Por respeto a la dignidad y la memoria de Hildebrando Rivera sus familiares pidieron que la Fiscalía General no revelara públicamente los videos en los que se observa el momento en el que es golpeado por un grupo de indígenas de la comunidad Emberá Katío, en la noche del pasado 25 de enero.
El hijo del conductor del camión recolector de basura le pidió al fiscal del caso que se abstuviera de presentar esas pruebas, esto debido a que la audiencia es transmitida en varias plataformas de streaming y está siendo vista por varias personas en directo. Debido a esto, le solicitó que por respeto a la integridad de su padre no las revelara como tenía pensado.
La jueza de control de garantías hizo la salvedad de que las “imágenes son impactantes”, por lo que, atendiendo la petición hecha por los familiares e la víctima, restringió su publicación en vivo y en directo, y únicamente se los reveló a los sujetos procesales que estaban autorizados.
Las pruebas recolectadas permiten inferir que a las 8:40 de la tarde del 25 de febrero, en el kilómetro 8 de la vía que conduce de Cota a Chía (Cundinamarca) Rivera arrolló a una mujer en estado de embarazo y su hija menor de edad que estaban sobre la carretera. Debido al impacto del golpe, fallecieron inmediatamente sobre la vía.
Tras los trágicos hechos, varios indígenas de la comunidad Emberá empiezan a golpear con palos y piedras el vehículo que conducía Hildebrando Rivera. “De esta situación se desentraña que rompen las ventanas de este camión y es extraído el conductor de este vehículo para, posteriormente, proceder a golpearlo en su humanidad”.
El fiscal del caso puso de presente el dictamen de Medicina Legal que indicó que el conductor falleció por la “paliza” que recibió. “Fueron múltiples los golpes que sufrió esta persona” en todo su cuerpo. Varios videos grabados revelaron a los indígenas implicados en la golpiza.
Igualmente, la Fiscalía General cuenta con los audios en los cuales, utilizando los audios de la aplicación WhatsApp, el conductor pide ayuda desesperadamente puesto que ya le habían roto los vidrios. “Uy, Dios mío, acabaron con el carro, tuve un accidente (…) Dio mío, van a acabar el carro. Ayúdenme”, le decía bastante alterado Hildebrando a Mario Calderón, gerente de Ecosiecha, empresa en la que trabajaba.
En los otros audios le manifestaba que todo había sido un accidente, pero que lo querían linchar, dándole indicaciones de su ubicación. El gerente, bastante asustado, intentaba comunicarse con el alcalde del municipio de Guasca (Cundinamarca) para pedirle colaboración, puesto que la situación era bastante grave y sabía que existía un riesgo grandísimo.
Las llamadas que le hicieron a Hildebrando después de eso fueron en vano. Las pruebas recolectadas señalan que tras bajarlo a la fuerza lo golpearon, pese a que el conductor imploraba que por favor no le hicieran daño puesto que tenía una familia.
A las 9 de la noche, el hijo del conductor intenta comunicare con él. En ese momento, un miembro de la comunidad indígena le dijo: “No llame más a ese hp que lo vamos a matar” y le colgaron. Las pruebas reseñan que Luis Carlos García lideró la golpiza “(…) usted y otros miembros de la comunidad indígena, incluidos menores de edad, continuaron pegándole al señor mientras lo subieron a una camilla de una ambulancia. En dos momentos, antes de subir la camilla a la ambulancia usted le pegó varias veces a Hildebrando y ya dentro de la ambulancia, bajaron la camilla y lo golpearon antes que pudiera ser trasladado de este lugar. 10 kilómetros más adelante, una enfermera y el conductor de la ambulancia lograron atender las heridas del señor Hildebrando. Sin embargo, las heridas que usted, sus hijos y miembros de la comunidad emberá le propinaron, le causaron la muerte”.
La Fiscalía General le imputó el delito de homicidio agravado en calidad de coautor. Pese a que en un momento aceptó su responsabilidad, luego se retractó y se declaró inocente de los cargos. Por la gravedad de los hechos y el riesgo de fuga, le pidió a una jueza de control de garantías que lo cobije con medida de aseguramiento en centro carcelario.