tobi.
Esa segunda familia contó en otro post de redes sociales que se encontró al perro totalmente emparamado en el centro comercial Titán Plaza el mismo 25 de septiembre por la noche. “El perrito tenía un comportamiento extraño. Estaba en una esquina y cada vez que uno gritaba el perrito temblaba, más que todo con los hombres. No se dejaba consentir de ellos”, dijo. La mujer tuvo al perro por casi un mes hasta que un día que dejaron la puerta de la casa abierta se salió y apareció luego en Rosales. Ella también vio la publicación y contactó a María Paula. Fue a la cita con ella y vio llegar a la otra familia; entonces, dijo que ella solo quería “lo mejor para Tobi” y se fue.
En las redes, la mayoría de las personas se han encarnizado con María Paula y le piden que devuelva al perro. Otras la defienden. Se ha dicho que el perrito no se perdió en Salitre, sino que la familia lo dejó con un vendedor ambulante mientras ellos ingresaban al parque y al salir ya no estaba. María Paula ha expresado en otras publicaciones en redes que el perrito solo responde al nombre de Tobi y no de “Justin o Justincito”.
“Tobi está tranquilo, en paz, en un hogar de paso. Va a ser vacunado y operado. Dejo claridad que mi interés de rescatar un perro de la calle era ayudarlo de corazón. Por eso publiqué esa foto. Mi único interés es que el perro esté bien en una familia amorosa”, escribió en Facebook María Paula.
Ella ha dicho que la familia la ha increpado de manera agresiva y que se siente amenazada.
Mientras tanto, en Rosales los plantones para recuperar a la mascota son cada día más grandes. Una mamá con un bebé escribió, desesperada: “Llevamos una semana con plantones frente al edificio por un perro que presuntamente se robaron. ¡A mi hija no la dejan dormir! Devuelvan al perro”. La publicación tiene decenas de comentarios, incluidos más vecinos con la misma petición: que Justin vuelva con su familia. Ojalá las autoridades resuelvan con premura este caso.