Leonardo Espinosa es decano de la Escuela Mayor de Derecho de la Universidad Sergio Arboleda, una de las más influyentes facultades de derecho del país, no solo por su acreditación académica sino porque actualmente varios de los egresados del programa ostentan importantes cargos públicos.
Entre ellos están el presidente Iván Duque, el fiscal Francisco Barbosa, el ministro del Deporte Ernesto Lucena y el defensor del Pueblo Carlos Camargo. Todos ellos tienen algo en común y es que han estado de alguna forma relacionados con Espinosa en la Universidad, a la que ha dedicado su vida académica por 30 años, hecho por el que será reconocido en los próximos días.
Espinosa se dio a conocer públicamente cuando el presidente Duque lo ternó para ser el fiscal ad hoc del caso Odebrecht, cargo al que fue elegido por la Corte Suprema de Justicia. Dice que aún falta conocer gran parte de este entramado de corrupción y que le gustaría saber qué ha pasado con las investigaciones que adelantó.
SEMANA: ¿Cuál es el balance de estos dos años como decano de la Escuela de Derecho de la Sergio Arboleda?
Leonardo Espinosa (L.E.): Con la Universidad Sergio Arboleda llevo 30 años ocupando distintos cargos, tanto en la parte de investigación académica como en la parte administrativa. Hace dos años asumí la decanatura ejecutiva de la Escuela Mayor de Derecho. Trabajamos de la mano con el doctor Rodrigo Noguera Calderón, quien es el rector e hijo del fundador de la Escuela, y otros miembros de la decanatura, la cual recibí de las manos del doctor Ernesto Lucena, actual ministro del Deporte. El primer reto que enfrenté fue preparar toda la documentación para la renovación de la acreditación de alta calidad que tiene el programa de Derecho y estamos atentos a que nos expidan la renovación. El otro reto es seguir consolidando todo el desafío de la Universidad en un mundo 4.0, es decir actualizar los programas para preparar abogados con capacidades, conocimientos y competencias para enfrentar un mundo laboral altamente digitalizado.
SEMANA: Usted se dio a conocer mediáticamente porque fue escogido como fiscal ad hoc por el caso de Odebrecht. ¿Qué balance hace de esta gestión?
L.E.: El mejor de los mundos posibles para un abogado está en la academia, pero también el mundo académico debe tener proyección con el ejercicio de la profesión en varios ámbitos del derecho. Un buen abogado tiene que representar causas ajenas, de lo contrario no es íntegro. Cuando el presidente pensó en mi nombre para la terna como fiscal ad hoc, tratándose de un asunto penal que implicaba un entramado de alta criminalidad transnacional y corporativa, sin duda se estimó que el perfil de una persona conocedora de conceptos empresariales y de sociedades, se adecuaba. Como investigador académico aprendí a estructurar equipos de alto rendimiento y el desafío allí fue integrar un equipo interdisciplinario para efectos de contribuir al país con esa investigación. Acepté gustoso para prestarle los servicios al país, ad honorem, es decir sin cobrar una moneda de centavo, siempre entendí que era el honor de la academia.
SEMANA: ¿Qué encontró en esa investigación?
L.E.: Precisamente me enteré por SEMANA que todo lo que hicimos en una de las líneas de acción que tenía sirvió, que era la de las actuaciones en el caso de los señores Gabriel Dumar, Federico Gaviria, Gustavo Torres y Eduardo Zambrano. La discusión que dimos fue si era procedente ampliar el escrito de acusación en el delito de lavado de activos. Tomamos la posición estricta que llegó a la audiencia y así quedó y todo lo que hicimos fue confirmado en la segunda instancia, esto está relacionado con Ocaña - Gamarra, aunque ahí no he sabido más. Fue un trabajo arduo en equipo en el que decidimos desarchivar la investigación y se alcanzaron a proferir un buen número de órdenes a policía judicial para retomar la actividad investigativa, pero no he vuelto a saber nada. Hay expectativa por conocer ese trabajo que hicimos y qué continuidad hubo. Falta por conocer, no una parte, sino muchísima, gran parte, un inmenso porcentaje de verdad en ese caso.
SEMANA: El presidente Iván Duque enfrenta todo tipo de críticas. ¿Qué opinión tiene de él?
L.E.: Fue mi alumno hace unos 20 años. Siempre fue un hombre juicioso, estudioso, respetuoso, decente, incluso en esa época yo dirigía el centro de investigaciones de la universidad y en una convocatoria -guardo con gratitud ese tiempo- recuerdo de los primeros en inscribirse, sabiendo que no involucraba prestaciones, fueron el presidente Iván Duque y el fiscal Francisco Barbosa, quienes fueron mis alumnos en el pregrado y con quienes interactuamos en ese centro de investigaciones.
