Juan Esteban Vélez tuvo que esperar 77 años para tener en sus manos la escritura de su casa. Es una finca de 8,6 hectáreas en la vereda Santa Teresa del municipio de Támesis, en el suroeste antioqueño. Parece un pesebre. Su esposa, Estella Muñoz, dedica todo su tiempo a mimar sus matas. De vez en cuando les habla.Hoy son buenos tiempos en la finca La Cantaleta del corregimiento de Palermo. Pero antes hubo zozobra. En el año 2000 un grupo de paramilitares irrumpió en la zona y les metió miedo a los Vélez Muñoz. Despavoridos, todos salieron corriendo para Medellín, la capital antioqueña. Eran extraños en tierra extraña.Puede leer: Siete logros que marcan el avance del campo colombianoLos paramilitares “nos pidieron plata, pero yo me resistí. No les dije nada. No les di ni un sí ni un no”, relató Vélez. “Por fuera de la ley, nada”, pensó en voz alta Vélez, un hombre de tez trigueña, de baja estatura y de sonrisa constante. Tuvo ochos hijos: cinco mujeres y tres varones a quienes todavía les habla de cómo vivir mejor: “Sean decentes”, les dice insistentemente.Los paramilitares “nos querían quitar a las malas las cositas que con tanto esfuerzo conseguimos, que conseguimos honradamente”, observó Ana Sofía Vélez, tía de Juan Esteban Vélez. “Mi padre (Miguel María Vélez) se casó ya muy mayor por segunda vez. Nos tuvo a mí y a otro hermano. Por eso Juan Esteban es hasta mayor que yo”, explicó.Con los años Juan Esteban y Estella volvieron a su finca. Una finca que no tenía escritura, pese a ser la más bella de la región. Pero el jueves, Ricardo Romero, subdirector de Seguridad Jurídica de la Agencia de Tierras, les entregó a los Vélez Muñoz el título que los acredita como los dueños para siempre de La Cantaleta.“Estoy feliz. No me cambio por nadie”, observó Vélez, no sin antes advertir la generosidad que, según él, tuvo la Agencia de Tierras con sus allegados. “No me cobraron nada. Si esto no hubiera sido así, me hubieran cobrado 9 o 10 millones de pesos. Y yo de dónde hubiera sacado esa plata”, indicó.Le recomendamos: Recuperan más de 23 mil hectáreas de tierra que pertenecieron a las AUCJunto a los Vélez Muñoz, otros 28 campesinos de Támesis, Caldas y Andes recibieron los títulos de propiedad de sus fincas en un concurrido acto que se celebró en la Casa de la Cultura Hipólito J. Cárdenas.“Ahora ustedes ya tienen sus escrituras. Las escrituras para ustedes son el punto central de este evento”, aseguró Romero ante por lo menos un centenar de campesinos. “Para mí es un honor estar en un departamento tan importante como Antioquia”, añadió el funcionario.En la ceremonia, Víctor Hugo Tangarife no pudo contener las lágrimas. Hace dos años su madre, Luz Miryam Muñoz, murió en momentos en que recolectaba todos los documentos para que le entregaran una casita en la vereda El Cano de Caldas. Tenía 63 años.Paralelo al evento de Támesis, el director de la Agencia de Tierras, Miguel Samper Strouss, estuvo en Caucasia, Antioquia, también entregando títulos de propiedad a campesinos paisas.“La Agencia Nacional de Tierras no va a parar ni un solo segundo hasta cumplir con su cometido de llenar el campo de propietarios”, dijo Samper Strouss. “Con las de este jueves serán ya 55.000 las familias que hemos impactado en dos años de gestión”, agregó.El jefe de la Agencia de Tierras admitió estar nostálgico por el fin de dos años de trabajo vertiginoso y lleno de sacrificios, “pero que nos dejan la satisfacción enorme de haber mejorado la vida de 55.000 hogares y el corazón lleno de enseñanzas nacidas en la sabiduría del campesino. A todos los campesinos: ¡infinitas gracias!”.Samper Strouss les advirtió a los labriegos asistentes al evento que ellos son los principales garantes de que los procesos iniciados en la Agencia continúen a buen paso y mostrando más logros de los hasta ahora alcanzados. “Ojalá este programa tan bueno no se acabe porque nos ayuda muchos a los campesinos pobres”, enfatizó Juan Esteban Vélez.Para él, lo mejor que ha pasado en el país en los últimos años es el proceso de paz que sellaron el gobierno nacional y las otrora guerrilleras Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia o Farc.“La paz es muy buena. Si no apoyamos la paz, entonces en qué estamos”, comentó Vélez con vehemencia. “Sabe una cosa, señor: la paz es una obligación. Yo sé que hay gente que se muere de rabia porque esos señores (de la guerrilla) no están en la cárcel, pero es preferible verlos sin armas que matando gente. Y lo mismo pienso de los paramilitares: se ven mejores desarmados”.