“Francia Elena Márquez Mina dijo una vez que prefiere que la llamen por su nombre completo para que todos sepan los apellidos de su madre y antepasados. Eso te dice todo sobre esta mujer afrocolombiana, que desde su adolescencia se comprometió con la defensa de su comunidad y del río que recorre su territorio. Ella vio, en su viaje, que en realidad estaba defendiendo a toda la humanidad, a otras formas de vida y al planeta Tierra. Grande es la fuerza de quien conoce y valora su origen”. Así comienza el perfil que escribió la exministra brasilera Marina Silva sobre Francia Márquez.
La vicepresidenta colombiana fue incluida como una de las mujeres más poderosas del mundo, un ranking que hace anualmente el Financial Times. Fue a la líder brasilera a quien le correspondió elogiar el perfil de la primera afro en llegar al segundo cargo más importante de Colombia.
“Abogada, ambientalista, vicepresidenta, Francia representa a todo el pueblo silenciado durante los cinco siglos en que se escribió con sangre negra e indígena la historia de América. Su presencia en el escenario político le dice al mundo que existimos, tanto como denuncia de la esclavitud que nos ha marcado como semilla de nuestra esperanza de vida abundante en la tierra. Su voz anuncia un futuro soñado por nuestros antepasados, donde todos podamos, con dignidad, saborear los mejores sabores de la vida”, dice el recuento de su vida que hizo Silva.
Francia aparece en ese listado al lado de otras grandes mujeres como Sanna Marin, la popular primera ministra de Finladia, una de las líderes mundiales más elogiadas en los últimos años por su papel en la lucha contra la covid-19 y su valentía frente a su temible vecino, Rusia. También está Meghan Markle, la actriz que ha desafiado las antiguas reglas de la monarquía británica y ha dejado al descubierto muchos de sus pecados.
De igual manera, está la tenista Serena Williams, la actriz Michelle Yeoh, la activista Oleksandra Matviichuk, la escritora Annie Ernaux, la presidenta de CVS Karen Lynch, la ministra de medio Ambiente de Pakistán, Sherry Rehman; la médica Rebecca Gomperts; las mujeres de Irán y MacKenzie Scott, la empresaria filantropa y exesposa de Jeff Bezos.
El empinado camino que ha recorrido Francia Márquez
A Francia Márquez le ha ido mejor con las palabras que con las imágenes. Cada letra que sale de su boca es un poderoso dardo de reafirmación de sus posturas, pensamientos y de la manera como ve la vida y la política.
Sin embargo, durante el último tramo de la campaña, una imagen suya reemplazó cualquier frase y quedó grabada como uno de los escenarios más llamativos del camino a la Casa de Nariño: la elegida vicepresidenta de Colombia en el Parque de los Periodistas custodiada por hombres que sostenían escudos blindados, mientras a lo lejos le apuntaban con un láser verde en la cara.
La escena alarmante fue desgarradora para Francia y su discurso se ahogó en lágrimas; pocas veces la han visto llorar, y menos en público. Francia es de carácter templado, a veces inexpresivo. Ha reconocido que fue una de las cosas que más le costó durante la campaña: aprender a sonreír. Poco le gusta desvelar los sentimientos que la mueven en momentos particulares, así que se blinda con un aspecto neutro.
Quizás esa neutralidad emocional la cultivó durante su vida llena de agravios, discriminaciones, pocas oportunidades, pobreza y rechazo. Francia nació en la vereda Yolombó, zona rural de Suárez, norte del Cauca. Una comunidad, en su mayoría de afrodescendientes, que tenía dos caminos: los hombres, dedicarse a las labores del campo, y las mujeres, salir a las grandes ciudades, como Cali, a trabajar de empleadas domésticas internas.
A Francia le tocó el segundo rumbo. Trabajó en varias casas de familia en Cali. El horario era de lunes a sábado interna, luego recibía un pago mínimo y con eso llegaba a su casa para solventar el crecimiento de su hijo, a quien tuvo a los 16 años. La labor de madre y empleada doméstica la alternaba con la lucha ambiental.
De su trabajo como empleada doméstica no tiene los mejores recuerdos. En una de esas anécdotas, que poco cuenta porque amenaza con sacarle un par de lágrimas, recuerda que una de sus jefas no le pagó el salario, a pesar de que su hijo estaba enfermo. “Ese día había un concierto y ella prefirió darle la plata de mi salario a su hija para la boleta, y a mí me dijo que no había pago, que si quería saliera así”, cuenta Francia.
