Cargada en brazos, Dalila Isabel acompañó a su padre en el día más importante. Tendrá que pasar mucho tiempo para que ella comprenda lo que pasó y el significado que tiene para Carlos Antonio Lozada lo que ocurrió este martes en Mesetas (Meta). Un excomandante guerrillero que no volverá a empuñar un arma y una bebé en su regazo bien puede ser la postal que deja el posconflicto en Colombia.Allí, junto al presidente Juan Manuel Santos, los miembros del Secretariado de las Farc y la Misión de la ONU, se escuchaban los balbuceos de Dalila, mientras los asistentes le vociferaban al mundo que la guerra con las Farc se acabó. “Adiós a las armas. ¡Bienvenida la paz!", exclamó el máximo jefe de la guerrilla Timochenko, durante la ceremonia y mientras Milena -la compañera de Lozada- arrullaba a la bebé.Ni las cámaras ni los abrazos y mucho menos las entrevistas se interpusieron Lozada y su hija, durante la ceremonia que clausuró el proceso de dejación de armas de las Farc. Pocas similitudes guarda aquel hombre que culpan de ser uno de los actores intelectuales del atentado al Club El Nogal, con el que este martes presenció el desarme definitivo de la guerrilla más vieja del continente. Y fue justamente Lozada uno de los hombre que, durante las negociaciones con el Gobierno, ayudó a diseñar el cese al fuego definitivo. “En todos los hijos de Colombia se simboliza lo que está sucediendo en nuestro país hoy", dijo Lozada.Le recomendamos: Tras la dejación de armas de las Farc, ¿qué sigue?“El éxito del proceso de paz es el éxito de la sociedad colombiana para preservar a las generaciones futuras del flagelo de la guerra”, aseguró el jefe de la Misión de la ONU en Colombia, Jean Arnault, minutos después de certificar que 7.132 fusiles y pistolas ya se encuentran en manos del organismo internacional.De civil, con camisetas blancas se les vio a los excombatientes frente a la tarima. Ya no traían consigo el camuflado y mucho menos las armas que quedaron selladas en los 44 contenedores y cuatro depósitos que hay regados en el país, y que están desde hace meses bajo custodia de la ONU."A caminar por las calles de Colombia""Es un nuevo camino y sentimos que Colombia nos acompaña en este proceso", dijo a SEMANA Lucero, de 34 años. Lleva 19 en la guerrilla y quiere terminar el bachillerato para continuar con veterinaria. Un camino que emprende junto a Niño, su mayor compañía, un lorito que atrapó en el monte hace unas semanas.El relato de esta exguerrillera se asemeja al de muchos en la zona veredal de Mesetas. A las Farc ingresó con el apoyo de su familia porque no tenía cómo estudiar. Una explicación que dan muchos de los 500 guerrilleros que se concentran en el lugar, bautizado con el nombre de Mariana Páez, una comandante guerrillera que cayó en combate en 2009.Le puede interesar: Las Farc sin armas, listas para la vida políticaAlex, otro exguerrillero que llevaba una bandera blanca como "símbolo de reconciliación", echó mano de las mismas palabras. Era la "oportunidad de volver a nacer", dijo. Ingresó a los 13 años a la guerrilla para buscar un nuevo rumbo a su vida. No gozaba de muchas comodidades y no veía futuro alguno.Al igual que Lucero, dice haber ingresado a las filas de la guerrilla por falta de opciones. Hoy, con 27 años, quiere darse la oportunidad que nunca se dio por portar un fúsil: estudiar biología. “Amo el campo”, dice y “amo la naturaleza”, explica con evidente emoción. "Es la manera de reparar algo tan preciado que nos ayuda a vivir. Un nuevo rumbo para la vida de nosotros. Ahí está el futuro", agrega sobre los esfuerzos que quiere sumar por ayudar reparar los estragos que a su paso ha dejado la guerra.
Pese a las dificultades con las que se ha encontrado la implementación, las Farc no se quedaron con los brazos cruzados y desde los 26 puntos de concentración le hacen frente al estudio. No hay una cifra consolidada de los niveles de escolaridad, pero se calcula que centenas no han ni siquiera terminado la primaria. Por eso es que juiciosos asisten a clases de validación de primaria y bachillerato. También van a clases de pintura, música, arte y política. Ese es el primer paso para vincularse al Centro de Pensamiento que crearán las Farc.Los comandantes de cada zona veredal les leen a los guerrilleros de base los puntos del acuerdo alcanzado en La Habana con el fin de que todos "bailen la misma canción" y eviten disidencias por la desconfianza.Justamente, ese interés por saber más, por comprender el mundo exterior y las implicaciones de un conflicto de cinco décadas y media es lo que llevó Milena –la mamá de Dalila- a estudiar Comunicación Social.Puede ver: ONU certificó el desarme total de las FarcLa guerrilla fue la escuela de Milena. Allí vio teoría básica, manejo de cámara y diseño gráfico, dice. En este momento quiere seguir ese proceso pero vinculada a una universidad. Se ve reportera frente a una cámara y "hoy lo puedo hacer. Además, tengo a mi bebé que gracias a la paz la puedo tener. En otras condiciones, hubiera sido muy difícil que estuviera con nosotros", explica. Pero también hay dudas y miedos. Félix Antonio Muñoz, Pastor Alape, con ironía le dijo a SEMANA que las zonas veredales son una gran obra de construcción. Es su respuesta sarcástica al estado en el que se encuentran los diferentes puntos de concentración. Faltan dos meses para que desaparezca la figura de las zonas veredales y se conviertan en zona territoriales de reincorporación, y aún todos están por terminar.Mientras tanto, el presidente Juan Manuel Santos durante su intervención le dijo a Timochenko que jamás estaría de acuerdo con el modelo de país que quiere las Farc. Eso sí, le dijo que lo respeta y le garantizó que tendrían todas las vías para exponerlo. Por su parte, el jefe guerrillero habló de varios temores que siguen rondando la implementación. Las demoras en la arquitectura jurídica y los asesinatos de algunos excombatientes y sus familias.Lea también: Cinco armas de guerra y cómo se cree que llegaron a manos de las FarcDijo que a casi siete meses de haber sido promulgada la Ley de Amnistía, aún hay centenares de guerrilleros en las cárceles. Según él, todos los que aparecen en las listas que entregaron al Gobierno ya deberían estar libres. A eso se suma el llamado que hizo por el trámite que surte la Jurisdicción Especial de Paz en el Congreso. “No avanza con rapidez”, dijo. Una lectura similar a la que hacen algunos en el Gobierno.En todo caso, los pobladores de este municipio de Meta son conscientes de que en la zona, antes controlada por las Farc, se respira un ambiente diferente. Se sienten seguros, pueden caminar y viajar hasta el punto más recóndito que quieran. Hay servicio de mototaxi que desde el propio pueblo a la zona veredal son aproximadamente nueve kilómetros. Otros más curiosos como doña Gloria Rodríguez se acercan al campamento para ver cómo viven los que este martes dejaron las armas.No temen mirarlos a los ojos. Al final, de eso se trata todo este proceso: de buscar una reconciliación. Al menos ese fue el mensaje que envió el jefe de la misión de la ONU, Jean Arnault, en su discurso al lado del presidente Juan Manuel Santos y Rodrigo Londoño, los dos hombres que nuevamente se volvieron a dar un saludo de paz.