En las filas del Ejército Nacional hay miedo, y más que al “enemigo”, a las directrices que están tomando desde el comando de la institución. Uniformados de todos los rangos dicen, con el temor a ser identificados, que se sienten mal liderados. Hablan de la falta de planeación que lleva a fracasos en las operaciones, los cuales, más allá de ser simples derrotas frente a grupos criminales, se traducen en niños huérfanos, padres sin sus hijos y viudas.
En lo corrido de 2024, 95 familias han llorado la muerte de sus héroes, los mismos que dieron la vida para salvar a los colombianos. Ese fue el caso de los soldados profesionales Jorge David Fuentes, Javier Sosa Ballesteros, Camilo Andrés Molina y Jairo Urrego. Llegaron a zona rural de Argelia, Cauca, el pasado 2 de mayo, pretendiendo recuperar el terreno que perdió el Estado desde hace más de una década y que permitió el desplazamiento de cientos de familias y la instrumentalización de sus pobladores.
Pero los minutos de angustia que pasaron al verse acorralados por 200 miembros de las Farc se convirtieron en horas de humillación para sus compañeros sobrevivientes y los integrantes de sus hogares, que tuvieron que ver durante casi dos días que los cuerpos permanecieron en territorio dominado por los delincuentes.
Uniformados de la zona aseguran que lo que pasó allí muestra la falta de planeación. “Por el afán de querer protagonizar y tener unas pocas capturas para decir que estamos recuperando el territorio, nos mandan como carne de cañón y como si fuéramos conejillos de indias”, dice un soldado profesional que ha visto morir a varios compañeros en el Cauca durante diferentes operaciones en el último año y medio. Asegura que la improvisación ha llevado a fracasos.
Aunque desde el comando de las Fuerzas Militares manifiestan que las complicaciones que se han tenido en el terreno son por cuenta del mal tiempo climático, el mayor (r) Jorge Castillo, experto en contrainteligencia militar, asegura que en el Ejército se está registrando falta de planeación en las operaciones.
De lo contrario, se hubiera identificado con tecnología meteorológica qué tiempo se estimaba para ese día. Además, no se explica cómo enviaron solo 70 hombres para combatir a 200 terroristas, cifra que dio el mismo general Federico Mejía, comandante del Comando Específico del Cauca. Si se hubiera realizado inteligencia e interceptaciones oportunas, otra sería la historia.
Todo proceso de operaciones militares debe tener planeación, preparación, ejecución y evaluación porque así está descrito en la doctrina. Es clave tener informes de inteligencia para conocer cada detalle del objetivo y los comandantes evalúan todo para alistar, desplegar y maniobrar unidades con relación al enemigo y las condiciones que se presenten, según la urgencia de la operación.
Fuentes del Ejército dicen que desde el Gobierno Petro han ordenado disminuir la inteligencia abierta y encubierta. En los batallones estarían mermando la cantidad de elementos para realizar entrenamientos con municiones. Uniformados denuncian que no tienen dotación de uniformes en buen estado, sin contar que tampoco hacen mantenimiento a los equipos con la frecuencia que deberían y eso se ve reflejado no solo en Cauca, sino en otros departamentos.
Cabe recordar que el ministro de Defensa, Iván Velásquez, redujo el presupuesto de la cartera en 800.000 millones de pesos. Ya sea por ahorro o por directrices del Estado, ese dinero hoy haría falta para el pago de recompensas a informantes que facilitarían la inteligencia y la contrainteligencia; así como para el mantenimiento de la flota aérea, entre otros aspectos que estarían cobrando vidas.
En Putumayo, los grupos criminales pudieron infiltrarse en el batallón ubicado en La Tagua y masacrar a tres soldados. Hace menos de dos semanas, Colombia lloró la muerte de nueve militares que viajaban en un helicóptero modelo Mi-17 que volaba sobre el departamento de Bolívar; el 5 de febrero, otros cuatro integrantes del Ejército murieron en una aeronave de la institución accidentada en Chocó; más otros dos accidentes que se registraron desde que el general Luis Mauricio Ospina llegó al comando del Ejército Nacional.
