Hace pocos días se generó una polémica porque el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, puso sobre la mesa la posibilidad de traer médicos cubanos que ayuden a atender la emergencia del coronavirus. A su llamado se unieron los alcaldes de Cali, Jorge Iván Ospina, y el gobernador del Magdalena, Carlos Caicedo. El hecho generó una discusión más política que médica y en el fondo quedó la inquietud de si el país necesita un refuerzo en talento humano proveniente de otro país para enfrentar el pico. Germán Fernández, miembro de la Junta Directiva del Colegio Médico de Cundinamarca y expresidente de esta corporación por varios años, dice que en estos momentos no considera que el país necesite de médicos extranjeros. Pero aclara que si llega a suceder, son bienvenidos, sin importar su nacionalidad. Las razones de varios gobernantes para pedirle intensivistas a Cuba Al respecto, recuerda una anécdota que se presentó durante la catástrofe del nevado del Ruiz, en la que tuvo que dirigir y coordinar un equipo de delegaciones médicas de diferentes países. Según dice, el hecho de contar con un equipo de varias nacionalidades fue una gran experiencia y apoyo para llevar a cabo la tarea médica con éxito. “En todos los países hay profesionales muy bien capacitados. Bienvenida la ayuda”, comenta. A pesar de que Colombia pueda llegar a necesitar ayuda extranjera, se debe dejar de lado el debate político y trabajar coordinadamente. En el caso de los intensivistas, es una especialidad médica que requiere años de preparación y que no se aprende de la noche a la mañana.Fernández agrega que en las grandes ciudades el panorama médico está controlado. Sin embargo, su preocupación está en las ciudades intermedias, por lo que asegura que la capacidad se puede desbordar. “Estamos en una línea límite, pero aún no hemos tenido demanda por encima de la oferta”, puntualiza.
En el caso de Bogotá, la alcaldesa Claudia López ha dicho que en las próximas semanas llegarán 300 ventiladores más y el ministro de Salud, Fernando Ruiz, ha mostrado la disposición del Gobierno por ayudar con todo lo que se necesite en la capital del país. Bogotá ha sido una de las ciudades más afectadas por la covid-19. No solo en materia económica y social, sino también en el sistema de salud, que esta semana llegó a sus niveles más críticos. Un indicador fundamental es la capacidad de camas UCI. A pesar de que el último registro dice que la ocupación es del 88,5 por ciento, lo cierto es que esta semana esa cifra estuvo varios días por encima del 90 por ciento. En este momento la ciudad cuenta con 1.356 camas ocupadas de 1.533 con las que cuenta en total.
Sobrepasar el 90 por ciento de ocupación generó que se declarara la alerta roja en la ciudad y, con ello, una medida que despertó polémica: aislar a las personas con hipertensión, diabetes y obesidad. Frente a la medida, algunos consideraron que es discriminatoria. La Fundación Gorditos de Corazón dice que reconoce la importancia de que las personas con obesidad se acojan a los protocolos de bioseguridad, pero que socialmente es inconveniente porque es “un claro hecho de discriminación y violación del derecho a la igualdad”. A pesar de que la Alcaldía emitió el concepto desde el punto de vista médico, faltó una estandarización y mayor información que evitara esa discriminación que desató la polémica.
Otro problema que se ha sumado a la crisis en la capital es la demora en la toma de pruebas y entrega de resultados por parte de las EPS. Al respecto, el superintendente de Salud, Fabio Aristizábal, dijo esta semana que en el país hay unas 30.000 pruebas represadas y concluyó que ya se alistan sanciones contra varias entidades. Por su parte, las EPS se han defendido diciendo que no controlan el proceso en los laboratorios. Pero más allá de las culpas, lo cierto es que las personas no están recibiendo los resultados oportunamente, sino que se están enterando si tienen el virus cuando ya se han curado o cuando ya lo han propagado.
De cara a las próximas semanas, y con la etapa final de la estrategia de la cuarentena sectorizada, se espera que lleguen los días más difíciles. Por eso, se necesita coordinación conjunta y trabajar de la mano entre los diferentes actores.