Una mezcla de sentimientos, entre alegría y tristeza, sintieron este miércoles 27 de abril las llamadas Madres de Soacha, progenitoras de un grupo de jóvenes asesinados en extrañas circunstancias, hechos calificados como los falsos positivos del año 2008.

Después de 14 años de agonía, de una intensa búsqueda de justicia, verdad y reparación, estas madres por fin encontraron respuestas en una audiencia pública ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), realizada este 27 de abril en Ocaña, Norte de Santander.

Los testimonios que escucharon de boca de los militares responsables de cometer esos fatídicos sucesos les desgarraron el alma de nuevo, pero también les dieron paz y consuelo, porque escucharon las palabras: “Ellos no eran guerrilleros, eran inocentes”.

Blanca Nubia Monroy, una de las madres víctimas y vocera de esta organización civil, le relató a SEMANA que estar en esa audiencia les movió las fibras. “Era de suponerse que iba a llegar este momento donde escucháramos la verdad. Me siento contenta y a la vez triste, porque esta lucha que llevamos 14 años no ha sido en vano”, dijo la mujer, quien espera que en las próximas audiencias sigan mencionando más nombres de los altos mandos militares que dieron las órdenes de cometer los falsos positivos.

“El dolor me ha ayudado a ser muy fuerte. A las Madres de Soacha nos han tratado de locas, de víboras, pero aquí estamos y por fin escuchamos la verdad. Los militares se están doblegando, de pronto se están arrimando por un beneficio; en la justicia ordinaria nunca fueron capaces de decir la verdad de lo que había pasado, a pesar de que ellos sabían que nuestros hijos no eran guerrilleros”, lamentó Monroy.

La tragedia de perder a su hijo, Julián Oviedo Monroy, le dejó una dura lección a esta madre: “No puedo seguir con esta rabia, odio y resentimiento porque me voy a enfermar. Si no les doy el perdón, yo soy la que voy a sufrir, no voy a poder seguir la lucha que llevo, por eso pongo esto en las manos de Dios”.

En la segunda audiencia pública de la JEP que se desarrolló en Ocaña, este miércoles ofreció su testimonio Sandro Mauricio Contreras, quien fungió como sargento de la brigada 15 de inteligencia del Ejército Nacional de Colombia.

El exmilitar reconoció ante los magistrados y ante las madres de los víctimas de los llamados falsos positivos que usó un “patrón criminal” para ubicar, trasladar y asesinar a los jóvenes de Soacha en Ocaña. Estas personas fueron llevadas mediante engaños a Norte de Santander, en donde los asesinaron en marzo del 2008 y, posteriormente, autoridades del Ejército los presentaron como guerrilleros muertos en combates.

Parte del testimonio que ofreció Sandro Mauricio Contreras ante la JEP: “Estoy aquí frente a ustedes para aceptar mi responsabilidad a título de coautor en crímenes de guerra, por homicidio en persona protegida, en crímenes de lesa humanidad. Mi falta de temor a Dios, de amor y respeto por la vida y la dignidad humana me llevó a terminar convirtiéndome en un asesino, un monstruo para la sociedad. Represento para algunos de ustedes una máquina de muerte”.

“Hoy acepto ante ustedes y ante el mundo que utilicé mi uniforme y un grado y función que tenía ante el Ejercito con el objetivo de dar resultados operacionales haciendo creer que eran legítimos, pero que en realidad eran asesinatos que se cometían contra seres humanos inocentes que no tenían vinculación contra grupos armados al margen de la ley”, aseguró el exmilitar.

Ante el sorprendente relato de Contreras, los magistrados dieron un receso porque las madres de las víctimas de Soacha estuvieron muy afectadas, algunas de ellas se desmayaron.

En su relato, Sandro Mauricio Contreras confesó que solo tuvo ocho días de preparación en la brigada de inteligencia para planear esta operación militar, que acabó con vidas de jóvenes inocentes.

Más temprano, Blanca Nubia Monroy le declaró a la emisora Caracol Radio que fue un sentimiento bastante triste escuchar la confesión del sargento del Ejército involucrado en los falsos positivos. Monroy dijo sentirse satisfecha porque siempre soñó con el momento en que los culpables se pararan y dijeran que su hijo no era un guerrillero, que no era un subversivo.

“Dios me dijo: prepárate hija mía que vas a escuchar cosas que te van a doler, pero te daré fortaleza. Aquí estoy y seguiré en la lucha para que estas personas sigan diciendo la verdad, que digan quiénes les estaban dando las órdenes”, dijo conmovida.