Las dos principales guerrillas izquierdistas de Colombia empiezan a mirar en el horizonte un escenario sin conflicto armado. Al menos esa fue la sensación que quedó con el comunicado que expidió este viernes en la noche el Gobierno y en el que autoriza el histórico encuentro entre las FARC y el ELN en Cuba."A través de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz el Gobierno autorizó una reunión entre miembros del Comando Central (COCE) y el secretariado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias", se lee en el documento.Aunque no se entregaron detalles sobre la agenda que abordarán, se sabe que el encuentro se llevará a cabo la primera semana de mayo y la Cruz Roja Internacional estará coordinando el traslado a la isla.Le puede interesar: Prohíben que líderes de Farc y ELN ingresen al recinto del CongresoComo un buen indicio leyeron algunos que los dos grupos armados ilegales más antiguos de Colombia se reúnan para intercambiar experiencias de las mesas de negociación. Esta vez, contrario a otros escenarios en busca de la paz, hay una ventaja que marca una drástica diferencia: las FARC ya suscribieron el fin de la lucha armada cuando firmaron el acuerdo el pasado 24 de noviembre en el Teatro Colón.Por lo pronto, la segunda ronda de negociaciones entre el Gobierno y el ELN fueron postergadas para el próximo 10 de mayo, ante la expectativa de consensos o alineaciones que oxigenen la implementación y le pongan el acelerador a los diálogos de Quito.Omitiendo el fugaz encuentro que hubo entre las FARC y el ELN en el 2013 cuando dejaron entrever un cese de hostilidades en el oriente del país, la posibilidad de trabajar juntas por un proyecto de paz no se experimentaba desde que estuvieron cobijadas por la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, cuando entablaron un diálogo con el gobierno, primero en Caracas y luego en Tlaxcala, México.Le recomendamos: La cuarta fue la vencidaAquella vez en Caracas las partes lograron llegar a una agenda de negociación de 10 puntos, consiguieron acuerdos de mediación y verificación internacional y adelantaron un acuerdo de veedurías regionales. Avanzaron en la exclusión del terrorismo y discutieron las modalidades posibles de cese al fuego. Pero todo quedó suspendido por el atentado del que fue víctima el presidente del Congreso, Aurelio Iragorri.Las negociaciones se reanudaron en enero de 1992 en Tlaxcala. El Gobierno siempre condicionó su avance a que hubiera progresos en el tema del cese al fuego y a que la guerrilla renegara de la lucha armada como mecanismo de acción política. Fracasaron en la medida en que la Coordinadora siempre se negó siquiera a discutir ese tema. Finalmente, el secuestro del exministro Argelino Durán Quintero, quien murió en cautiverio tras sufrir un ataque cardíaco, precipitó la ruptura de las conversaciones.Puede ver: "En un mes debe terminar dejación de armas de las FARC", Santos"Se tienen que juntar. Una de las claves fundamentales es buscar la complementariedad de los procesos, si estos no son complementarios, es muy difícil que arrojen luces. Creo que el proceso del ELN le está dando un oxígeno muy grande al de La Habana y aquel a su vez le da un espacio ya ganado, un avance muy significativo, al proceso del ELN", manifestó hace unos meses el analista y experto en esa guerrilla Víctor de Currea-Lugo. Sin embargo, la cumbre generará todo tipo de reacciones y mientras por un lado unos celebraron la intención de intercambiar experiencias del proceso de paz, al senador del Centro Democrático Ernesto Macías no le cayó nada bien el encuentro. "Reunión de cabecillas FARC y ELN, en Cuba, tiene un tufillo a estrategia criminal", dijo a través de su cuenta de Twitter. Aunque hace casi una década ambos grupos se enfrentaron en Arauca en una guerra sin cuartel que dejó cerca de 1.000 muertos, casi todos civiles considerados bases sociales de uno u otro lado. Un momento en el que se impuso a sangre y fuego el frente Domingo Laín, la que escriben ahora es otra página. De ahí la importancia del encuentro que sostendrán la próxima semana en la isla donde hace unos meses finalmente germinó un proyecto de paz que silenció los fusiles de la guerrilla más vieja del continente.