El evento central de la Feria de las Flores de Medellín es el desfile de silleteros. Se trata de una tradición campesina que muestra cómo los floricultores antioqueños llevaban a cuestas su producto. En esta versión artística que recuerda otras épocas, las flores son enormes arreglos artísticos de una belleza insuperable.

Este año, debido a la pandemia, el desfile fue el domingo 22 de agosto en el estadio Atanasio Girardot. La polémica surgió porque decenas de silleteros denunciaron que no los iban a dejar entrar, pues los únicos admitidos iban a ser los ganadores (el desfile es un concurso que premia la belleza del arreglo floral).

La denuncia terminó en una gran polémica en redes sociales, pues se vio el supuesto veto como un irrespeto a los campesinos y a la tradición.

La alcaldía aseguró que se trató de un problema de comunicación, pues la intención que tenían era dejar entrar a más de 300 campesinos de manera ordenada para seguir los protocolos de bioseguridad.

En cuestión de segundos las redes sociales ardieron, pues toda la oposición a Quintero-compuesta por el establecimiento paisa: empresarios, políticos uribistas y fajardistas- puso el grito en el cielo.

La denuncia decía que no tenía sentido poner a hombres y mujeres a cargar una silleta de muchos kilos si no la iban a poder lucir. Quintero alegó un problema de comunicación.

Sin embargo, para muchos quedó un mal sabor de boca y los silleteros realizaron el miércoles 25 de agosto una marcha por el centro de Medellín y finalmente un plantón en el Centro Administrativo La Alpujarra para exigir respeto y mejores condiciones para su labor.

La protesta surtió efecto y para los próximos desfiles se realizarán reuniones mensuales con los delegados de los silleteros, se revisará la logística del transporte para mejor comodidad de los campesinos, además se cuidará que las rutas para el desfile de 2022 garanticen una exposición idónea de las silletas. Y, entre otras cosas, se buscará que el desfile de silleteros sea Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

La polémica volvió a impactar a Quintero, a quien sus opositores le cobran cualquier salida en falso. Por eso, en un primer momento, algunos pensaron que las acusaciones alrededor de la mala organización en el desfile eran falsas. Al parecer la verdad estuvo a medio camino: los campesinos entraron pero después del escándalo.

El asunto es que no es la primera vez que a Quintero lo atacan con, por lo menos, información inexacta. Hace unos meses un líder de la revocatoria aseguraba con videos en redes sociales que la alcaldía había instalado una suerte de arte de protesta en contra del Esmad en los gimnasios públicos de la ciudad. Esto es totalmente falso.

Todas las discusiones alrededor de Quintero -los ataques, las denuncias, las respuestas desde la administración- han empantanado la gestión pública, pues los escenario de polémica se han convertido en un ring de boxeo.

A Quintero se le acusa de torpedear al establecimiento paisa y a la alianza público privada. Casos como el de EPM, donde los cambios de gerente se convirtieron en una disputa; o el de la demanda a los constructores de Hidroituango han sido el pan de cada día en las redes sociales.

Por otro lado está la polémica desatada por la adjudicación del nuevo contrato del programa Buen Comienzo, que opera los jardines infantiles de Medellín, que ha sido exitoso y premiado. Se retiraron operadores históricos, Quintero entregó a SEMANA pruebas de malos manejos en los alimentos, además de problemas en documentos legales.

Más allá de las pruebas, la ciudad sí parece envuelta en una pelea política en la que algunos no se quieren dejar mover la silla, y la administración no se quiere dejar imponer.

Sobre Buen Comienzo, Quintero decía hace unas semanas: “Nosotros al principio empezamos a elevar las exigencias y teníamos mucha resistencia por parte de sectores políticos que decían que queríamos sacar a los operadores. Lo que queremos es mejorar la calidad del programa, nosotros creemos que es posible un mejor Buen Comienzo, el futuro de nuestros niños no se puede dejar a operadores que no presten el servicio que necesitan los menores”.

Algunas propuestas de Quintero han sido torpeadas, como fue tratar de convertir el lote en el que está el Aeropuerto Enrique Olaya Herrera en un parque público. La oposición dijo sin pruebas que el alcalde quería vender el lote a privados.

En un trino, Quintero ya había dicho: “El Olaya Herrera será el Central Park de Medellín (...) El 100 % del terreno será dedicado a crear un espacio de paz con la naturaleza, con lagos, canales, bosques y espacio público”. También aseguró: “Tendríamos un millón de metros cuadrados de parque para Medellín. Se liberaría la restricción de altura en buena parte de la ciudad que hoy obliga a construir edificios en las laderas, se crearía la zona de desarrollo más vibrante del país”.

Sin embargo, en el Concejo no le dieron el visto bueno y con 14 votos en contra, el cabildo hundió el proyecto. Pero todo el ambiente estuvo marinado por una gran dosis de desinformación y supuestos en las redes sociales.

Aunque desde la alcaldía anunciarán resultados de los programas que se han puesto en marcha (entre los que se cuentan gratuidad en educación superior y un ambicioso plan para recuperar la economía desde el trabajo joven), uno de los pasos que necesita dar Medellín es llegar a acuerdos, a consensos.