Las FARC empiezan a sacar bandera blanca. Por primera vez en su historia, la guerrilla abrió la posibilidad de pedirles perdón a sus miles de víctimas al tiempo que se mostraron optimistas en alcanzar una salida negociada al conflicto armado que sufre el país desde hace medio siglo. “El optimismo de las FARC lo da la determinación de buscar una solución política a esta confrontación, que ya se acerca a los 50 años. Como ellos no nos pueden derrotar militarmente, ni nosotros a ellos, debemos buscar la alternativa”, le dijo Iván Márquez al periodista Hernando Calvo Ospina, en una conversación que reproduce la página web Anncol. “Yo no tengo problema en decirle a una señora, a una familia: “Siento el dolor que le hemos producido con la muerte de su ser querido.” Pero esto es mucho más complejo. ¿Hay que pedir perdón? Muy bien”, agregó Pablo Catatumbo. Pero, uno de los considerados hombres duros de las FARC, argumentó: “Entonces, que se sienten con nosotros los gremios económicos que han financiado la guerra y a los paramilitares; que vengan todas las instituciones del Estado, pues ellas están encuadradas para la represión y la impunidad; también los grandes medios de comunicación porque reprodujeron las estigmatizaciones de los organismos de seguridad que antecedieron a los asesinatos y masacres; los partidos políticos de derecha también deben sentarse y presentar sus grandes responsabilidades; los expresidentes de la República que dieron las órdenes. ¡Es que ni la Iglesia católica puede eludir sus culpas!”. Para él, "ni siquiera pueden quedarse por fuera de ese acto de responsabilidades los gobiernos de Estados Unidos, Israel, ciertos países de Europa y los demás que han apoyado a los distintos gobiernos criminales de Colombia. Sentados todos, sí podemos ver quiénes han sido los terroristas y asesinos del pueblo”. Aunque Catatumbo quiere así repartir la culpa de la tragedia de esta confrontación que según el grupo de Memoria Histórica ha causado 220.000 muertos, sí es la primera vez que también incluye a las FARC entre los responsables de lo sucedido. En la charla, Iván Márquez explica su optimismo por “las circunstancias, las realidades de hoy, tanto en Colombia como en el continente, indican que es el momento de buscar una salida incruenta. Las guerras no son eternas. Y en este plano hacemos todos los esfuerzos que sean necesarios para llegar al entendimiento con el Gobierno”. Márquez también revela que en La Habana ha primado el respeto con los miembros del equipo negociador del presidente Juan Manuel Santos: “Aunque estamos sentados en la misma mesa dos grupos con visiones muy encontradas, casi antagónicas, ahí tenemos que tolerarnos para entendernos. En una mesa de negociaciones se debe observar un respeto por la contraparte y creo que eso se hace recíprocamente. Existen momentos con discusiones álgidas, fuertes, pero muy pronto las cosas vuelven a su nivel, pues sabemos que debemos llegar a entendimientos”. Eso sí, aseguran que el éxito de la negociación pasa por el hecho de que el Gobierno impulse cambios estructurales en el país: “En el Gobierno siempre ha existido la tendencia a buscar el sometimiento de la guerrilla como sinónimo de paz, y no la paz a través de cambios estructurales. Se quiere una paz gratis para las oligarquías. Nosotros estamos haciendo grandes esfuerzos para hacer entender que se necesita generar una atmósfera para la paz y que ella se puede lograr a través de transformaciones institucionales y políticas”. Para las FARC existe la sensación de que Santos seguirá adelante con la negociación hasta lograr un acuerdo, aunque advierten que hay sectores del establecimiento a los que él le teme: “No creo que se eche para atrás, pero sí parece acobardado. Es como si les tuviera miedo al expresidente Álvaro Uribe, a los ganaderos, al poder narco-paramilitar y al sector cavernario en las Fuerzas Armadas. Santos se acobarda a pesar de tener el apoyo de un sector importante de los industriales, de los banqueros y las Iglesias”, dijo Rodrigo Granda. Este guerrillero también destacó que, en cambio, hay otras personas como Luis Carlos Sarmiento Angulo, el hombre más rico de Colombia, que sí están a favor de la negociación. “Según informes que manejamos, Sarmiento Angulo, uno de los hombres más poderosos de Colombia, está con el proceso de diálogo. Las encuestas dicen que el 87 % de colombianos también desea la paz. La correlación de fuerzas a favor de la paz es indiscutible. Fuera del uribismo nadie más habla de guerra. Pero parece que Santos no quiere enfrentar a esos sectores liderados por Uribe, entonces se envalentona con nosotros militarmente y asume posiciones intransigentes que no permiten el correcto desenvolvimiento de los diálogos”. En el reportaje, Iván Márquez reveló que el problema de la tierra ha sido el asunto más sensible tocado en La Habana. A la pregunta de ¿cuál es, hasta el momento, la principal intransigencia del Gobierno en las negociaciones?, respondió: “Sin lugar a dudas es la determinación de no tocar la propiedad del latifundio, cuya mayor parte ha sido amasada a través del despojo violento. Eso le produce temor. Sus representantes, en los intercambios con nosotros, nos han dicho que se podrían “desatar los demonios del paramilitarismo”. Les tienen miedo a los ganaderos y latifundistas, a tocarles un tercio de los 30 millones de hectáreas que poseen, aunque ni vacas las transitan”. En la historia de las FARC está es la primera vez que llega a acuerdos concretos con un gobierno. Rodrigo Granda dice, sin embargo: “Aquí se han firmado algunas cosas, pero no son firmas definitivas porque nada está acordado hasta que todo esté acordado. Existen puntos en los que no logramos ponernos de acuerdo y los dejamos para volver a discutirlos más adelante. De lo contrario no se avanza”. Y cuentan que están decididos a dejar la lucha armada para convertirse en un movimiento político legal: “El presidente Santos, durante el carteo inicial que tuvo con nosotros, nos dijo que deseaba abrir las compuertas a una democracia real en el país. Eso nos llamó la atención porque nosotros nunca hemos dicho que la lucha armada sea el único camino para cambiar al país. Nos levantamos en armas, y seguimos con ellas, porque con violencia han cerrado las puertas a la participación política. Es que si se abre la posibilidad de hacer política legal, sin la amenaza permanente del asesinato, en igualdad de condiciones y se hacen unas reformas políticas que puedan enrumbar al país hacia la democracia participativa, nos apuntamos”.