Siempre los vi como unos jóvenes muy acuciosos, interesados en sus estudios y en afianzar sus conocimientos. Entraban con persistencia a la sala de profesores. El presidente es un hombre que terminó sus estudios, se fue al exterior y no puedo decir que tenga una relación de extrema cercanía familiar o de confianza, más bien tengo una relación académica que nació de la universidad y que luego, cuando él volvió de Estados Unidos, fue profesor de la Escuela de Derecho. (Duque) heredó una cátedra que dictaba Álvaro Gómez sobre historia de la cultura colombiana, como anécdota, de esa cátedra salía el doctor Álvaro Gómez cuando fue inmolado en el año 95. Yo me lo encontraba (a Duque) en los pasillos con alguna frecuencia, me acuerdo que en broma le decía: “Iván, vas a ser presidente de Colombia” y bueno, ahí intercambiamos comentarios, pero a eso se limitaba nuestra relación. Inicialmente profesor-estudiante y luego colegas en la Escuela Mayor de Derecho.
SEMANA: ¿Y con respecto al fiscal Barbosa y al defensor del pueblo Carlos Camargo?
L.E.: Igualmente, fueron mis estudiantes. Con Francisco también recuerdo que se fue del país y cuando volvió tuvo la gentileza de visitarme, hizo allá tesis doctoral, lo cual merece todo mi respeto, pero se quería radicar en Colombia y tuvimos unas conversaciones, por su formación en Nantes es obvio que estaba tocando puertas para proyectarse en su trabajo como investigador. Yo ya no estaba en el centro de investigaciones, entonces fue un diálogo académico. Después supe que se vinculó al Externado y ahí ya le perdí el ritmo, luego lo vi como integrante de confianza del presidente Duque, que fue su compañero de aula durante muchos años, todos en la Sergio Arboleda. Queríamos hacer un programa de derechos humanos con él cuando fue alto consejero presidencial, pero las agendas son complicadas y luego fue nombrado en la Fiscalía y la verdad no hemos vuelto a conversar. La última vez que crucé un correo con él fue en su posesión, luego no hemos vuelto a coincidir.
SEMANA: Lo escucho muy orgulloso de que estos altos funcionarios del Estado tengan esa cercanía, pero para algunos sectores no es visto de la misma forma. Como decano, ¿cómo ve esas críticas?
L.E.: Para mí son profesionales que hicieron sus estudios con muy buenos niveles de excelencia académica, que luego se fueron al exterior a continuar su formación, lo cual es muy meritorio. Ahora bien, la función pública de semejante responsabilidad no está exenta de críticas y todos sabemos muy bien que como nos exponemos a una figuración pública, se va a ser objeto de un gran escrutinio y de una posición mediática que los va a aplaudir en lo que hagan bien y los va a exigir en lo que se considere que no fueron decisiones acertadas. Está bien que se les recrimine públicamente, eso hace parte de la democracia y es lo más valioso. Son hombres públicos que están sujetos al escrutinio, al aplauso y a la sanción pública de un país que en algunos casos espera mayor celeridad o mayor certeza en algunas decisiones, pero están sujetos a ese escrutinio y por supuesto yo como decano de la Escuela Mayor de Derecho lo que les deseo es el mayor de los éxitos posibles, el acto sensato y de gran humanismo y profesionalismo de reconocer en lo que han acertado y también cuando no lo han hecho. Sin duda tienen el deseo inmenso de acertar y cumplir con altura sus cargos.
SEMANA: Usted conociendo a quienes ostentan estas dignidades y habiendo sido su profesor, ¿no lo ha tentado la política, le han hecho ofrecimientos?
L.E.: En el ámbito académico se coincide en escenarios con grandes personajes vivos de la realidad nacional y se tejen y dicen cosas. Eventualmente alguien tiene la generosidad y me dice: “hombre, ¿por qué no te postulas a esto o aquello?” pero mi mundo es la academia, en ese mundo soy feliz, en ese mundo llevo 30 años, que entre otras cosas la Universidad me va a condecorar el lunes con otra persona con ocasión de la semana cultural y nos entregarán ese reconocimiento. Aspiro a morirme en el mundo académico. Si eventualmente pasa de manera esporádica, lo haré. El presidente tuvo la gentileza de honrarme con la designación de fiscal ad hoc la cual acepté porque consideraba que era un reto y un compromiso como hombre del derecho en un tema tan sensible, considerado que es uno de los más importantes en el ámbito de la corrupción al que no podía, ni quise sustraerme.