Colombia vivió una gran época de violencia en la década de los años 80 y 90, con el narcotráfico como principal culpable de la guerra que se desató en el país, especialmente en Medellín. Uno de los principales responsables fue el capo Fabio Ochoa Vásquez, quien se convirtió en uno de los ‘pesos pesados’ y, poco a poco, se consolidó en el cartel dirigido por Pablo Escobar.
Tras más de 20 años fuera de Colombia, Ochoa regresó este lunes 23 de diciembre, una llegada que tiene a la expectativa a todo el país.
Nació el 2 de mayo de 1957 en la capital de Antioquia, es el menor del ‘clan’ de los Ochoa Vásquez. Incursionó en 1970 en el mundo de la droga, lo hizo en compañía de sus hermanos Jorge Luis y Juan David. Su verdadero auge llegaría cuando se convirtió en socio del Cartel de Medellín.
En esa organización criminal, que sembró terror en el país y dejó miles de muertos, se convirtió en una de las principales cabezas. Su rol estratégico y financiero lo posicionaron como uno de los más inteligentes para llevar droga a todo el mundo, especialmente a Estados Unidos.
Su papel en el tráfico fue clave, aunque no tenía un gran protagonismo como sus hermanos o el mismo Pablo Escobar. Se encargó de desarrollar rutas efectivas para llevar la cocaína y, además, implementó diferentes mecanismos para el lavado de dinero, plata con la que se dio lujos.
Más allá del narcotráfico, el Cartel de Medellín también se encargó de generar miedo entre los ciudadanos y presión a las autoridades. Atentados con carros bomba, secuestros, asesinatos, entre otras, fueron algunas de las acciones que desarrolló la organización en medio de la guerra que mantenía con el cartel de Cali.
La primera captura de Fabio Ocho llegaría en 1991, cuando se entregó a las autoridades colombianas, lo hizo poco después de un decreto que garantizaba la no extradición para quienes, de manera voluntaria, se pusieran en manos de la justicia. Al poco tiempo, sus dos hermanos también hicieron lo mismo.
Debido a la política que se manejaba en ese momento y en la que se contemplaba una rebaja de pena para los narcos que se entregaran, Fabio no duró mucho tiempo en prisión. Tan solo cinco años después, es decir en 1996, quedó nuevamente en libertad.
Lejos de alejarse del mundo de la droga, Ocho continuó haciendo de las suyas sin imaginar que en 1999 volvería a caer. En medio de la Operación Milenio, en la que participaron la DEA y la Policía de Colombia, el menor de la familia de narcos fue capturado nuevamente junto al también narcotraficante Alejandro Bernal-Madrigal, alias Juvenal.
Antes de su detención, las autoridades realizaron una gran investigación e interceptaron líneas telefónicas, acciones con las que pudieron comprobar que Ochoa seguía vinculado al tráfico de drogas, por lo que nuevamente se dio su detención.
Finalmente, fue extraditado a Estados Unidos en 2001, se convirtió en el colombiano número 30 en ser sometido a este proceso desde que la medida fuera retomada en 1997. En esa oportunidad, Fabio enfrentó cargos por conspiración para exportar cocaína.
El menor de los Ochoa fue juzgado y condenado, recibió 30 años de cárcel y desde entonces había estado tras los barrotes en la nación norteamericana.
Su realidad cambió en los últimos días, pagó la deuda que tenía con la justicia estadounidense y hoy llegó a Colombia después de muchos años sin pisar territorio nacional. Fabio arribó en medio del interrogante sobre qué pasará con él de ahora en adelante.