Una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y una queja ante la JEP con solicitud de medidas cautelares, conocidas en exclusiva por SEMANA, acaban de presentar familiares de víctimas de las Farc, entre ellos, de los diputados del Valle. Sienten dolor e indignación por un homenaje realizado esta semana en la sede del Partido Comunes, para uno de los hombres más sanguinarios del secretariado de las Farc: Víctor Julio Suárez Rojas, alias Jorge Briceño Suárez o Mono Jojoy, quien fue comandante del Bloque Oriental y jefe desde 1993 hasta su muerte.
En la denuncia conocida por SEMANA,en la que participan, por ejemplo, Sigifredo López, único sobreviviente de los diputados del Valle; el abogado Juan Camilo Sanclemente, de la fundación Defensa de Inocentes, y la abogada Brenda Esperanza Acosta, quien representa a víctimas de las Farc, piden investigar lo ocurrido como una posible apología al delito.
En ese evento, como si se tratara de un héroe y no de un comandante guerrillero con crímenes de guerra a cuestas, se escuchó el grito “¡Salud por el Mono!”. Para las víctimas fue como echarle limón a la herida, y la indignación creció cuando Sandra Ramírez, la viuda de Tirofijo, hoy congresista, se refirió a las condiciones en las que se encontraban los secuestrados en manos de la guerrilla.
Habló de comodidades como “su camita y su cambuche”. Para nadie es un secreto de los vejámenes que significaba un secuestro a manos de las Farc. Ramírez trató de enmendar su yerro y pidió disculpas a las víctimas, aceptó que lo que ocurrió en realidad fueron hechos dolorosos, que espera no se vuelvan a repetir y que por eso están poniendo la cara ante la JEP.
No obstante el daño estaba hecho y no era la primera vez. La denuncia ante la CIDH y la queja ante la JEP recuerdan que el Mono Jojoy lideró la guerrilla “asesinando a menores de edad, y es señalado de múltiples violaciones contra mujeres y de secuestros en todo el territorio nacional”.
Advierten que “fue uno de los precursores de la ‘política’ de secuestro de policías y políticos con el fin de un intercambio humanitario. Los retenían en condiciones infrahumanas y deplorables. Además, fue el pionero en trasladar la guerra desde las zonas rurales hasta las ciudades”.
La indignación no es solo para los familiares de los diputados. SEMANA contactó al teniente Raimundo Malagón, quien fue liberado en la conocida operación Jaque en 2008 y se hizo célebre por las palabras pronunciadas al sentirse libre ese 2 de julio: “He estado encadenado durante diez años. Yo soy el teniente Malagón del glorioso Ejército Nacional de Colombia”.
Para Malagón, el homenaje al Mono Jojoy es una afrenta a las víctimas de la guerra. En diálogo con SEMANA cuenta cómo, en la pesadilla del secuestro, se escuchaban helicópteros o se rumoraba sobre operaciones militares en la zona. Los cabecillas ordenaban rodear al grupo de secuestrados con decenas de guerrilleros listos a fusilarlos, siempre bajo las órdenes de Martín Sombra, el carcelero de las Farc y el homenajeado Mono Jojoy. “Decir que teníamos comodidades es actuar con ignominia, desconocernos como víctimas”, afirma.
Lo mismo opina Wilson Benavides, exsecuestrado y sobreviviente de la Toma de Miraflores, quien vio morir a sus compañeros. Le envió un claro mensaje a Sandra Ramírez y los autores del homenaje a Jojoy: “Aún si fueran verdad las buenas condiciones del cautiverio, de humano no tendrían nada”.
Después de tantos años de guerra, un largo proceso de paz y una implementación a medias, las víctimas de las Farc han perdido el miedo que formaba parte de su vida en cautiverio. Reclaman respeto y están dispuestos a que este llegue así sea a través de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, porque creen que en Colombia no se pudo.