Los miembros de la Farc no pudieron llegar unidos desde La Habana a Bogotá. Apenas ocho de los diez elegidos para ocupar una curul llegaron al Capitolio el viernes pasado. Ese día, Victoria Sandino y la viuda de Manuel Marulanda, Sandra Ramírez, protagonizaban escenas inimaginables hace algunos años al aparecer junto al uribismo en el Senado. Pero, al mismo tiempo, Iván Márquez y Jesús Santrich terminaban de sumergir el acuerdo en su peor crisis.Se marginó el hombre que venía marcando el debut de la Farc en la vida política.Se está gestando una ‘tormenta perfecta’. La decisión de Iván Márquez de no asumir su curul en el Senado consumió parte del valioso oxígeno que se le agota al proceso desde que se instaló en Miravalle (Caquetá), sin su esquema de seguridad y aislado de las decisiones de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (Farc). Aunque el exjefe guerrillero alega falta de garantías y un complot en su contra, su reacción fue individual y no del partido. Los demás, en cambio, llegaron a Bogotá a posesionarse el pasado 20 de julio.Puede leer: Jesús Santrich suscribió su propia acta de posesiónA pesar de que esta fue una decisión de mayorías, eso es lo que más preocupa. Se trata del jefe del equipo negociador de las Farc en La Habana. El vocero de la exguerrilla que más conoce los acuerdos y quien obtuvo el mayor número de votos en el Congreso fundacional: 888 frente a 820 de Rodrigo Londoño, antes Timochenko, que ocupó el quinto lugar después de Jesús Santrich con 835. De ahí que su decisión de no llegar al recinto, ni en el lapso extra de ocho días que tenía, terminó por redoblar la incertidumbre que no habría despertado otro líder de la exguerrilla. Se marginó el hombre que venía marcando el debut de la Farc en la vida política.Su presencia en el recinto no se habría reducido a llevar las riendas de la bancada, sino que también habría sido importante para mantener al partido cohesionado. Y es que ahora, alejados de la doctrina militar, es mucho más difícil saber quiénes continúan o no ceñidos al proyecto político. Por eso, la necesidad de que en espacios como el Congreso las dos corrientes que nacieron en su tránsito a la vida civil se vieran claramente representadas.

Los actos de Iván Márquez profundizan la desconfianza que sienten las bases exguerrilleras. El problema, sin embargo, es que a pesar de que Iván Márquez no ha renunciado al acuerdo, sus actos sí terminan de profundizar la desconfianza que sienten las bases exguerrilleras sobre el cumplimiento del acuerdo de paz por parte del Estado. Su decisión es un termómetro para la viabilidad de la reincorporación. Más cuando se trata de un líder natural de la organización.Le sugerimos: Álvaro Uribe: ¿renuncia o no renuncia?Pero para llegar a este punto, el exjefe guerrillero no solo puso en la balanza la captura por narcotráfico de Jesús Santrich y las declaraciones que su sobrino está entregando en Estados Unidos, sino también muchas cosas más. Los “sobrevuelos militares” –que denunció hace unas semanas– terminaron de ensombrecer su panorama. A pesar de que el ministro Luis Carlos Villegas aseguró que no eran ciertos, y le recordó que “en esa zona no hay ninguna limitación de sobrevuelos” , en el partido hay un escepticismo extendido. ¿La razón? No solo la experiencia que adquirieron durante los años de guerra, sino también un segundo episodio que terminó de espantar la posibilidad de que apareciera en el Congreso.Según le contó Iván Márquez a un vocero del partido, hace unos días hubo una incursión sorpresiva del Batallón Diosa del Chairá. “Llegaron unos soldados a tocar su puerta a las dos de la mañana”, dijo. Pero él y el Paisa ya se habían ido. Desde el Caquetá la información se difunde a cuentagotas y ha terminado por airear una lucha intestina por decidir cómo encarar los incumplimientos del Estado. A pesar de que muchos saben que la línea oficial del partido “es clara e irreversible”, una minoría empieza a sentir con más fuerza que esto no va por buen camino y puede convertirse en la antesala de un escenario mucho peor. n