“Más importante que morir dignamente, es vivir mucho y con dignidad”, esta fue la frase que acompañó por varios años a Gustavo Quintana, el reconocido médico colombiano que luchaba día a día por los derechos de las personas que simplemente deseaban morir por alguna enfermedad terminal que les complicaba su vida.
Ahora, esas palabras quedarán en recuerdos, pues el doctor Quintana falleció en las últimas horas a causa de un infarto, su reconocimiento lo ganó tras haber practicado cerca de 400 eutanasias, era una verdadera labor de lucha, siendo este tema uno de los más polémicos en el país con múltiples posturas.
De formación jesuita, estudió en el colegio San Bartolomé de la Merced, se graduó de medicina en la Universidad Nacional y hace más de 30 años practicó su primera eutanasia. Hablaba con fluidez y claridad, era un hombre ante todo práctico pero sensible, difícilmente conversaba sin sonreír.
En varias oportunidades, Quintana aseguraba que hacía eutanasias justamente “por lo mucho que ama vivir”. Lo llamaron ‘sicario’, ‘asesino’ y ‘doctor de la muerte’. Él lo aceptaba sin ofenderse, pero precisaba que, en ese caso, sería el doctor de la muerte digna, ahora deja un gran legado por su convicción y la manera de ver la vida.
En su momento, en entrevista con Semana, el doctor Quintana contó cómo los pacientes lo buscaban simplemente para morir de manera digna, tranquila, algo que sentían que tenían todo el derecho. “No tengo esa máscara negra que usan los verdugos. No, mi cara está siempre al aire libre. Solo pretendo darles afecto a mis pacientes, pues solo puedo hacer una eutanasia cuando amo a mis pacientes, porque solamente amándolos puedo entender la necesidad que tienen sobre su propia vida”, relató en su momento.
Para el médico eran muchos sentimientos encontrados cuando alguien le decía que quería la muerte: “Cuando un paciente me dice: ‘Doctor, por favor, ayúdeme a morir’, me está metiendo en algo difícil de entender para los demás, pero que a mí me es más fácil de entender por el afecto que les tengo. Eso es lo que me faculta para tomarlo de su mano y dar ese paso tan trascendental. Alguien debe hacer ese papel. Digamos que la fortuna me escogió a mí y estoy dispuesto a continuar haciéndolo”, señaló.
¿Cómo fue la primera experiencia de Quintana? Desde 1980, este doctor puso en práctica sus ideales, sus convicciones, su motivación para seguir ayudando a las personas, así otros no lo vieran de esa forma. La primera eutanasia que practicó marcó su vida, se trataba de un caso verdaderamente especial para él. “Ella tenía un cáncer cerebral, se le operó y le dijeron que si algo salía mal volviera al médico. A los tres años volvió a tener síntomas y se presentó al médico. La examinaron y le dijeron que se tenía que operar, pero que ‘se quedaba en la cirugía’”, relató.
Sobre su primer caso, contó en su momento que “por el avance del cáncer iba a ir perdiendo sus capacidades físicas y mentales, iba a llegar un momento en que no reconocería a nadie, no podría alimentarse por sí misma, y así la dejaron. Un día fui a su casa y vi mucha gente que iba constantemente a verla. Encontré a una persona en posición fetal, pesando menos de 30 kilos: un guiñapo humano de lo que era la mujer bellísima que yo había conocido, entonces le dije a la hija que cómo permitía eso. Hablé profundamente con su hija y entendimos que la dignidad de su madre merecía respeto. Esa fue mi primera eutanasia. Sé que si ella me viera hoy, me lo agradecería”.
Esto lo motivó a seguir ayudando a las personas que buscaban la eutanasia y contra viento y marea practicó cerca de 400 procedimientos, algo que se llevó a la tumba pero con la tranquilidad de que esos 400 pacientes siempre se lo agradecerían.
Panorama de la eutanasia en Colombia
La Sala Plena de la Corte Constitucional discutirá en los próximos días sobre el futuro de la eutanasia en Colombia, luego de que este miércoles se llevara a cabo la sala de selección de tutelas. La ponente será la magistrada Cristina Pardo.
Cabe recordar que hace pocos días Colombia conoció la historia de Yolanda Chaparro, una mujer de 71 años que sufría de esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad degenerativa que afecta las células nerviosas y que con el tiempo hace que los músculos dejen de funcionar. Yolanda se convirtió en símbolo de la lucha judicial para quienes están a favor de la eutanasia.
La semana pasada se conoció un comunicado de su familia en el que señalaron: “Con mucho dolor informamos que nuestra querida Yolanda Chaparro de Andrade ha fallecido a los 71 años de edad, el día 25 de junio de 2021. En las últimas semanas, la condición de Yolanda se volvió insoportable para ella, y decidió que había llegado el momento de tomar el control de su vida ejerciendo su derecho a una muerte digna y cumplir su voluntad bajo el procedimiento legal de la Eutanasia”.
Y agregan que: “El deseo más firme y ferviente de Yolanda es que la Corte Constitucional revise su caso, para que, en el futuro, las personas que deseen tener acceso a una muerte digna lo puedan hacer sin necesidad de pasar los últimos días de su vida luchando por ello”.
SEMANA conversó hace pocos días con el abogado de Chaparro, Lucas Correa, quien cuenta cómo en el momento de negarle la eutanasia a doña Yolanda, el argumento fue que pese a que tenía esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad que es neuronal y degenerativa, que la iba a degradar, pero que era necesario esperar, porque se trataba de una enfermedad degenerativa y no terminal. “Aparentemente no estaba lo suficientemente enferma”.
En este caso, la magistrada Pardo deberá elaborar el proyecto de sentencia por medio del cual la Corte tendrá la oportunidad de cambiar el precedente frente a la enfermedad terminal como requisito para acceder a la eutanasia. Es decir, la Corte podrá eliminar la barrera que exige, si así lo considera, a las personas esperar que su salud se deteriore hasta un punto específico o tener un pronóstico de vida inferior a seis meses para poder acceder a una muerte digna a través de la eutanasia. O bien puede la Corte considerar que no hay barreras actualmente en Colombia. Todo dependerá de los argumentos de los otros 8 magistrados que componen la denominada sala plena.