Francia Márquez escapó de una lluvia de fuego por defender el agua de las comunidades negras frente a la minería. Hace un año, cuando intentaron matarla, Colombia iba camino de convertirse en el país más peligroso para el activismo ambiental, según la ONG Global Witness. Mujer negra y líder comunitaria de 38 años, Francia ha visto cómo su doble condición la puso en riesgo en una región en el suroeste del país, cercada por la extracción legal o clandestina de oro y, más recientemente, por el narcotráfico. "Creo que hay un proyecto político de muerte y cuando nosotros confrontamos la gran minería (...) nos convertimos en objetivo militar", señala a la AFP. El departamento del Cauca, donde trabaja, concentró en 2019 más de un tercio de los 64 asesinatos de activistas censados por Global Witness en Colombia. Casi tantos como Brasil (24) y más que México (18), tercero y cuarto en la lista después de Filipinas (43).
En 2014, Francia, que también denuncia un "racismo estructural", debió exiliarse de su pueblo —La Toma— por las amenazas que recibió a raíz de su protesta activa contra la minería ilegal y el uso desenfrenado del mercurio. Antes ya había alzado su voz contra un proyecto hidroeléctrico. En ambos casos, privilegia el agua frente a cualquier interés y esto fue lo que la empujó a estudiar leyes para defender los derechos de los negros e indígenas. Sin cejar en su lucha, en 2019 sobrevivió a un atentado con granadas y ráfagas de fusil en uno de sus viajes de ida y vuelta al Cauca. Meses antes había recibido el Premio Goldman (2018) —también conocido como el Nobel del medioambiente—, pero sus agresores pasaron por alto la visibilidad que le dio la distinción. Aún bajo protección estatal, Francia está lejos de su territorio, pero no ha permitido que el miedo le reduzca la sonrisa ni su compromiso ambiental en un país donde la violencia brota cada tanto, pese al Acuerdo de Paz firmado con la disuelta guerrilla de las Farc en 2016.
Francia Márquez / Foto: LUIS ROBAYO / AFP. A continuación, extractos de la entrevista con la AFP en la ciudad de Cali. ¿Ser líder social y ambiental es un trabajo de alto riesgo en Colombia? "Ser líder ambiental hoy es una amenaza para Colombia. Pero es una amenaza en todo el mundo, porque aquí estamos disputándonos dos proyectos de vida. Un proyecto (...) que plantea la necesidad de asumir transformaciones estructurales que eviten la crisis ambiental que hoy vive el planeta (...), proyecto que se confronta con otro pensado (...) en la acumulación de capital. Por supuesto, viendo que el proyecto político de muerte tiene a su favor (...) todo un instrumento estatal, todas las armas con las que nos están asesinando como líderes sociales, pues resulta obvio que se vuelve una amenaza nuestra voz". ¿Por qué la amenazan? "Nosotros empezamos a recibir amenazas de muerte en nuestro territorio cuando empezamos a enfrentarnos a títulos mineros que habían sido otorgados, en el marco del conflicto armado y violando el derecho fundamental a la consulta previa, a empresas multinacionales y a terceros foráneos que veían nuestro territorio simplemente como un potencial donde se puede seguir sacando riqueza. (...) A eso se suma el conflicto armado que está en los territorios (...) donde la paz no se ha concretado. Yo creo que estas comunidades —negras, indígenas y campesinas— le apostaron enormemente a lograr el silenciamiento de los fusiles (...) Sin embargo, las respuestas no han sido efectivas. Hoy estamos viviendo el recrudecimiento de la violencia".
¿Quiénes destruyen los ecosistemas en Colombia? "Creo que la acción humana constantemente está destruyendo ecosistemas (...) Si nos vamos a lo rural, todos los proyectos económicos de alguna manera afectan el medioambiente, ilegales y legales. Proyectos legales como la caña de azúcar en esta región afectan el medioambiente (...) pero también lo hace la minería ilegal e inconstitucional. Cuando digo inconstitucional estoy hablando de la minería promovida por el mismo Estado colombiano, que no tiene protocolo para hacer una minería responsable en términos ambientales. (...) Si hacemos evaluaciones de (...) estos proyectos mineros, no se equipara lo que se extrae con el daño que se causa. Pero también están los proyectos ilícitos, la coca, la misma fumigación que se plantea de cultivos ilícitos (...) Fumigamos la coca pero envenenamos el río, envenenamos el territorio, envenenamos la poca comida de la comunidad". ¿Hoy se siente a salvo? "Toda la vida he estado en riesgo (...) No solamente la gente está muriendo en los territorios por la pandemia, por desatención (...), sino que también el conflicto armado que se está reacomodando (...) reajustando en muchos de estos territorios; está desplazando a la gente (...) El Cauca hoy es un territorio que está viviendo nuevamente el recrudecimiento de la violencia". por Diego LEGRAND / AFP