Ese día, asegura, se dio cuenta de que algo en este país debía cambiar. El activismo ambiental lo combinó con su trabajo informal en casas de familia, luego retomó sus estudios suspendidos por su primer embarazo; más tarde, ingresó a la Universidad Santiago de Cali, de donde se graduó hace tres años como abogada.
En 1995, 27 años atrás, Francia hizo su primera aparición en la televisión regional. Era apenas una jovencita de 14 años a quien su comunidad le dio la vocería para denunciar que una empresa de minería pretendía desviar el río Ovejas, principal fuente hídrica de esa región.
Ni en esa ocasión ni en ninguna otra le tembló la voz para plantear sus ideas con palabras serenas, hasta el 23 de mayo de 2022, en medio del fragor de la primera vuelta presidencial, cuando le apuntaron con un láser ante la multitud y tuvo que suspender su discurso. Por primera vez, Francia se quebró. La imagen, en ese momento, se hizo dueña del escenario y las palabras sobraron. O, en este caso, faltaron.
Carácter forjado en hierro
“En este país, a las mujeres nos toca tener carácter. Si queremos salir adelante y si queremos defender nuestros derechos, nos toca. No hay de otra, y nos toca porque nos ven como débiles. Nos ven como las que no tenemos experiencia, no sabemos y no podemos. A mí, la vida, el territorio donde crecí, la familia con la que me crie y mi comunidad me enseñaron a cuestionar”, dice Francia, quien se convirtió en uno de los fenómenos de esta campaña presidencial.
Apareció en el escenario nacional con una candidatura modesta desde los territorios. Un día, a través de redes sociales, dijo: “Voy a ser presidenta de Colombia; a quienes quieran acompañarme en este camino, bienvenidos”. Los primeros en adherirse fueron los colectivos afrodescendientes del norte del Cauca, luego el Polo Democrático le dio el aval. En ese momento, su nombre ni siquiera marcaba en las encuestas iniciales de precandidatos.
Para la mayoría de los colombianos, Francia era una desconocida, pero en el suroccidente del país era conocida como una de las más feroces líderes sociales y ambientales. Por sus luchas, Francia fue reconocida en 2015 con el premio Nacional a la Defensa de los Derechos Humanos, y en 2018 le fue entregado el Premio Goldman para el medioambiente.
En 2019, el prestigioso medio BBC de Londres la catalogó como una de las 100 mujeres más influyentes del mundo. En ese momento, la cadena internacional describió a Francia como: “Una líder formidable de la comunidad afrocolombiana, encabezó una marcha de mujeres de 10 días y 350 millas hacia la capital del país, para recuperar sus tierras ancestrales de los mineros ilegales de oro”.
A semejante elogio, Francia respondió: “La lucha que yo hago es por los derechos como pueblo negro, como comunidad por el derecho al territorio, es la continuidad de la lucha que iniciaron los ancestros y que siguieron nuestros mayores y que hoy continúa en manos de todos nosotros para defender un pueblo que ha estado marginado, excluido y racializado, en un país que no le permite la garantía de sus derechos y que cuando reclamamos nos tratan de reprimidos, haraganes, perezosos, ladrones y un largo etc.”.
Pero no todo fue color de rosa aquel año. Luego de recibir el reconocimiento, Francia escapó de la muerte en una de las jornadas más lamentables de su vida. El 4 de mayo de 2019, en una finca de la vereda Lomitas de Santander de Quilichao, recibió un atentado junto con otros líderes sociales: varios hombres fuertemente armados lanzaron granadas de fragmentación y dispararon indiscriminadamente contra los allí presentes; no hubo heridos, pero sí un campanazo de alerta roja.
De vuelta a la campaña, Francia arrancó con caminatas cortas y reuniones a puerta cerrada. Su posicionamiento ante la opinión pública fue creciendo como una bola de nieve, hasta que Gustavo Petro le propuso entrar en una consulta con otros sectores alternativos para definir un único candidato de cara a las elecciones presidenciales. En la disputa estaban el hoy presidente Gustavo Petro, el exgobernador de Nariño Camilo Romero, la líder indígena Arelis Uriana, el líder del movimiento cristiano Alfredo Saade y Francia, cuyo único reconocimiento hasta ese momento era su defensa por el medioambiente en una apartada zona de Colombia.
