Los forenses de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) llegaron el 9 de diciembre al cementerio católico Las Mercedes, en Dabeiba, para comenzar a remover la tierra en busca de decenas de desaparecidos que, según varios indicios, yacen allí. En el pueblo causó extrañeza la presencia de los funcionarios judiciales, pero quienes se enteraron del motivo de la visita no se sorprendieron. Ese municipio antioqueño ha padecido la guerra y los excesos de todos los bandos, y sus pobladores lo recuerdan con claridad. Saben de los asesinatos, de las desapariciones, de los abusos. Pero hasta ese día, la memoria había permanecido como congelada, y el pueblo, en silencio.

Los magistrados Alejandro Ramelli, Gustavo Salazar y María del Pilar Valencia llegaron hasta allí siguiendo pistas de ejecuciones extrajudiciales cometidas por algunos miembros del Ejército Nacional. Pero pronto notaron que la tierra del cementerio oculta la crueldad de todos los actores del conflicto. Dabeiba tiene una larga lista de perpetradores. Guerrilleros, paramilitares y agentes del Estado. Y allí, bajo la tierra del camposanto Las Mercedes, hay víctimas de todos ellos. Primero llegaron las guerrillas, atraídas por una posición geográfica privilegiada que convierte al municipio en la puerta de entrada a varias regiones de interés delincuencial. El pueblo está ubicado en el llamado occidente lejano de Antioquia. Sus montañas, colindantes con el nudo del Paramillo y el cañón de la Llorona, se conectan con el Urabá y el Bajo Cauca antioqueño. Y también hacen parte de los corredores hacia Chocó y Córdoba. Por eso, el pueblo se convirtió en un botín en disputa durante más de 20 años. A comienzos de los noventa, las Farc dominaron Dabeiba con los frentes 5 y 58. Al sur del municipio, en el vecino Urrao, había presencia del ELN, pero allí esta guerrilla estaba sujeta a la voluntad de las Farc, que durante varios años aprovecharon el vacío institucional y dominaron el pueblo con un conflicto de baja intensidad. Según el Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, en esta etapa la guerrilla se concentró, sobre todo, en sabotear la infraestructura del Estado y en hacer hostigamientos y emboscadas a la fuerza pública.

La JEP exhumó restos de más de diez cuerpos en el cementerio Las Mercedes. Exmilitares dicen que allí podrían haber enterrado alrededor de 50 víctimas de falsos positivos. Mientras las Farc controlaban el territorio a sus anchas, empezó a crecer alrededor de Dabeiba un fenómeno que llevaría el conflicto a su peor momento. Las autodefensas de la casa Castaño aumentaron su influencia en Córdoba y Urabá e impulsaron a los pequeños grupos paramilitares que tomaban fuerza en la región. Pronto comenzó la época de las masacres. Desde el sur de Antioquia avanzaban el recién creado bloque Élmer Cárdenas de las autodefensas, al mando de alias el Alemán, y el bloque Noroccidental, a cargo de Memín. Para 1997, las autodefensas ya disputaban a plomo el control de las Farc en Dabeiba.

Uno de los hechos más sangrientos del conflicto en ese municipio ocurrió el 18 de octubre de 2000. Más de 600 guerrilleros entraron al casco urbano y acorralaron a los 28 policías atrincherados en la estación. Las Farc usaron cilindros bomba y el asedio se prolongó durante dos días. Cuando el Ejército contraatacó, los guerrilleros se escondieron en un sitio de desembarque y a punta balas de fusil y granadas derribaron un helicóptero que llevaba 24 soldados. Todos murieron. La guerrilla estuvo a punto de aniquilar a las tropas con quienes se enfrentaron en las montañas del pueblo. Finalmente, el Ejército recuperó el control del municipio, pero el intenso enfrentamiento le costó la vida a 54 soldados, dos policías y más de 20 guerrilleros. En adelante, las Fuerzas Militares incrementaron sus acciones en el occidente antioqueño. También marcó el conflicto en esa región el asesinato de Guillermo Gaviria, ocurrido el 5 de mayo de 2003, en Urrao, al sur de Dabeiba. La ofensiva del Estado se volvió más intensa con varias operaciones militares enfocadas en la guerrilla. Entre 2001 y 2005, el Ejército sostuvo 197 combates (149 contra las Farc y solo 17 contra las AUC), según datos del Observatorio.

Y justo en ese periodo las denuncias de los excesos y los crímenes de miembros del Ejército empezaron a sonar con fuerza. Los informes Noche y Niebla del Cinep recogen varios casos en el municipio. En diciembre de 2003, la Fiscalía asumió la investigación de la muerte de una persona reportada como baja en combate en el Chamurro, área rural, al no encontrar sustento suficiente para que el Ejército lo señalara como desaparecido. En mayo del año siguiente, el ente investigador volvió a detectar inconsistencias en otra muerte en la vereda Llano Gordo. En total, ese informe registra nueve casos entre 2003 y 2007, en los que murieron 12 personas de la zona, entre ellos un discapacitado.

En el cementerio de Dabeiba también sepultaron a víctimas de las Farc y las AUC, que lucharon durante diez años por controlar ese territorio. El 9 de mayo de 2005, dice la denuncia, soldados asesinaron a cuatro campesinos que luego aparecieron en la prensa local como miembros del frente 34 de las Farc. Supuestamente les habían encontrado explosivos escondidos entre una cantina de leche. Sin embargo, sus familias aseguraron que eran campesinos y que los sacaron de sus casas para ejecutarlos. El examen balístico indicó que, por la posición de los cuerpos y las trayectorias de los proyectiles, no pudieron participar en un combate.

Pese a las denuncias, pocas investigaciones avanzaron. En 2012 salió uno de los pocos fallos judiciales por uno de estos casos de Dabeiba, ocurrido en 2006. El juzgado de ese municipio condenó a un militar que hoy comparece ante la JEP por el asesinato de dos personas, reportadas como guerrilleros del frente 5 de las Farc. El mismo sentenciado confesó los crímenes. Ese diagnóstico de abusos del Ejército pudo haber sido mucho más grave. Solo entre 2006 y 2007 habrían cometido alrededor de 50 ejecuciones extrajudiciales en Dabeiba, según el militar que le confesó a la JEP que en el cementerio Las Mercedes enterraban víctimas de falsos positivos. Pero al abrir el foco sobre todos los victimarios, el panorama resulta aún más doloroso. De los 23.000 habitantes de Dabeiba, el 82 por ciento se declaró víctima de algún delito en el marco del conflicto.

Hoy, ese municipio sigue rodeado de actores criminales que se han reciclado luego del desarme de los viejos victimarios. Las disidencias de las Farc, y grupos que nacieron tras la desaparición de las autodefensas, como el Clan del Golfo y los Caparrapos, todavía tienen interés en la región, en las rutas criminales y los cultivos ilícitos. Este es un pueblo abatido por la guerra y sumido en el silencio y la impunidad. Tal vez del cementerio Las Mercedes, finalmente, empiece a surgir la verdad sobre lo que sus habitantes vivieron allí. Ellos la esperan, así como aguardan por la garantía de que lo que sufrieron no vuelva a repetirse.