Cada vez que se piden explicaciones sobre qué está sucediendo en el interior de la entidad castrense, responden que Ospina no es un general que le guste hablar ante los medios de comunicación y argumentan que jurídicamente todo lo cuestionado suele tener reserva de seguridad nacional, tanto así que amenazan con sancionar con cárcel a funcionarios que den información.
“Nos sentimos sin una cabeza fuerte, nuestros comandantes se dedican a decir a sus superiores ‘como ordene’, pero sin dar la pelea por nosotros, que somos los que estamos poniendo el pecho”, dice uno de los uniformados que habló con SEMANA. “Nos dolió ver a mi general Ospina muy tranquilo en la Carrera por los Héroes cuando en Cauca se estaba viviendo una tragedia”, confesó otro uniformado.
De los 95 militares que han sido asesinados en los cinco meses que han transcurrido del año, 63 murieron en combate, diez porque cayeron en campo minado, ocho atacados cobardemente por los denominados ‘pisa suaves’, siete en medio de hostigamientos, cinco bajo la mira de un francotirador y dos en los macabros plan pistola.
La cantidad de asesinatos es similar a la que se registró durante 2018, año en el que 97 uniformados murieron a manos de los grupos delincuenciales, de los cuales 38 fallecieron en operaciones militares. Esto no solo implica que en los primeros cinco meses de 2024 la cifra de decesos es casi la misma que toda la de 2018, sino que se duplicaron los muertos en operaciones (este año van 63). Para algunos analistas en temas de seguridad, el incremento se estaría dando por falta de experticia de los comandantes, pues con la barrida de al menos 40 generales de la república en la entrada del Gobierno de Gustavo Petro, se afectó la curva de aprendizaje.
En el arte de saber liderar un equipo de trabajo se resalta la capacidad de identificar los talentos y ubicarlos en los puntos estratégicos para el beneficio de todo el equipo. En el caso de las Fuerzas Militares es para el beneficio de toda una nación, de miles de ciudadanos y por esa razón muchos no comprenden por qué en el organigrama del Ejército Nacional se ve que los generales expertos en aviación están desempeñándose como comandos regionales, mientras que el comandante de la división de Asalto Aéreo, Carlos Enrique Carrasquilla Gómez, es especialista en infantería.
Los generales Jaime Eduardo Torres y Edilberto Cortés Moncada, en los que el Estado ha invertido para capacitarlos como expertos en aeronaves y todo lo relacionado con el tema, están comandando, en el caso de Torres, la Vigésima Segunda Brigada, ubicada en San José del Guaviare. Por su parte, Cortés comanda la Vigésimo Sexta Brigada, que se encuentra en Leticia, Amazonas.
Pero esa incongruencia no solo se manifiesta en aviación. El jefe del Estado Mayor de Inteligencia y Contrainteligencia es el general William Fernando Prieto, quien pertenece al arma de Artillería, mientras que el general Óscar Vera, quien se formó durante toda su trayectoria en el arma de Inteligencia Militar, es el comandante de la Quinta Brigada. Cuestionado por los informes de inteligencia que se adelantaron durante el Gobierno de Iván Duque a Jesús Santrich.
Un Ejército con la moral baja genera grandes baches de seguridad. Territorios que se les habían arrebatado a los grupos criminales en años anteriores como Huila, Tolima, Vichada, Guainía y Boyacá, por nombrar algunos, reportan en los últimos meses brotes de presencia de organizaciones al margen de la ley. El general Ospina no ha querido referirse a los cuestionamientos en su contra y no respondió a las preguntas de SEMANA.
Por su parte, el comandante de las Fuerzas Militares, el general Helder Giraldo, tras estar de líder en la operación de rescate de los soldados en Argelia, Cauca, les recordó a los comandantes que es su responsabilidad articular las tareas de la inteligencia militar con el fin de tener una lectura clara de las capacidades y cursos de acción de la amenaza. Asimismo, les recordó lo básico y que la preparación es vital porque “debemos garantizar que nuestras tropas estén debidamente entrenadas y equipadas para enfrentar cualquier desafío”. Finalmente, agradeció a todos los soldados de Colombia y les aseguró que su trabajo no pasa desapercibido.