Con ese panorama adverso, Francia logró una votación histórica: más de 800.000 votos (más que los recibidos por candidatos de otras consultas como Sergio Fajardo), que la ubicaron en el segundo lugar. Su llegada a la Vicepresidencia no fue un regalo. Márquez se lo ganó en las urnas. “Me gustó ver el despertar de un pueblo, de las juventudes y de las mujeres. En mis recorridos los vi diciendo “gracias por atreverse”, “gracias por estar ahí”, “gracias por poner los valores en la política”, “gracias por hacer una política con amor”. Con alegría, con berraquera. Es Colombia quien tiene que parir un cambio”, dijo Francia, luego de conquistar su votación histórica.
En aquel momento sonrió tímidamente y elevó su tono de voz, porque sentía que sus palabras retumbaban más fuerte que nunca. No lloró, no se quebró, sonrió poco y levantó su puño derecho en la tarima al lado de Gustavo Petro.
El camino
Pocas horas después de ser reconocida por la BBC, Francia fue entrevistada por un medio regional. Le preguntaron con cierto afán qué haría ahora que la comunidad internacional se fijaba en ella y que, además de los premios, recibía un incentivo económico. Ella no dudó y respondió:
“Mi principal desafío personal es terminar mis estudios como abogada, graduarme, ayudar a terminar la casa para mi mamá y mi familia. Sueño con apoyar la política progresista en este país que cierre las brechas de desigualdad e inequidad, y una política que se piense en que apostarle a cuidar el medioambiente es desarrollo para el país, que el desarrollo está ligado al bienestar social y ambiental”.
Los desafíos planteados en esa declaración ya los cumplió: en 2020 se graduó con honores de la Universidad Santiago de Cali; con el dinero ganado en los reconocimientos construyó la casa que siempre soñó para su mamá en la vereda Yolombó. Y este domingo, tras las elecciones, se convirtió en la primera afrodescendiente elegida vicepresidenta de la República.
“Me siento muy cómoda con Gustavo y no es de ahora, lo acompañé en la candidatura pasada y me siento tranquila por eso. No es una persona que impone, a mí no me impone. Respeta, valora, reconoce, y eso es lo que me permite estar aquí construyendo con él. Siendo equipo para parir un cambio. Gustavo dijo que no somos uno y dos, somos uno y una. Eso quiere decir que somos equipo, eso quiere decir que nos pensamos en paridad. Eso quiere decir que, en medio de la diferencia, somos diferentes. Sí, somos diferentes por todo, pero nos reconocemos en la diferencia y reconocemos las virtudes de cada uno y de cada una. Estamos construyendo la forma de transformar a Colombia, y solo queremos que en este país se permita vivir sabroso”, dice Márquez.
Francia tiene dos hijos, pero poco le gusta hablar de su vida privada. Dice que eso ahora no es lo importante. Sin embargo, sí se ha referido al embarazo adolescente y da su apoyo al aborto libre. Recuerda que cuando supo que su primer hijo venía en camino, el padre los abandonó y ella quedó sola con esa responsabilidad. “Tuve un tío que se convirtió en el papá para ellos, pero no todas las mujeres tienen esas mismas condiciones, no todas las mujeres tienen una familia extensa”, contó Francia.
Ahora, ya en el poder, se imagina cómo será su camino en los próximos cuatro años. “Voy a ser vicepresidenta y a jugar un papel importante en algo que ha esperado esta sociedad y es un principio constitucional que aún no se ha desarrollado. Es el principio constitucional de la igualdad, de una sociedad igualitaria. Aquí no hay igualdad ni siquiera en términos de alimentación, y eso es parte de un desafío. Voy a estar en un ministerio que se va a crear, el Ministerio de la Igualdad”.
La imagen
El discurso de Francia Márquez y Gustavo Petro luego de ganar la Presidencia de la República fue sobrio. Triunfalismo, sí, pero no un desborde emocional, a pesar del hito histórico de convertirse en la primera fórmula de corte alternativo que gobernará a Colombia. Francia celebró, sonrió, levantó unas cuantas veces su puño derecho en señal de victoria. Con esa imagen se cierra el primer capítulo de un hecho histórico para el país. En contraste con lo que sucedió en el Parque de los Periodistas, no hubo llanto, quizá porque en esta ocasión no sintió que su principal arma, la palabra, fuera secuestrada por el miedo.