Cuando Gustavo Petro competía por la presencia contra Iván Duque, en el año 2018, hizo una promesa que incumplió una vez llegó al poder. El entonces candidato quería despejar los miedos de quienes creían que llegaría a la Presidencia para darle un vuelco radical al país. Y el centro político quería dejar claro que si se unía a su campaña, esas líneas rojas debían quedar claras.
El acto fue uno de los más simbólicos de esa contienda. Frente a la iglesia del Voto Nacional, Petro firmó su compromiso con una suerte de mandamientos. “No expropiaré, no convocaré a una asamblea constituyente, manejaré los recursos públicos como recursos sagrados, impulsaré la iniciativa privada, garantizaré la democracia, respetaré el Estado social de derecho, nombraré a los más capaces, garantizaré la igualdad de género, impulsaré el tránsito ordenado de las energías limpias, impulsaré la educación, garantizaré el cumplimiento de los resultados de la consulta contra la corrupción”, eran los postulados.
El acto es recogido en la última edición del prestigioso diario Financial Times para mostrar que finalmente ese giro radical sí se está dando. Dos años después de llegar al poder, Petro enarbola con entusiasmo su constituyente. Fue una de sus principales consignas el pasado 1.° de mayo. En la tarima, frente a la inmensa multitud que lo vitoreaba en la Plaza de Bolívar, dijo: “Tenemos que saber que en este momento hay unos que quieren tumbar la democracia y nosotros queremos construir una democracia más profunda. No se trata de avasallarnos, se trata de hablar y de entendernos. Propongo poner las palabras de las reformas y las que se hablan de verdad, que las palabras constituyentes se escriban en un gran acuerdo nacional para que cierren la puerta de la violación de los derechos y la ignominia, para que abra la puerta al poder popular”. El Financial Times recuerda que Petro ha dicho que una constituyente no es “una frase arrancada del aire”, sino “una oportunidad para que el pueblo colombiano tome las riendas de su propio destino”.
La Constituyente es una muestra de un giro más profundo, señala el Financial Times. “El presidente izquierdista ya había molestado a los líderes empresariales con un abrupto alejamiento del petróleo y la minería, y desconcertado a las clases medias con planes de nacionalizar las pensiones y la salud. Ahora ha dicho que quiere crear asambleas populares para implementar reformas (sin pasar por el Congreso y los tribunales) y ha insinuado que podrían enmendar la Constitución, alarmando a los grupos de derechos humanos y a los políticos de la oposición”, dice el diario.
Y agrega que “sus propuestas parecen surgir de la frustración de que la amplia coalición que formó inicialmente se haya desmoronado, complicando su capacidad para impulsar cambios”.
El diario recoge la opinión de varios analistas que aseguran que el discurso del primer mandatario colombiano no es lejano al que hizo que Venezuela tomara ese rumbo. Narra cómo, en 1999, Chávez decretó una asamblea constituyente, por la vía de un camino autoritario que no respetó el poder del Congreso ni las altas cortes. “Chávez consolidó el poder, aumentó el control estatal sobre la economía, impulsó el gasto y tomó medidas enérgicas contra la oposición. Bajo el gobierno de su sucesor elegido, Nicolás Maduro, la economía colapsó y más de 7 millones de venezolanos huyeron del país, de los cuales alrededor de 2 millones se encuentran en Colombia”, explica el diario inglés.
También pone en evidencia una contradicción en la tesis del primer mandatario de creer que es la Constitución Política la que impide el cambio. “La Carta Constitucional actual de Colombia fue escrita en 1991 con el aporte del movimiento guerrillero al que pertenecía Petro, el M-19, que se había desmovilizado y convertido en partido político. El documento fortaleció la democracia, creó instituciones independientes, descentralizó el poder e introdujo reformas sociales”, agrega.
Y, además, asegura que el primer mandatario no tiene hoy cómo sortear el camino que tiene una iniciativa para reformar la Constitución, que necesita mayorías en ambas cámaras del Congreso y el aval de la Corte Constitucional.
El Financial Times recuerda que Petro no tiene esa solvencia en el Parlamento, pero además hoy enfrenta uno de los peores escándalos de la historia reciente. En sus explosivas declaraciones a SEMANA, el exsubidrector de la Unidad de Gestión del Riesgo, Sneyder Pinilla, aseguró que entregó plata de esa entidad para aceitar las grandes reformas del Gobierno del Pacto Histórico. Más concretamente, dijo que al presidente del Senado, Iván Name, le habían dado 3.000 millones de pesos, y al de la Cámara, Andrés Calle, 1.000 millones.
En su análisis, el periódico asegura que Petro nunca ha sido claro sobre el proceso. Y además, que las pocas pistas que ha dado son contradictorias. “En algunos discursos ha dicho que quiere que se convoquen asambleas populares para aplicar la carta vigente. En otras ocasiones, ha sugerido que el proceso de redacción de una nueva Constitución ya ha comenzado porque el pueblo lo ha iniciado espontáneamente”.
El diario llamó a varios expertos, entre ellos Alejandro Gaviria, quien aseguró lo siguiente: “Petro ha perdido interés en gobernar y está concentrado en construir una narrativa de que fue saboteado, para poder luchar por el poder [en las próximas elecciones] en 2026... ahora está en su momento más populista”.
Al final, el diario concluye: “el presidente no tiene intención de dar marcha atrás”